Opinión Nacional

Perder tiempo, ganar espacio

La nube negra es el recuento del paro petrolero y sus antecedentes, según la versión y los recuerdos del embajador de Cuba por esos años y por tres lustros, desde 1994, Germán Sánchez Otero. El libro no tiene pérdida, presenta datos y circunstancias nunca publicados y es una excelente fuente de las intimidades del régimen y de la autoridad de Cuba sobre Chávez, y viceversa.

Pues parte de ese relato son las conversaciones, muy frecuentes, demasiado frecuentes, entre el Gigante Eterno y Sánchez Otero, entre ellas las inmediatamente posteriores a los días de abril de 2002. Como se recuerda, una de las primeras medidas de Chávez al regresar de su cautiverio fue restituir a los gerentes de Pdvsa que había botado con pito y todo -qué amoroso el Comandante, más que el propio Elvis. Desde el chavismo, se trataba de dejar una quinta columna en la mismísima industria petrolera, desde la cual se planificaría y ejecutaría el paro de diciembre.

Ni a Sánchez ni a Chávez se le escapaba esa realidad. El embajador de Cuba se lo preguntó a quemarropa, qué peligroso dejar La Campiña en manos de la contra. «A veces hay que perder espacio para ganar tiempo», le respondió el entonces Presidente, con frase que el propio Sánchez anota que venía de la formación militar de Chávez. No cabe duda de que la estrategia funcionó, entregó momentáneamente Pdvsa y logró el tiempo para levantar su menguadísima popularidad para ganar el revocatorio en el 2004, ya con la industria y sus dólares firmemente en sus manos.

El apotegma puede invertirse. A veces hay que perder tiempo para ganar espacio, y a todas luces es eso lo que está haciendo la oposición. La destrucción del país que dejó Hugo Chávez Frías ahora es evidente hasta para el más furibundo chavista, con la enorme diferencia de que ahora la culpa sí la tienen Maduro y el Gobierno. La popularidad de estos van en picada, ya debe ir por debajo del 30%, (salvo para el teólogo Schemmel) pues la irresponsabilidad de quince años ahora se ve en los anaqueles vacíos y en que no hay neveras chinas ni casitas bielorrusas. El chavismo ya no hace lo único que hacía, regalar comida y línea blanca, porque se cogieron los reales. Hasta la inseguridad parece que ahora sí molesta al chavismo, al que parecía no influir electoralmente.

En este estado de cosas, el tiempo está del lado de la oposición. Es cierto que su electorado se siente con toda razón perseguido, insultado diariamente por Chávez y hoy por sus sucesores, mientras sufre un toque de queda permanente y sus hijos no tienen futuro profesional ni cívico si las cosas siguen así. De allí que las protestas eran inevitables. La diputada Machado lo dijo el 23 de enero pasado, recordando la frase del Libertador «trescientos años de calma, ¿no bastan?» ¿No bastan cien mil homicidios y la harina de maíz como lujo? Que Maduro renuncie era y es una salida, pero como dijo Henry Ramos en su excelente intervención en Miraflores, Maduro renuncia si quiere.

La otra alternativa es así seguir convenciendo al electorado hasta ahora chavista de la necesidad del cambio. Tal estrategia parte de la realidad incontestable de que los votos de oposición son los más duros del mundo. Se trata de personas, como se dijo, insultadas, vejadas, ahora torturadas, tildadas de apátridas, cuyo esfuerzo dice el Gobierno que en nada contribuiría a la venezolanidad, aunque sea exactamente al revés. A pesar de este apartheid bolivariano, sin que sus líderes les puedan ofrecer casi nada más que sangre, sudor y lágrimas, siguen votando a favor de la libertad y la democracia. Y cada vez son más.

El reto es continuar la tendencia, enfocando el mensaje hacia los indiferentes y el sector más moderado del chavismo. Desenmascarar a los enchufados y a sus obras, recordando que tenemos patria desde el 5 de julio de 1811, que lo que no hay ahora es respeto por la vida y comida. Repetir una y otra vez el resumen tan corto y tan preciso del robo galáctico que son estos quince años que hizo Omar Barboza en Miraflores. Olvidarse de Chávez, que ya pasó, y que viene la reconstrucción. Ofrecer un plan y una ilusión.

Esta estrategia de la oposición puede que sea más larga que presionar al Gobierno para que se vaya ya. Pero hará que nazca un nuevo consenso sobre la nueva Venezuela. El gobernador Capriles lo viene diciendo desde hace tiempo, no se trata de volver al pasado, sino de asumir el futuro. Para eso se cuenta con un liderazgo plural, que no piensa igual sino que tiene la fuerza de la variedad. En la oposición no hay comandantes.

@glinaresbenzo

 

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