Muerte de la República
Muerte de la República, Día D, Contra Revolución Francesa de 1789, Advenimiento de la Nueva Monarquía, Holocausto Americano, Nueva Monarquía, Monarquía del Siglo XXI. Cualquier nombre que seleccionemos, de los que se nos pueda ocurrir para identificar lo que pasa hoy en Venezuela, es pequeño. No llegamos a describir lo que realmente pasa este 10 de enero en este expaís.
(Vale este paréntesis, lo más criminal de la situación que se vive, es que por lo menos el 50%, -o quizás la mitad más uno-, de los venezolanos está de acuerdo con permanecer en las largas y diligentes filas que los llevan a las cámaras de gas de la historia de La humanidad).
Y es que hoy ha muerto la República en Venezuela.
Nace una nueva forma de presentarse el Estado, seguimos a la monarquía cubana y a su similar, la monarquía comunista de Corea del Norte. Esta nueva manera de hacer los grupos sociales llamados países, es revolucionaria. Destrozan las tradicionales normas de convivencia, crean al hombre una expectativa corta de vida, que aniquila la esperanza de un mundo feliz.
Esta nueva manera de hacer el Estado es de avanzada, deja atrás a las tristemente célebres dictaduras del Siglo XX, y a las monarquías de más allá, la llamaremos, por ahora, Monarquía Moderna. Un tanto para decir, Monarquía de hoy. En la tradicional y rupestre dictadura militar el jerarca moría, o le daban un Golpe de Estado: Baptista, Gómez, Pérez Jiménez, Chapita, Franco…
Los jefes de las Monarquías Modernas no mueren. Sí, Fidel Castro no morirá. Sí, exactamente así. Y si ha de dejar de respirar algún día su persona física, la persona del Dictador sobrevive con el nombre de Raúl, o con otro nombre con sonido más catalán. En Corea del Norte, el líder Kim Jong-il, designó a su hijo menor, Kim Jong- un, quien a su vez sucedió a su padre, quien lo había designado. Hela aquí el por qué la Nueva Monarquía es superior. La tradicional se regía por normas estrictas de sucesión, la nueva no, el Dictador designa a su sucesor.
Somos la misma cosa. Raúl Castro dixit, para referirse a Venezuela. Nosotros, desde esta tierra plana que llena con sus líquidos efluvios el río Orinoco, decimos: Cuba, Venezuela, Corea del Norte, somos la misma cosa.
