Opinión Nacional

¿Qué es la transición?

I- ¡CONTRA EL MIEDO!

No podemos dejar que nos acoquinen entre dos miedos: El miedo a que siga el gobierno del Presidente Chávez; y el miedo a un golpe militar.

El gobierno del Presidente Chávez está haciéndole un daño creciente y grave a Venezuela. No hay venezolano que no esté perjudicado en su situación personal, salvo aquellos que entonces salen perjudicados en su reputación. No hay explicación ni futuro en este desgobierno. No es que Venezuela es ingobernable, sino que no la saben gobernar.

Pero habrá que reconocerles una habilidad: La de saber mantenerse en el poder de semana en semana, desinformando, es cierto, pero también aprovechando las vacilaciones de una oposición desarticulada que ignora la voz del corazón de Venezuela, la que clama por el respeto a nuestro carácter de república federal igualitaria y participativa, que está mostrando mayor decisión y objetivo que aquellos que, sin el mandato debido, se han arrogado la representación de todos los venezolanos.

Tantas maniobras ocultan y evitan una clara realidad: Que urgen las elecciones.

Con o sin referendos, con o sin constituyente, todo conduce a realizar elecciones adelantadas no previstas en la Constitución. Además como la Constitución tampoco prevé cómo reemplazar al Presidente y al Vicepresidente, habría que abrir camino a elecciones creíbles y, además, a un despegue económico y social que el actual gobierno ha probado que no puede dirigir, porque ni tiene competencia ni tiene credibilidad.

De modo que siempre se llegará a la necesidad de constituir un gobierno de transición y mientras más rápidamente lo tengamos, más probabilidades tendremos de salir del pantano en que nos encontramos atascados.

Aparte de los distintos modos que han proliferado, habría dos maneras inmediatas de salir de este gobierno:

• Por renuncia del Presidente y del Vicepresidente.
• O por su destitución, decidida por la Asamblea Nacional, por simple mayoría, resolviendo que hubo abandono del cargo por incumplimiento de sus funciones (según la opinión del jurista Dr. Rafael Sánchez).

En ambos casos se impone la intervención constitucional de la Fuerza Armada, en su obligación de garante de la Constitución, pues la Constitución no es sólo nuestra constitución física, o sea el territorio y la seguridad interna; sino que –no olvidemos- incluye nuestra constitución moral, nuestros derechos humanos y ciudadanos.

El segundo miedo es el temor a que se instale una dictadura militar, un Pinochet cualquiera. Pero la madurez política del Pueblo venezolano, que incluye las fuerzas armadas, permite asegurar que una junta militar no tendría vida. En primer lugar por los precedentes: En la pasada renuncia del Presidente Chávez, el Alto Mando se negó insistentemente a participar en el Gobierno provisorio, lo que yo consideré indispensable o al menos muy aconsejable para evitar el regreso a la situación anterior. Y, en segundo lugar, por el buen ejemplo dado en 1936, 1945 y 1958 y los resultados positivos que obtuvieron, que refuerzan esta tradición democrática, civilista de los militares venezolanos en tiempo de crisis. Al día siguiente del golpe de Pinochet, un oficial general me dijo: “Esos militares chilenos saben dar un golpe, pero tendrían que pedirnos ayuda técnica para enseñarles como salirse de eso”.

Hay que luchar contra el miedo. Contra todos los miedos que asustan y paralizan a la sociedad venezolana. Contra los miedos políticos. Contra el miedo a la inseguridad. Contra el miedo a la miseria, habrá que restablecer la confianza, reiniciando la lucha contra estos flagelos humanos de un modo aceptable y sistemático.

II- PUEBLO MADURO Y HEROICO

Es ejemplar en el mundo la madurez política que demostró Venezuela tanto en el Paro Cívico como en las gigantescas concentraciones populares, en las que destacó la formidable iniciativa y participación de las mujeres.

Los venezolanos de toda clase: Económica, social o política debemos unirnos ya, otra vez con un solo propósito: Reponer con urgencia a la República en el camino constitucional, en busca de un clima de paz, armonía social y progreso económico.

