Opinión Nacional

Plutón-Luna (III)

La palabra catástrofe tiene su  origen en la Grecia antigua y sirve para describir el acto final de una tragedia. Se refiere al desenlace, generalmente fatal, y también a la entrada en escena del dios , su caída a tierra a través del deus ex machina de la tramoya teatral, con el que la encarnación de la deidad hacía su aparición con todo el estruendo y el escándalo requeridos para que el coup de théatre fuera suficientemente efectivo y efectista. Con algo parecido a lo que hoy conocemos como efectos especiales, los dioses griegos se presentaban ante los mortales y los mataban de miedo y de emoción. 

La imagen es buena para referirse a este momento estelar (nunca mejor dicho) que los astros deparan a la Pequeña Venecia con la conjunción de Plutón a su Luna natal, que se repetirá tres veces durante el 2011, empezando por una fecha cercana al 19 de enero. 

Siempre hay anuncios que preparan las culminaciones y en este caso Neptuno y Quirón servirán de teloneros para entretener a la audiencia  a partir de la última semana de septiembre de 2010. La cruz cósmica del 6-7 de agosto de 2010 puede considerarse como decorado de fondo. Una muy parecida ocurrió el año en que nació Bolívar.

 

Lo que esto significa es que todo se prepara para el colapso de un tiempo, para el fin de una historia y para el incierto e incipiente comienzo de una nueva manera de  sentir y de pensar, producto de una sacudida (figurada o real, humana o natural) que se percibirá con fuerza y con carácter de hito irreversible. Algo parecido, aunque de connotación simétrica, se produjo a partir de 1918, cuando Plutón hizo oposición a la Luna natal del país. Plutón es un planeta lento y las repercusiones de sus tránsitos pueden tardar años en sentirse del todo. En 1922 revienta el pozo Barroso 2 y comienza un capítulo que hoy continúa todavía.** El “oro del diablo” – un nombre muy apropiado para un tesoro de Plutón- cambió el rumbo de la vida de la Pequeña Venecia y esto puede servir de referencia para comprender lo que podría ocurrir a raíz de la próxima conjunción. 

Despojar y despojarse son verbos que conjugan bien la idea del minimalismo  plutoniano, que siempre es síntesis, extracto, reducción o downsizing, como dicen en inglés. Pero en íntimas relaciones con su opuesto, porque despojando a unos se enriquece a otros y en esto consiste a veces la acumulación de dinero y de poder que da origen a lo que conocemos como plutocracia. 

Plutón puede ser también lo que nadie quiere, aquello que más tememos y a lo que más le huimos.   En ocasiones la misma huida es la hecatombe, porque habernos quedado quietos nos habría salvado del accidente, pero siempre hay algo que lamentar y una parte de la ceremonia es un ineludible duelo. Duelo que puede considerarse también como desafío y reto y que se emparenta secretamente con tentación, una de las especialidades de Monsieur, otro de los apodos del Príncipe de las Tinieblas. 
 

Va a empezar la función. Cotilleo y rumores son un bosque oscuro de murmullos tras bastidores hasta que se  hace un silencio – en más de un sentido- sepulcral. 

Al levantarse el telón  hay conspiraciones y ocultas maniobras en curso. Los otros personajes del drama son Saturno, el rígido guardián del tiempo pasado y Urano el que abre las puertas al futuro. 

Crisis, decía Bertolt Brecht, es el momento en que lo viejo no ha muerto todavía y lo nuevo no termina de nacer. Catástrofe (en esta acepción que no es catastrófica ni catastrofista) es el momento en que la crisis desemboca en otra cosa.

Muerte y renacimiento, dos procesos agónicos y antagónicos, en los que Marte, el de la guerra, juega también un rol principal. 

¿Qué ocurrirá? 

La coreografía clásica es así: 

El Rey ha enfurecido porque sus planes se ven contrariados por una intriga de corte que él mismo ha propiciado sin quererlo, a fuerza de rodearse de adulantes y advenedizos.

La Reina Madre, eterna garante de la legitimidad del trono, ha despertado a media noche de una pesadilla. Sueña que llega el Señor del Vacío, archienemigo de sus antepasados, para llevársela al País de las Sombras. 

La Reina Madre hace sonar a rebato para una reunión urgente pero el Rey, ocupado de otros asuntos, pasa por alto la invitación y la emergencia. Allí comienza a urdirse la conspiración subterránea que llevará a la Reina a aliarse con los enemigos del rey para destronarlo y poder conjurar la profecía del sueño.  

El desenlace varía de acuerdo a las tradiciones, pero la Reina Madre es inmortal, el rey no. 

Con el coro de las Erinias, que claman por Justicia, cae el telón del primer acto. 

Se invita al público a un intermedio.

Continuará 

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