Opinión Nacional

¿Protestar no votando o votar protestando?

Pareciera que las posiciones son irreconciliables y no hay más nada que hacer. Al menos para el 7 de Agosto. Después ya veremos. Quienes decidieron no ir a votar (hay mil razones para no ir a votar…) difícilmente cambiarán su posición. Quienes han decidido, hasta ahora, sí ir a votar (no hay mil razones para hacerlo, pero sí algunas de cierto valor…), pueden eventualmente cambiar de opinión en los próximos días.

No hago juicios de valor en ninguno de los dos casos. Más allá de respetar sus respectivas opiniones, la discusión se vuelve antipática, irracional, necia. E inútil.

Por lo tanto, me limitaré a simplemente comentar algunos aspectos. En el tácito marco de que lo que ocurrirá en estas elecciones (y muy probablemente también en las de Diciembre, porque los aprendizajes en política son lentos) se parecerá mucho a una masacre de la oposición formal venezolana.

La tendencia abstencionista, que es la de moda, la de mayor calado en la oposición, la que sabe mejor gritar y hacer ruido aquí y ahora, haría bien en pasearse mentalmente por la manera como va a lograr «cobrar» su éxito abstencionista la noche del domingo 7 de agosto y la mañana del lunes 8 de agosto. Desconozco exactamente cuál es la meta de abstención (si es que se la han planteado los líderes más sonados) que desean alcanzar para que la misma se convierta en un logro presentable. Recordemos cuáles fueron los porcentajes de abstención en las últimas elecciones similares a estas – concejales y juntas parroquiales – celebradas el 3 de Diciembre del año 2000: 76,2% nacionalmente, y, sólo como ejemplos, 85,64% en el Distrito Capital, 79,90% en el Estado Miranda, 80,91% en Lara, 77,18% en el Zulia. Una guará…. o una molleja, como lo quiera ver.

Por un momento: supongamos que la abstención pueda llegar al 80%, cifra de por sí bastante elevada. ¿Representa un éxito palpable aumentar el índice de abstención en 4%? Pudiera hasta reflejar una debilidad en la convocatoria abstencionista de la oposición. Por lo demás, tengo la ligera sensación, no sé por qué, que aunque la abstención real llegara al 99,9% (cosa imposible porque unos cuantos chavistas sí van a votar…), nuestro particularmente tramposo CNE posee los mecanismos apropiados y expeditos para maquillar las cifras y presentarle al país un índice de abstención… «lógico y razonable».

Frente al «éxito» del 80% o más de abstención, el Gobierno y el CNE (no sé por qué los nombro por separado si son lo mismo) no tendría que hacer más que mostrar las cifras del 2000. Ni en aquella ocasión, ni en esta, una alta abstención deslegitima el proceso. Se equivocan los que sueñan con eso. De tal manera que presiento que los líderes del abstencionismo no tienen estrategia alguna más allá del llamado a no votar. Lo cual no significa que no tengan estrategias individuales como grupos y hasta proyectos políticos muy bien apalancados.

En la otra esquina, quienes han llamado al voto, que son los mismos que han postulado candidatos, han realizado realmente un pobre y triste trabajo motivacional. Se les une a la falta de ideas, la tristeza del poder perdido – indefinidamente – y un cierto grado de temor en cuanto a que a la bestia no hay que despertarla.

¿Cómo es posible que después de tantas negociaciones para lograr unidad – asunto que entiendo sí se logró en unos cuantos municipios y no ha sido ampliamente difundido – y darse el trabajo de cuadrar y lanzar miles de candidatos, la invitación a votar sea tan tímida? Pareciera que les da verguenza. ¿Será? Lógicamente en esas condiciones, dejan la sensación de que hay un sólo caballo corriendo en esta carrera: el del Gobierno.

Estimo que en ambos casos se han equivocado los caminos. Estas elecciones deberían estar signadas por una protesta real, no solamente mediática, legal, o formal. Y el mejor día para mostrar esa protesta es el propio 7 de agosto. Es el día estelar.

No es siguiendo la consigna ‘orlandourdanetiana’ de enconcharse en su casa y no salir. Al contrario, es saliendo de la casa como se protesta. En la calle, donde los medios pueden dar testimonio y mostrarlo al mundo.

Si los partidos y organizaciones postulantes agregaran valor al llamado del voto, bien lo harían invitando a la protesta el 7 de agosto, cualquiera sea la fórmula mientras esta sea pacífica. Podrían diseñar algo muy creativo, si fuera el caso, mientras no se exponga a la gente a riesgos innecesarios o a la respuesta violenta del Estado. Incluyendo en esa invitación a los que van a votar y a los que no.

Entre otras cosas, la presión de «¡Abran las Cajas!» debería retomarse ese día. Aun conociendo de antemano que los resultados no pudieran serle favorables a la oposición ese día, el logro de abrir las cajas y contar las papeletas el 7 de agosto crearía un extraordinario precedente para que esa misma práctica se repitiera en las parlamentarias de Diciembre de este año y en las Presidenciales de 2006. Quizá por esa vía, por ejemplo, pudiera lograrse una recuperación progresiva del valor del voto.

Mucho daño le está haciendo a la oposición esta diatriba ‘votar-no votar’. Pareciera a veces que el adversario no es el régimen chavista y las fórmulas totalitarias que nos quieren imponer, sino que los enemigos somos nosotros mismos.

Usted puede hacer sentir su protesta mediante la fórmula de no ir a votar. O puede también ir a votar, y protestar a la vez. Pero en ambos casos, carrizo, ¡PROTESTE!

El del estribo… A pesar de todos los fraudes, trampas y truculencias del CNE, son hechos incontrastables los amplios triunfos obtenidos en las pasadas elecciones por Capriles en Baruta, López en Chacao y Catalán en El Hatillo. Nada hace pensar que la mayoría de electores en esos municipios no siguen siendo de oposición. Nada hace pensar que si los electores de la oposición votáramos masivamente allí, se lograrían las mayorías necesarias en los Concejos Municipales para respaldar las gestiones de esos alcaldes y conservar los niveles de calidades de vida que, a pesar de todo, aún se disfrutan. Sería un grave error no darles ese respaldo. Mirémonos en los espejos de los Municipios Libertador y Sucre. No cometamos un grave desatino del cual mañana nos arrepentiremos.

Estribo 2…. Nada fácil es mantener un medio de oposición en las circunstancias actuales. Y qué falta hace. Las presiones son inmensas y «El Poder» se siente irrespetado. De medio de comunicación de oposición, se pasa a ser medio de la disidencia. Los cuatro años de El Gusano de Luz y sus 858 ediciones son un monumento a la valentía, al coraje, a la constancia y al talento de sus creadores y conductores. Puede que sea virtual, pero el esfuerzo ha sido real. Gracias por permitirnos ser un grano de arena más.

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