Opinión Nacional

Nos jugamos la vida

Las cartas están sobre la mesa. En el Zulia comenzó la campaña electoral en medio de  rumores que no cesan. El fantasma de una grave crisis bancaria y de inestabilidad financiera recorre el país. Los escándalos de los alimentos descompuestos propiedad de PDVAL en puertos venezolanos, la persecución, el hostigamiento y la cárcel en contra de periodistas y de dueños de medios de comunicación estremece los cimientos de la sociedad zuliana.

En este ambiente tenso los candidatos a la Asamblea Nacional de la oposición democrática y el oficialismo recorren parroquias y municipios del extenso estado Zulia.

Asistimos los zulianos a la lucha entre las concepciones políticas de la democracia liberal, descentralizada, social, progresista, tolerante y pacífica y el continuismo totalitario, militarista, centralista, intolerante, corrupto e incompetente dirigido por un autócrata megalómano.

Son las opciones definitivas. El oficialismo y sus candidatos no reflejan la realidad lacerante que los rodea. Pareciera que vivieran en un ambiente alejado de lo que ocurre en su entorno.

Pero ahí están y el Zulia los conoce. Se conocen responsables del ecocidio que sufre el  Lago de Maracaibo símbolo y orgullo de los zulianos, los que miran para otro lado cuando los productores del campo denuncian el hostigamiento de los guerrilleros a los productores del Sur del Lago y de Mara, que no ven el desempleo  producto  de la quiebra o la expropiaciones a las empresas privadas productivas, no miran a los que sufren por la falta de agua, el desabastecimiento y la inseguridad.

Lo cierto es que las mayorías pertenecientes  a los diversos estratos sociales desde empresarios hasta proletarios y marginales y sectores amplios del chavismo coinciden con la peligrosa situación que se vive producto de la “nueva hegemonía” política militarista que maneja muy mal los recursos.

Es por eso que incapaces de ejercitar la dialéctica de la discusión para convencer con las ideas al contrincante ideológico los oficialistas y sus candidatos  pican como zamuros  los despojos que caen de las altas esferas del poder e iracundos intentan borrar al contrario ante la contundencia de los argumentos de la oposición democrática.

Es esa naturaleza de los hombres que al sentirse derrotados pierden la cordura y transitan los límites de la locura. Los estimulan los agravios, intentan imponer el miedo y amenazan con la violencia. No hay capacidad de tolerar al que discrepa. Al que no piensa igual.

Hoy vivimos en el Zulia tiempos tenebrosos. Un panorama escalofriante. Escasea la comida suben los precios. El dinero no alcanza ni para pagar los alimentos. La inflación es terrible.

Los inventarios disminuyen dramáticamente y no hay dólares. La prensa regional ya habla de casos de gente que está robando para comer. Es aterrador lo que está pasando. Los niños en los caseríos más pobres de los municipios Mara y Páez mueren de hambre o de enfermedades que tienen que ver con la nutrición.  Las cartas están sobre la mesa. Definitivamente son dos visiones de país el 26 de septiembre los zulianos decidirán por cuál beneficiamos al Zulia y al país.  Nos jugamos la vida en esta causa. Es ya una cuestión de sobrevivencia y de humanidad.

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