El actual régimen no podría lograr este objetivo, ni tampoco podría lograrlo una junta o gobierno improvisado y aventurerista pues un nuevo régimen de incompetentes, de inexpertos mas bien aumentaría la pobreza y la descomposición social, minando nuestro igualitarismo, fomentando los resentimientos y estimulando bandas terroristas y vengativas.

Al indignante costo social que está produciendo la aventura chavista se unen ahora enormes pérdidas materiales, tanto privadas como públicas. Este gobierno, sordo e incompetente, ha recibido más ingresos que ningún otro en la historia de Venezuela y además se endeudó y se sigue endeudando brutalmente. Ha paralizado nuestra economía y malbaratado, en cuatro años, 115.000 millones de dólares, corrompiendo además por trasmano, imposibilitando el progreso y la creación de empleos, desacreditando y exponiendo a Venezuela al desprecio, todo esto sin dejar obra y sin dar mantenimiento a nuestra vasta infraestructura, abandonándola.

Al desprecio y descrédito que sufre Venezuela este desgobierno ha agregado una literal liquidación del nacionalismo venezolano, disolviendo la Nacionalidad, abriendo camino a la formación de Minorías extranjeras, vendiendo visas y pasaportes y tolerando y protegiendo la guerrilla del país vecino, la cual, al fin y al cabo es una tropa extranjera que se mete en nuestro territorio. Es la disgregación de Venezuela, la venta de sus riquezas y la destrucción de la economía venezolana.

¿Es esto lo que merece Venezuela? ¿Es esto lo que merecen los descendientes de los Libertadores? ¿Tanta sangre y tras haber logrado cien años de paz, venir a caer en manos aventureras y sin escrúpulos?

III- HACIA PRONTAS ELECCIONES

Para cambiar, la solución es la vía electoral. Ahora bien, para lograr elecciones que tengan la necesaria credibilidad es indispensable tener un gobierno que inspire confianza y el gobierno actual no garantiza imparcialidad, mientras que un gobierno transitorio sí pudiera garantizarla.

Se necesita también el tiempo indispensable para realizar una verdadera y eficaz campaña electoral y así poder conocer a los verdaderos líderes. Es típico de la actual confusión política que se esté pidiendo “que aparezca” un solo líder, totalitariamente, mediáticamente. Eso es antidemocrático. Los candidatos deben poder ser varios y haber demostrado capacidad política y administrativa así como respaldo de un partido fuerte y capaz de colaborar desde el parlamento. Para eso será hora, de una vez, para siempre y al establecerse el gobierno de transición, que se decrete que la elección presidencial tendrá como base “No Reelección” y “Doble Vuelta”.

Las elecciones no pueden ni deben reducirse a la elección presidencial. En consulta con la opinión pública y con el Consejo Federal (Plenario) de Gobierno, se podría, tanto convocar elecciones de Gobernadores y autoridades municipales, como elegir el Senado o quizá las dos Cámaras y los Consejos Legislativos.

En todo caso, el gobierno de transición deberá garantizar el mayor equilibrio político para no ser acusado de favorecer candidatos en las elecciones y, por supuesto, sus integrantes no podrían ser candidatos a la Presidencia de la República .

IV- LA TRANSICIÓN ES BREVE Y CONCILIADORA

Para justificar su transitoriedad, el Gobierno de Transición deberá ser breve.
Esta solución implicaría:

a.- El gobierno transitorio cesaría entregando el Poder a los electos mediante comicios celebrados del modo más pronto y eficaz.
En efecto, a diferencia de los precedentes de 1945 y 1958, ahora existe el aparato electoral necesario y la fecha de elecciones no depende solo del aspecto administrativo, el cual es gobernado por el Consejo Nacional Electoral, sino que también depende del tiempo necesario para presentar candidaturas y realizar las indispensables campañas políticas.
b.- Dar garantías de seguridad al Presidente y al gobierno saliente. No a la violencia. No a los saqueos. Salida pacífica del Presidente y personeros de su gobierno.
c.- La creación inmediata del Consejo Federal de Gobierno en el espíritu del artículo 185 de la Constitución, pues la grave crisis política y económica en que está la Nación, no admitiría un simple gobierno unipersonal, entre otras razones porque, siendo inherente a la Transición tener poderes extraordinarios, cualquier Presidente Transitorio que pretendiera gobernar sólo, aparecería rápidamente como un dictador. De modo que cualquier alternativa deberá ser altamente participativa y de decisiones tomadas colectivamente.

