Opinión Nacional

Miles de revoluciones a golpes de un “click”

“Señoras y señores, por favor amárrense bien los cinturones porque la sacudida va a ser grande”, diría el piloto de la máquina del tiempo que nos llevará a través de los meses y años siguientes por los cambios sociales y políticos que se avecinan.
El año 2011 comenzó con varios eventos políticos que dejaron perplejos a muchos ya que confirma lo que sociólogos y antropólogos vienen pronosticando sobre las metamorfosis que sucederán por el advenimiento de la internet y las redes sociales.
Vemos hoy con asombro el derrumbamiento de regímenes que eran considerados inamovibles.
Tal como señala el editor de la revista digital WIRED, Kevin Kelly, esta nueva composición de los medios y la internet “nos han enseñado a pensar que es posible lo que hasta muy poco creíamos era totalmente imposible”.
Túnez, donde un solo hombre, Zine al Abedine Ben Ali lo había gobernado con mano de hierro por los pasados 28 años cayó en menos de una semana. El derrumbe de este gobierno no fue a la manera clásica de un golpe de estado o el asesinato del mandatario. Sino miles de mensajes a través de las redes sociales con la capacidad de transmitirlos a millones de receptores con tan solo hacerle “click” a la tecla de “enviar”.  El efecto multiplicador fue inmediato, tanto en Túnez y otros países del área como Egipto, donde la gente respondió al llamado de salir a la calle para gritar ¡BASTA!
La semilla de la revolución del “click” estaba plantada en el ciberespacio por aquellos que se sentían oprimidos por un gobierno dictatorial.
Sin duda que la internet y las redes sociales como Facebook y Twitter, han cambiado las reglas del juego que todavía muchos políticos no llegan a descifrar.  Están acostumbrados al control de la información al subyugar los medios de comunicación tradicionales como la prensa, radio y televisión, reduciéndolos a meros instrumentos de propaganda.
El fenómeno mediático que vivimos en la actualidad comenzó en 1459 cuando el alemán Johannes Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles.  57 años después, Martín Lutero en 1516 logró que sus 95 tesis en contra del Vaticano fueran distribuidas en dos semanas en Alemania y seis semanas  en toda Europa;  una velocidad de propagación casi impensable en esos tiempos.  
La imprenta inició una gran transformación social a nivel mundial primero con la Reforma de Lutero, seguidos por la Revolución independentista de Estados Unidos y la francesa de 1789; la era Industrial; las guerras emancipadoras de América Latina y la revolución bolchevique en Rusia.
Pero aún faltaba algo en este panorama mediático: la capacidad de réplica por parte del público receptor de los mensajes.  Los lectores, primero, y luego los radioyentes y televidentes, eran meros espectadores de los acontecimientos que se les presentaba a través de los medios de comunicación.
Con la aparición del internet y la capacidad interactiva de las redes sociales el público pasó de ser mero espectador a protagonista y activo participante del flujo informático.
“A nivel mundial se ha gestado un nuevo tipo de consumidor y ciudadano que tiene una mayor disposición a plantear su opinión. Esto se ha tipificado como los prosumers, o consumidores proactivos que buscan información y postean sus inquietudes”, afirma Paul Venturino, periodista chileno y Vicepresidente de la agencia de relaciones públicas Newlink Group con sede en Miami
Si el mundo quedó conmocionado en 1516 con la Reforma de Lutero que logró en menos de mes y medio encender el clamor al cambio en toda Europa, entonces la pregunta es: ¿qué podemos esperar nosotros en esta nueva era digital cuando somos capaces de transmitir 2 millones de email por segundo a una velocidad cercana a la luz?
Ante esta nueva realidad mediática, muchos políticos en el poder verán limitados sus capacidades de controlar las masas.
Los mentirosos o los que “convocan  a la movilización basada en el odio al otro, más que en la promesa de un futuro mejor tienen sus días contados”, menciona  el sociólogo y periodista argentino Carlos Salvador La Rosa.
