Opinión Nacional

Más preguntas

Desde hace ya muchos meses no parece haber cabida en el país sino para las preguntas. Las recientes medidas cambiarias y la reacción de algunos voceros del Gobierno no han hecho sino aumentarlas. Las respuestas no resultan creíbles. Terminan, al contrario, generando más dudas, alimentando la sensación de engaño, de piso falso, de campo minado.

Se quiere vender el ajuste cambiario como una medida para controlar la inflación. El ministro Jorge Giordani asegura que obedece a una necesidad del Gobierno de combatir el «brote inflacionario y especulativo». El canciller Jaua, al contrario, le confiere un carácter estructural. «Nunca más se levantará el control de cambio», asegura.

En un país importador como Venezuela, ¿cuál va a ser su efecto real dentro de pocos meses? ¿No tendrá un fuerte impacto en el proceso de creación de empleo, en las estructuras de costos de las empresas? Ante esta posibilidad, las autoridades responden: más controles. ¿Cuán eficaces han sido para reducir la inflación y para afrontar la escasez? Ante el asunto de la escasez, lo voceros esgrimen: acaparamiento.

Muchos de los bienes que consumimos son producidos por transnacionales. ¿Por qué no escasean esos productos en su país de origen? ¿Gana el productor o comerciante con los anaqueles vacíos?

El canciller Jaua afirma que la medida es para defender el dólar del pueblo. De ser así, ¿por qué no protegerlo mejor poniéndolo más caro? ¿No es más bien una medida fiscalista que terminará reduciendo el poder adquisitivo del salario?

¿Tiene como objetivo proteger las divisas o lo que se busca es resolver un ya inocultable déficit fiscal, paliado hasta ahora con creciente endeudamiento público? El punto ahora es la disponibilidad de divisas. ¿Cuál ha sido el destino de las traspasadas al Fonden?

¿Se efectuó realmente ese traspaso? ¿Cómo se explica la demora en la entrega de los dólares a los importadores? ¿Qué pasará ahora con un dólar más caro? ¿Recibirán las divisas que se les adeudan? Cuando se justifican las medidas aduciendo que era necesario corregir desequilibrios, ¿cómo queda la afirmación anterior de que teníamos una economía sólida, estable y en crecimiento?

¿No esconden las medidas una honda crisis fiscal? Se insiste en el valor de las medidas para estimular las exportaciones. ¿De qué exportaciones se habla?

¿De las petroleras que generan 95% de las divisas? ¿De las de aluminio, hierro, petroquímica, cemento, bases de las exportaciones no tradicionales, ahora también en manos del Estado? ¿En qué condiciones se encuentran las empresas básicas como para incrementar su capacidad exportadora? ¿Pueden ser competitivas las empresas venezolanas con las dificultades que afrontan para disponer de materia prima y para su actualización tecnológica?

¿Pueden serlo con el peso de una política laboral que estimula el ausentismo y el menor esfuerzo, con acciones y políticas, que lejos de alentar la inversión, la ahuyentan? A tantas preguntas cabe añadir algunas incluso más urgentes: ¿están las autoridades conscientes de la gravedad de la situación?

¿Nos están diciendo toda la verdad? ¿Sus respuestas no terminan siendo el recurso habitual de culpar al otro o un intento de restar gravedad? ¿Se aceptará que en el origen de nuestra crisis está la adhesión a un modelo claramente fracasado? ¿Tiene sentido insistir en lo que el propio ministro Giordani ha llamado un «socialismo rentístico»? ¿Podrá el ingreso petrolero satisfacer por tiempo indefinido las demandas nacionales de divisas? ¿Se trata de sortear el próximo hueco, como propone el ministro, o de revisar desde la raíz las políticas y los objetivos económicos?

¿Qué tendrá que esperar el país para una honesta revisión de las causas en lugar de tácticas de ocultamiento o salidas parciales? La gravedad de la situación debería obligar a una gran convocatoria nacional, sincera, sin insultos ni descalificaciones, sin actores arrinconados. El país exige sentarse a conversar, a pensar una salida realista, bien estructurada, no cargada ideológicamente. Hay demasiadas preguntas sin respuestas. Y el país las necesita.

 

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