V- ¡EL DESPEGUE!

Es necesario que el Gobierno de Transición demuestre las ventajas económicas del Cambio y este no podría realizarse con obras públicas, como tradicionalmente, pues hoy en día apenas queda 3% del Presupuesto para mantenimiento y nuevas obras públicas.

Las operaciones deberían estar enfocadas hacia lograr un rápido despegue social y económico. El despegue social debe ser altamente imaginativo y rápido, combinando los recursos administrativos y gerenciales existentes en el sector público con los del sector privado, para lograr soluciones directas y efectivas como la cedulación de venezolanos y extranjeros; el control sanitario y de menores; o la seguridad social; y dirigiéndose directamente a los más urgentemente necesitados, en particular a las madres solas con hijos. No más burocracia, sino redireccionar la existente.

En cuanto al despegue económico, pudiera “aprovecharse” la existencia de la inmensa deuda laboral, que afecta a todos los estamentos nacionales y que, por tanto, al ser pagada, beneficiaría prácticamente a todos los habitantes de Venezuela, directa o indirectamente. El pago de esta deuda deberá traducirse en ahorros y estos en inversiones, reactivando al Sector Privado y, con este, el empleo y la producción. Su carácter de ahorro, correctamente implementado, pudiera eliminar o amortiguar lo que de otro modo sería un grave peligro inflacionario.

Los proyectos necesarios para esta y otras delicadas operaciones de despegue, tanto en lo social como en lo económico, ya han sido debidamente formulados y consultados, sin olvidar cuatro ineludibles principios: Pagar las deudas. Ahorrar lo mejor posible. Equilibrar el Presupuesto. Y estabilizar el poder adquisitivo de la moneda.

Esos objetivos tampoco deben perderse de vista al reorganizar la administración pública, lo que, por cierto, no pueda basarse en el despido inmediato y masivo de funcionarios y obreros, sino que debe volcarse hacia la aceleración de los procedimientos, a la eliminación de los retardos corruptivos y a combatir así el tráfico de influencias y otros delitos contra la cosa pública.

VI- JUSTIFICACIÓN

¿Por qué una transición?

En primer lugar, porque lo exige la Constitución, ya que tiene un vacío y no prevé quien ocupa la Jefatura del Estado cuando ocurre falta absoluta del Presidente y del Vicepresidente.

Entonces, lo más lógico es llenar este vacío del modo mas ajustado posible al texto constitucional, o sea dando vida al artículo 185 y creando el previsto Consejo Federal de Gobierno (Plenario); y agregando que tendrá un Consejo Federal Ejecutivo compuesto, por ejemplo, de seis o siete civiles entre los cuales el Presidente, un gobernador y un alcalde; mas el Ministro de Defensa y los cuatro Jefes de Fuerza.

El Consejo Federal de Gobierno (Plenario) está integrado según la Constitución de 1999 por el Ejecutivo y los Gobernadores, a mas de los representantes municipales. Pero como el artículo 185 permite incluir “representantes de la sociedad organizada”, esto podría aprovecharse para crear un sistema de participación y legitimación ciudadana en grado extraordinario. Comisiones sectoriales y especializadas, nombradas a término fijo, ad-honorem, tantas como fueran necesarias para garantizar ideas y participación ciudadana, funcionando así mismo en Caracas como en otras ciudades.

Esta participación de trabajadores, empresarios y especialistas civiles y militares, de toda Venezuela y no sólo de la capital, daría firme ayuda y apoyo a las decisiones de su Consejo Federal Ejecutivo y a las reformas legislativas de emergencia, para cortar por lo sano el nudo de enredos que viene paralizando desde hace años nuestra economía y nuestra administración pública.

