Opinión Nacional

¿Qué esperar de Maduro?

Después de la tonitronante presidencia de Hugo Chávez, ha llegado Nicolás Maduro al mando mayor de la República.

La diferencia de estilos es notoria, no hay ni siquiera que apuntarlo, a pesar de los intentos del sucesor por copiar modos y maneras de su antecesor. Por cierto, es importante alertar a Maduro acerca de esta tontería porque buena parte del clima de conflictividad que ha vivido el país tuvo demasiado que ver con el estilo camorrero de Chávez. Si Maduro intenta seguir el mismo camino habremos pasado de Guatemala a Guatepeor.

Pero, esto, que es importante, sin duda, es apenas un aspecto de la expectativa que cabe tener ante un cambio en las alturas del poder, así se trate de personas pertenecientes a un mismo movimiento político, tal el caso de Chávez y Maduro. Este último hereda el país que Chávez le dejó, preñado de problemas de todo tipo y entre los cuales destacan los económicos y sociales.

Lo más inquietante, empero, es la incertidumbre que nace en relación con el nuevo liderazgo. De Maduro no se sabe hasta dónde alcanza su conocimiento de la economía, pero puede intuirse que no llega muy lejos. No es que un presidente deba poseer una cultura enciclopédica, sobre todo en asuntos económicos, pero es obvio que, al menos, debe entender sus aspectos más generales y cercanos al diario vivir de sus compatriotas, sobre todo en cuanto atañe a los tres golpes del condumio (que para muchos, dicho sea de pasada, son apenas dos y he aquí parte sustancial de nuestros problemas sociales). De lo contrario no podría relacionarse ni con sus ministros de economía. De algo de eso hemos tenido una muestra con la intromisión de Giordani en el manejo de la economía. Catorce años de crisis permanente, en un continente donde muchos de sus países lucen económicamente muy recuperados, hablan muy mal de la dirigencia que hemos tenido hasta hoy.

Un país con los ingresos petroleros que percibe el nuestro no tendría razón alguna para estar como está. Excepto ­y tal es el caso nuestro­ que esa enorme riqueza sea mal administrada, con criterios de nuevo rico. Es decir, hay plata, por tanto gastémosla. En esto reside parte de nuestra desgracia.

Haría bien, pues, Maduro, en afirmar su propio perfil y dotarse de un equipo que lo ayude a tramontar los difíciles días que le anticipa nuestra economía y la repercusión de ella en el sentir de las gentes del común. Pero si persiste en andar por caminos que ya se transitan desde hace tres lustros, el resultado será el mismo. Protegido el país por los ingresos petroleros pero estancado en su desarrollo.

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