Opinión Nacional

Oposición enloquecida

Por supuesto que me refiero a la oposición chavista. Los llamados revolucionarios tienen ahora, después del 23N, un rol diferente en los principales estados y ciudades del país. Es una nueva realidad. Es la traducción del nuevo mapa geopolítico del país.

Los chavistas parecen haber perdido sus cabales. Es increíble y lamentable que los revolucionarios bolivarianos, después de la derrota del 23N, cuando perdieron espacio en las zonas de mayor densidad demográfica del país, industrial y comercial, de mayor desarrollo económico y cultural, comiencen a atacar a los gobernadores y alcaldes de la oposición democrática elegidos el domingo pasado, por razones meramente políticas y con el ánimo de obstaculizar su gestión.

Sin referirme a las declaraciones del presidente, atacando desde temprano a la oposición, por la vía del desconocimiento de su importancia política, vemos otras acciones de la dirigencia oficialista que son simplemente patéticas.

La señora Iris Varela, en situación de bajo perfil en los últimos meses, ha planteado un referéndum revocatorio para el nuevo gobernador del Táchira. Una barbaridad política que desvirtúa la esencia de los revocatorios. Antes de comenzar su gestión, la dirigente psuvista acusa de ineficiente a las nuevas autoridades. Sólo los bolivarianos pueden ver el futuro. Más estupideces.

Además, la dirigente revolucionaria del Táchira parece haberle pedido al nuevo Gobernador que condone los créditos otorgados por el gobierno nacional en el Táchira, pues no puede obligar a nadie a pagarlos. Un llamado al desorden. Ahora, los revolucionarios, después que se dieron los créditos, no los quieren pagar y no solamente eso, piden que se legalice su situación después de haber disfrutado de los recursos del Estado. Algo como Correa en Ecuador que se niega ahora a pagar la deuda externa contraída, según él, ilegalmente. Parecidos bolivarianos, simplemente.

Pero el asombro no se detiene en el Táchira. En Miranda, en Caracas, en el Zulia, los ahora opositores se niegan a respetar a la autoridad elegida lo que genera un conflicto serio que destruye la necesaria armonía entre las instituciones del país.

Los policías de Miranda se alzaron, ante la llegada de la autoridad que viene a poner orden. Igual en Caracas en donde un grupo de afectos oficialismo, apoyados por el gobierno nacional, amenaza al Alcalde Ledezma y le prohíbe que visite el 23 de enero. Hablan de guerra. Grave e insólito. Lamentable también la situación de la televisora Ávila que pasa al gobierno central, unos días después de la derrota de la revolución bolivariana. La Alcaldía podrá, a lo mejor, crear su propia televisión.

En Guárico, el Gobernador oficialista William Lara amenaza con abrir una investigación a la administración de Manuit. Claro está, es de corte político. Si hay que investigar y sancionar, bienvenidos pero no se puede anunciar una política de persecución desde ahora. Imaginémonos por un momento si Ledezma abre una investigación minuciosa a la administración de Barreto. O si Capriles hace lo propio con Cabello y peor si Oscariz investiga la gestión de Rangel. Allí hay mucho que cortar probablemente. Lara está abriendo una brecha difícil, pero peor aún, provocadora y peligrosa.

Los revolucionarios pretenden que las coas sigan igual en los Estados en donde la oposición ha triunfado ampliamente. No se trata de borrón y cuenta nueva como lo han hecho groseramente y a un costo enorme, los chavistas en el país, después que ganaron en 1998. Los gobernadores y alcaldes podrán realizar programas concretos, desde luego, sin destruir la relación con el gobierno central, es decir, ejerciendo sus funciones acorde con la ley. Pero no pueden seguir usando camisas y boinas rojas, como expresión de poder. Tampoco azul, amarilla o blanca.

La oposición, dirigida por Hugo Chávez, parece desconocer de facto las elecciones del 23N, contraviniendo las declaraciones de la presidenta del órgano electoral quien llama a la paz y al respeto de todos, aunque pareciera referirse solamente a la dirigencia democrática..

La democracia se fortaleció el 23N. Sólo actuaciones descabelladas de los frustrados revolucionarios oposicionistas podrán minimizar la importancia de ese proceso y afectar el desarrollo de las relaciones normales. El respeto se impone de uno y otro lado. Ojalá que no insistan, con el aval de las máximas autoridades, en perturbar la autonomía de las entidades descentralizadas y que se logre una relación armónica en beneficio del pueblo, del soberano, aquel al que todos se refieren pero que olvidan con frecuencia.

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