Opinión Nacional

Menca y Raúl: ¡Inolvidables!

Sin el menor animo de establecer comparación alguna entre doñas, me veo precisado a fijar posición ante la innecesaria e inexplicable obsesión revolucionaria de borrar todo vestigio histórico cultural o político que pudiera comprometer algún logro de la misma. El hecho específico más reciente nos refiere al cambio de nombre del municipio Raúl Leoni en el estado Bolívar por el de Bolivariano Angostura con el respectivo retiro de los bustos dedicados a esta inmortal pareja en el jardín botánico de Ciudad Bolívar, los cuales se suman a la sustitución de la denominación de la urbanización Menca de Leoni en la ciudad de Guarenas del Estado Miranda por el de “27 de Febrero”, auspiciada por la alcaldía de la localidad y sin la consulta de sus pobladores. Estos asuntos que tal vez parecieran una nimiedad aislada, es en realidad una cadena de eventos bien planificada por los ideólogos del régimen que comenzó con la sustitución de los nombres de la presa Raúl Leoni de Guri y el Parque del Este Rómulo Betancourt por los de Simón Bolívar y Francisco de Miranda respectivamente, pretendiendo con ello torcer la memoria de un pueblo que en un gesto espontáneo reconoce la labor de gente incuestionable que dedicó toda su vida al servicio del bien común, como es el caso que nos ocupa, y es por ello que dedicare estas líneas a esa gran mujer venezolana nacida en el corazón de Guayana como lo es Upata.

Carmen América Fernández de Leoni, mejor conocida como “Menca” por la conjunción de las últimas sílabas de sus dos nombres de pila, al igual que el personaje central de la genial obra del Maestro Rómulo Gallegos, es la viva personificación de la valentía, el arrojo y el indoblegable espíritu de lucha de la mujer venezolana, que como tantos otros ejemplos han puesto de manifiesto siempre un sello indeleble en los acontecimientos de mayor influencia y trascendentes de Venezuela. No voy a negar tampoco que en ésta materia se han cometido y posiblemente seguirán cometiéndose excesos e injusticias, pero en ésta oportunidad rompieron el molde y una vez más, como es su costumbre, los personeros del Gobierno no agotan todavía la capacidad de asombro de los venezolanos. Doña Menca de Leoni no cometió otro pecado para los nuevos moralistas revolucionarios que ser la fiel esposa, amante y compañera de uno de los presidentes más sencillos, íntegro y humano que ha tenido nuestra democracia, lo que al parecer causa gran escozor y le duele a muchos que no puedan exhibir las innegables virtudes de ésta inolvidable y maravillosa pareja presidencial, reconocida por propios y extraños. Doña Menca contribuyó en gran medida al establecimiento de nuestra democracia al lado de su inseparable e ilustre marido lo que le valió el exilio y la persecución en la tiranía Pérez Jimenista pero nunca pretendió protagonismo político alguno ni mucho menos valerse de éste privilegio para encumbrarse u obtener ningún beneficio; por el contrario, ésta recia y noble mujer upatense, se dedicó en cuerpo y alma a formar una familia de bien y prodigar toda la ayuda posible a sus compatriotas más necesitados. Nadie podrá, por mucho poder que tenga darle vuelta al sentimiento de todo un pueblo que añora una mujer como ella, sencilla, tenaz, trabajadora, infatigable y quien leal a su gente tomó trinchera desde la Fundación del Niño, su obra cimera, luchando y defendiendo con firmeza por mejorar las desigualdades de las familias más humildes, especialmente de los niños que siempre fueron su pasión sin tomar bandera política de ningún tipo, pues si hay algo en el ser humano que se valora en gran medida es la generosidad, virtud que por cierto le sobraba a Doña Menca y es precisamente la carencia más visible de la actual administración, incluyendo principalmente al mismísimo Jefe de Estado. Ojalá que los actuales cultores del olvido de lo bueno se percaten de la firme reacción de los venezolanos, desistan de tales despropósitos y rectifiquen su actitud ya que en caso contrario por mucho empeño que pongan en desconocer o mancillar referencias como estas, a las que se suman: Andrés Eloy Blanco, Vicente Gerbasi, Ana Luisa Llovera, Inocente Carreño, Lucila Palacios, Alfredo Sadel, Leonardo Ruiz Pineda, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Alberto Carnevali, Juan Pablo Pérez Alfonso, Antonio Pinto Salinas o Manuel Alfredo Rodríguez entre tantos otros, quienes independientemente de su pensamiento político o postura individual no comprometen en modo alguno ni su genio ni su obra y en esta materia el pueblo siempre tiene la razón por más que intenten imponerle otra. Por eso estos inmortales de la democracia que lucharon con pasión serán definitivamente ¡Inolvidables!

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