En segundo lugar, para concretar, y realizar un programa que ofrezca inmediato alivio a la situación económica de todo el Pueblo, en particular para mejorar la situación social de los mas pobres, de las madres y de los ancianos; para fomentar el empleo y para atraer la inversión, pues cambiar de gobierno debe significar, sobre todo, cambiar la situación económica de todos los venezolanos; y esto, es posible.

Aunque el Gobierno de Transición debe ser breve, su duración puede ser suficiente y aprovechable para solucionar problemas perentorios y, sobre todo, para efectuar las necesarias operaciones financieras, que son delicadas, pero factibles.

Esto es posible hacerlo en Venezuela, porque existen los talentos necesarios y porque Venezuela no sufre una real crisis económica, como otros países, sino que nuestra crisis es financiera y administrativa. Valiéndonos de fórmulas seguras e imaginativas, es posible solucionar esta crisis financiera sin vender activos nacionales ni parte de PDVSA, y sin endeudar más a la República ni vender la producción petrolera por adelantado.

VII- CON FIRMEZA, SIN VIOLENCIAS

Debe evitarse todo lo innecesario o irritante. Es necesario mantener las instituciones y el orden legislativo vigente en todo lo que no contradiga los bien consultados decretos del Gobierno de Transición.

Hay que garantizar a la Asamblea Nacional y al Poder Judicial el máximo apoyo en sus trabajos. La relación entre la Asamblea Nacional y el Gobierno de Transición sería como se acostumbra constitucionalmente entre la misma Asamblea Nacional y una Jefatura del Estado habilitada para reformar cualquier aspecto de nuestra legislación. Solo que en la Transición, esta Jefatura del Estado sería colectiva y altamente participativa.

El Gobierno de Transición debe tender la mano cordialmente a todos los venezolanos, dando a todos los habitantes, sin excepciones, plenas garantías políticas y humanitarias. Debe también decir No al Crimen y proceder con firmeza pero sin arrogancia ni venganzas. Un Gobierno no debe busca pleito, sino procurar colaboración y fortalecer y acelerar la aplicación de la Justicia.

VIII- PRIMER MINISTRO

El novedoso ingrediente parlamentario incluido en el artículo 239 de la Constitución, sería puesto en ejecución, separando así las funciones de jefatura de Estado de las de la jefatura de Gobierno, pues como dice el artículo 239, el Presidente, al designar al Vice-Presidente, debería encargarle la presentación de candidatos a ministros para formar Gobierno, recordando el estilo del Primer Ministro de la constitución francesa y otras, pero esta intención del constituyente nunca la cumplió el chavismo.

Al dar al Vicepresidente carácter de Primer Ministro, confío en que nos iremos acostumbrando a su principal ventaja: Poder cambiar pacíficamente de gobierno sin necesidad de dar de palos al Estado.

IX- FEDERALISMO Y PROGRAMACIÓN

No olvidemos que Venezuela nació federal (1776) y que debe ser verdaderamente federal. La descentralización se debe llevar al máximo de racionalidad. La desconcentración, además, completaría también al máximo el acercamiento o vecindario de los servicios públicos a los ciudadanos. Hay que hacer prácticos, sencillos, rápidos a los servicios públicos.

La organización verticalista del gobierno sería reducida y reactivada mediante ciertos grandes proyectos dirigidos horizontalmente, tal como se presentan en la Agenda para la Transición Democrática, hoy revisándose a la luz de la actual situación financiera, social y laboral.

Luchar contra nuestra tendencia a complicar, a enredar. La característica de las administraciones desarrolladas, exitosas, es a eliminar enredos y a procurar soluciones, organización y modos de resolver y las cosas que sean lo más simples, comprensibles y cómodos para el ciudadano.

Parte de la comodidad, indudablemente es tener el gobierno lo más cerca posible, los servicios lo más juntos y accesibles que se pueda.

