Opinión Nacional

Malhaya la hora de tu dulce presencia

De todos nuestros sentidos es el oído al que cautivas, no te vemos, no te olemos, ni saboreamos o sentimos, sólo te podemos escuchar a través del aire que sale apurado, como rabioso, en pocas ocasiones hasta tranquilo o indiferente por los labios de aquellos títeres a quienes usas para dominar nuestras esperanzas, nuestras vidas, nuestros destinos, en fin, de venezolanos que como nosotros, nos hablan de lo maravilloso que serán nuestras vidas en un futuro cercano, casi palpable, pero negador de nuestro presente eternamente frustrante.

¿Cómo es posible que siendo sólo aire puedas generar acciones en nosotros? Tú, que sólo eres verbo, que solo eres palabra, te unes a otras para formar frases, proposiciones y afirmaciones que, con un poco de sentimiento logras imponer, y no convencer, una realidad ajena a la nuestra. Tú, que sólo eres sonido, te manifiestas descarada y descarnadamente en tiempos de elección a través de tus títeres de predilección, a saber: los candidatos, que en este año, serán presidenciales.

¡Qué contradicción! Tú, la palabra que pareces solo un instrumento, apareces como algo animado, pues animas a los que te escuchan, ¡qué paradoja! la palabra que al parecer es creada para argumentar y convencer, en estos tiempos electorales, en estos tiempos de radicalización política, no sirves para argumentar, sirves para imponer, no eres creada, sino que tú misma creas hermosas realidades al emocionarnos con tus promesas, con tus dulces mentiras que con gusto hemos saboreado desde los primeros tiempos de la República.

Hay unos términos que en nuestra nación prefieres más que otros, pues generan más aturdimiento, más emoción y anula cualquier lógica, cualquier razón, cualquier argumentación, por ejemplo, “Bolívar”. Un hombre que murió hace tanto pero al parecer vive con sólo su nombre en nuestros corazones más que en nuestra memoria. Un nombre que debería reflejar al hombre, no al Dios civil que hay que venerar, sino al hombre que hay que bajar del altar y argumentar con él y preguntarle, por ejemplo, ¿cómo es eso que la primera República se perdió por tu culpa? Ya que en vez de estar en el cuartel de guardia donde Miranda lo había dejado, se fue a una rumba de un matrimonio de amigos. Monteverde pasó como perro por su casa.

¡No, no, no! Creo que el término que sutilmente prefieres es el de “República”, pues sabemos que este término no es un capricho político o formalismo jurídico. Su género femenino debe indicar su carácter contingente, su sensualidad que huye de la fría razón. Y es que la República en femenino se lleva bien con cualquier Revolución, que también es femenino, y mucho más, con la hermana “Patria”. ¡Quien sabe!, quizás es por eso que “el” país no genera tanta emoción.

Tú, que sólo eres aire articulado pronunciado por los títeres y repetido por los loros, siempre te ha disgustado el presente, la realidad pobre, rica, mundana y muchas veces repetitiva, con o sin sentido de los venezolanos. La ocultas, le eres indiferente, tanto así que creas ficciones, realidades a futuro que nos deslumbras, pero al fin y al cabo, una realidad inventada, una ficción con promesa de realidad, una mentira con promesa de verdad. ¡Que saldremos de nuestras miserias!, ¡Que superaremos nuestros males!, ¡Que la pobreza, la exclusión desaparecerán! Tal parece que nos alimentamos de tus inventos, nos vestimos de tus mentiras, nos divertimos y somos felices con tus promesas, útiles para dar esperanzas de un mañana que no termina de llegar y de un presente que no termina de partir.

Vamos a ver qué inventas en estas elecciones presidenciales, qué mentiras crees que necesitamos comer para comprarte. Tu títere de predilección, el de la revolución, se ha mostrado experto en tus cuentos de un mañana que nos espera tan brillante como fue el primer día de nuestra revolución, por allá en aquellos años cuando el mozo Bolívar al parecer, se hizo más responsable. Vamos a ver a los de la oposición, qué sandeces con sabor a salmón nos echan para nuestra degustación. Hay uno por ahí que no le gusta mucho hablar, que anda caminando toda Venezuela, con un nombre gringo en estos tiempos patrióticos y que cuando habla parece hasta superar al de tu predilección, ¡10 millones para esto, 10 millones para eso! y al final a uno le queda un vago recuerdo en forma de la proverbial frase: “Ese hombre si camina…” Hay otro por acá, ex-diputado del recinto donde mejor te muestras y que paradójicamente estás ausente, el parla-mento, para hablar, dialogar, parlamentar, argumentar, ¡No! eso sólo sirvió para el primero, cuando diputados reales como Juan Germán Roscio discutía nuestras realidades venideras, nuestras realidades presentes. Este ex-diputado al parecer sabía de eso, que el parlamento actual no servía para hablar, pues lidera el número de ausencias de la oposición en estos 5 años. Hay otro más que no se decide si ser títere TalCual como los demás, o seguir siendo el cortador de los hilos de todo títere, vamos a ver si se decide algún día, tal vez te tiene miedo, o no le gusta andar mintiendo, quién sabe, ya lo sabremos.

Desde este humilde espacio debemos conminar a todo candidato a no caer en las trampas de la palabra inventada, negadora de nuestro presente. Acepta nuestra realidad, corta los hilos del titeretismo venezolano y propón tus planes, desde lo terrenal, y no lo ideal, desde lo aristotélico y no lo platónico, desde nosotros y no de otros.

Mientras tanto, no me queda más que decirte, ¡Malhaya la hora de tu dulce presencia!

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