Opinión Nacional

Mujeres de madera fina

El asedio judicial al que fueron sometidos los alcaldes Enzo Scarano y Daniel Ceballos, en nuestro concepto inconstitucionalmente destituidos en violación de los derechos al debido proceso, al juez natural, a la defensa y a la doble instancia en materia penal, al declarárseles en supuesto desacato, ordenar su encarcelamiento y, como consecuencia de ello, la pérdida de sus condiciones de alcaldes, ha producido la convocatoria a nuevas elecciones para ocupar las vacantes absolutas sentenciadas en sus casos.

Acaba de cerrarse el corto período de postulación de candidatos en los municipios San Diego y San Cristóbal (Carabobo y Táchira). Scarano y Ceballos se postulan por la Unidad. Se trata de sus esposas, Rosa de Scarano y Patricia de Ceballos. Dos mujeres más a las que en las últimas semanas les ha tocado visitar a sus esposos en su sitio de reclusión. Dos mujeres más que están demostrando el guáramo que tienen y la fibra de la que están hechas las venezolanas. Hoy asumen el reto de liderar en sus municipios el triunfo de sus candidaturas para que la voluntad soberana de quienes eligieron a sus maridos como alcaldes en diciembre pasado, no sea burlada.

Mujeres como BonySimonovis que lleva más de 9 años luchando sin parar por la libertad de su marido a quien el tiempo de reclusión ha venido mellando en su salud y ha tenido que ver a sus hijos crecer tras las rejas. Su clamor por una medida humanitaria a favor de Iván hoy constituye un grito desesperado de todos los venezolanos con sensibilidad y corazón. ¿Qué más quieren que pague esta familia?

Mujeres como Eveling Trejo de Rosales que se creció ante la adversidad que vivió su familia por el exilio de Manuel Rosales y ha sido elegida dos veces alcaldesa de Maracaibo. Le tocó asumir esa candidatura en tiempos difíciles y convertirse en una alcaldesa exitosa ante un mar de obstáculos, ataques (que no paran) y adversidades.

Mujeres como Lilian Tintori quien como esposa y madre está viviendo los días más difíciles de su vida al ver a Leopoldo López detenido -ya por más de dos meses- por razones políticas. La vida la ha puesto en la dura tarea de asumir su vocería ante el país como la voz más autorizada y cercana a él, pues la cárcel lo ha silenciado temporalmente.

Ninguna de ellas pensó jamás en dedicarse a la política, pero la política dislocada y enfermiza de nuestro país las alcanzó a todas. La injusticia y la ausencia de un Estado constitucional democrático de derecho las ha obligado a asumir la política como actoras -cada una en el papel que les ha correspondido- para continuar las causas en las que sus esposos creen.

Su decisión fue compartir sus vidas con hombres públicos que sí habían elegido a la política en sus vidas (en muchísimo menor grado Iván Simonovis quien no es político, pero al que la política también alcanzó y lo hizo un preso emblemático del régimen). Al elegirlos, nunca imaginaron ellas lo que la injusticia dominante les tenía preparado para sus vidas y de sus familias.

Todas, cada cual en su estilo y bajo sus propios esquemas, se han crecido y seguirán haciéndolo. Por las redes de vez en cuando circulan críticas muy duras en contra de algunas de ellas, pidiéndoles y hasta exigiéndoles opiniones o actuaciones distintas a las que han tenido. Son injustas. No podemos pedirles que no yerren cuando hasta el más avezado de los políticos de vez en cuando lo hace.

Lo importante es lo que cada una de ellas significa en esta etapa gris de nuestra historia. Son el ejemplo más palpable y vívido de lo que es la mujer venezolana, esa que no se rinde, que se supera a sí misma ante la adversidad, que ante lo inesperado sabe instintivamente qué hacer, que si debe asumir un protagonismo -aun no habiéndolo buscado- lo asume responsablemente. Mi respeto, apoyo y solidaridad para todas. Es un honor conocerlas y saber que aún en los momentos más difíciles, ustedes no pierden el norte y demuestran la madera fina de la que están hechas. Mucha fuerza a todas.

Nota: escribiendo esta columna me entero del fallecimiento de otro gran venezolano, el maestro Oswaldo Vigas, quien con su obra -especialmente sus brujitas- nos dio tanto a todos. Entrar en su taller y compartir junto a su amada Janine un café y una buena conversación sobre su arte fue una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Cuando Aurora y Janine se volvieron cómplices para llevar a «Vigas a cielo abierto» en Baruta, pensé sería un imposible. Solo ellas y el maestro lo pudieron hacer con éxito. Sigue pintando tus brujitas en el cielo, querido maestro, para que cuando a los que nos quedamos aquí nos toque partir, las podamos seguir admirando en la otra vida.

 

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