Otra parte es tener una planificación tan clara y relacionada con la realidad, que dé seguridad y confianza a todos los estamentos y tipos de la ciudadanía.

X- HONESTIDAD ACTIVA

Es indispensable luchar de modo concreto y realista contra la corrupción, abandonando generalidades y llamando y persiguiendo cada delito de corrupción por su nombre: Peculado, concusión, suposición de valimiento, etc. Como la fuente principal del soborno y de la suposición de valimiento (Tráfico de influencia) es el retardo perjudicial, debe hacerse un rápido inventario de asuntos pendientes y despedir a los empleados y jueces culpables de retraso o retención, dando previamente plazos perentorios. La Contraloría sería reformada y la Fiscalía sería reforzada. La función contralora pudiera dividirse entre una Contraloría General (interna, diaria, dos firmas, que proteja al funcionario honesto) y una Auditoría General quizá siguiendo el modelo canadiense. ¿Para qué inventar?

Además, el Gobierno puede y debe pagar de contado o del modo más pronto posible.

Recordemos: las generalizaciones son adormecedoras y hasta engañosas y corruptoras. Por ejemplo, de tanto hablar de “La Corrupción” muchos llegan a la torcida conclusión de ¿Si todos lo hacen, porqué yó nó? Adormece igualmente tanto hablar grandielocuentemente de “La Madre y el Niño”, “La Pobreza”, “El Crimen”. Un gobierno vigoroso debería puntualizar, desglosar y resolver sistemáticamente.

XI- EJEMPLARMENTE PARTICIPATIVO

Naturalmente, la nueva legislación, en todos los campos, no debe ser apresurada; debe ser producto –así se vislumbra- del febril trabajo de las Comisiones especializadas del Consejo Federal de Gobierno (Plenario).

Las Comisiones tendrían objetivos específicos, con cronogramas y términos a su gestión. Serían como fuerzas de tarea para presentar soluciones específicas, proyectos para el Consejo Federal Ejecutivo, así como para dar opinión sobre los proyectos que éste les presente.

Las Comisiones no serían permanentes, tomando en cuenta el necesario inmediatismo de un gobierno provisorio; su papel no sería ofrecer villas y castillos. Su papel es despegar la economía y dejar al gobierno elegido el camino libre para avanzar en el desarrollo político, social, económico y administrativo. A tal efecto, los candidatos presidenciales deberían tener libre acceso y constante información sobre los planes, programas, proyectos y obras. La transición no debe ser atarlos de manos, sino ayudar al arranque de la gestión del elegido Presidente.

XII- TRANSICIÓN ES DESPEGUE Y ESPERANZA

Transición no es lo mismo que interinaria. Transición implica esperanza, cambio, mejora. Una interinaria es más bien estática en tanto que las Transiciones pasan a la Historia por los cambios y mejoras que logran.

Las transiciones no son necesariamente cambios bruscos e inesperados de Poder. Hay gobiernos electos que presentan todas las características de una transición, por el impulso, por el salto que imprimieron a su país. En Venezuela los gobiernos constitucionales de López Contreras (1936-41) y de Rómulo Betancourt (1959-1964) fueron grandes transiciones. El paso de Leoni a Caldera en 1969 marcó otra transición, pues el Pueblo quería ver además si era posible cambiar de un partido a otro. En Alemania en 1922, Friederich Ebert marcó una transición al eliminar una moneda y reemplazarla por otra, y al pacificar a su país. Franklyn Roosevelt marcó en 1932 una transición al dar un corte a la crisis bancaria (cerraban cien bancos por semana) y promover el empleo por medios revolucionarios, pues las transiciones democráticas y constitucionales logran cambios que a veces son mas duraderos y efectivos que los producidos por dictaduras violentas y aspaventosas.

Venezuela está en una situación grave y en un momento crucial. Si con valor y audacia nos decidimos a librarnos del temor político y de sus causas, los venezolanos tendremos las manos libres para desterrar también la Necesidad y la Inseguridad y para consolidar nuestra democracia y nuestra economía. Para eso exigimos un gobierno de transición imparcial, competente y patriota.

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