Cuando las condiciones están ya maduras, tales como una inflación rampante, los precios de los alimentos por las nubes, un desempleo desbordante, ingresos que no sobrepasan los US$2 al día, como fue el caso de Egipto, pues los nuevos medios de comunicación se convierten en la mejor plataforma para convocar a la protesta y rebelión.
Lo interesante de estos movimientos, a diferencia del pasado cuando los dictadores eran destronados por organizaciones o partidos políticos, en esta ocasión son las masas, principalmente los jóvenes usuarios de las nuevas tecnologías de la comunicación, sin ninguna filiación partidista en particular, las que logran dar al traste con el estado político del momento, lo único que los une es su rechazo al régimen imperante y el teclado de sus teléfonos móviles.
Otro punto interesante de tomar en cuenta es que estos movimientos protestatarios no tienen una verdadera inclinación hacia una postura política que representan las grandes potencias del mundo, pueden ir en contra de aquellos que tienen una clara inclinación a la derecha como el caso de Mubarak o una más de izquierda como lo es Jordania.  Su común denominador se podría definir como “hastío” ante un gobierno que se ha entronizado en el poder por décadas, un “Status Quo” asfixiante.
Egipto se ha convertido en un verdadero “Case Study” del fenómeno mediático y de lo que podemos esperar en el futuro.  Si analizamos las cifras demográficas de este país observamos que un 43% de su población no llegan a los 30 años y era uno de los países en el mundo árabe con mayor participación en las redes sociales, previo a la censura cibernética impuesta por Mubarak.  Por tanto la revolución del “Click”  emergió de la juventud.
Por su parte Mubarak asumió una posición con mentalidad del Medio Evo para enfrentar la crisis que se le venía encima; cortó toda conexión de Egipto con el internet y suspendió el servicio de telefonía celular, mientras que ordenaba a los tanques patrullar las calles de las principales ciudades.  A manera de símil podemos decir que Mubarak intentó enviar un correo electrónico (email) a través de una vieja máquina de escribir.  Pero su suerte estaba echada sin posibilidad de retroceso.
Este monstruo con millones de cabezas, que son los usuarios con sus teléfonos portátiles, le pone los pelos de punta a muchos centros de poder alrededor del mundo. China, con más de una quinta parte de la población mundial; donde los celulares, el internet y las redes sociales se han convertido en algo tan común como el arroz frito, no tardó en levantar murallas para limitar el acceso de sus ciudadanos al ciberespacio al ver lo que sucedía en Egipto.
Otro fenómeno asociado a la internet es lo que muchos llaman la “urticaria cibernética” que se propaga de país a país, sin consideración de fronteras, idiomas o creencias religiosas.  En uno de los mensajes más distribuidos a través de Twitter al inicio de las revueltas en Cairo y Alejandría se leía: «Ayer todos éramos tunecinos, hoy todos somos egipcios y mañana todos seremos libres». Las últimas cuatro palabras reverberaron a través del mundo, sobre todo en aquellos países de corte dictatorial.
Todos los estudiosos del comportamiento social concuerdan en decir que la internet ha transformado de manera significativa nuestra forma de socializar e intercambiar información.  Estamos un punto donde lo que precedía ya no es válido, y lo que se creía inamovible demuestra su gran vulnerabilidad ante el clamor popular por justicia y un gobierno que en realidad defienda los intereses de sus constituyentes; sin mentiras ni manipulaciones propagandísticas.  
Clay Shirky, sociólogo y profesor en el programa graduado de la Universidad de Nueva York sobre Telecomunicaciones Interactivas afirma que:  “vivimos en la actualidad una de la mayores transformaciones que jamás la humanidad haya presenciado”.
Aquellos líderes del mundo que se creen inamovibles de sus puestos en la cumbre del poder mejor que se bajen de esa nube, ya que sus gobiernos están a merced de miles de golpes de un “click”.

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