Opinión Nacional

Radiografía de la Demagogia moderna

“Abajo la democracia, que muera el poder del pueblo”, nadie en sus cabales se pondría en una esquina a gritar estas palabras sin temor a que una muchedumbre iracunda acabe con su vida.

Hemos aceptado estas ideas de democracia y poder popular como preceptos indiscutibles de nuestra vida política en el mundo occidental actual. Pues para muchos de nosotros es una sorpresa saber que filósofos griegos como Platón o Aristóteles estigmatizaban la Democracia como elemento corruptor del sistema republicano.

Es más, los fundadores de Estados Unidos, considerado hoy patrón de Democracia en el mundo, trataron de evitar por todos los medios su postulación; por tanto en la constitución creada en 1787 en Filadelfia en sus 7 artículos base no se menciona ni una sola vez la palabra. Es por ello que el sistema electoral norteamericano no se rige por el voto popular sino por un colegio de electores que son en realidad quienes eligen al presidente.

Precisamente esta palabra, demagogia, creaba pavor a los antiguos pensadores griegos por considerar que puede producir (como crisis extrema de la Democracia), la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que más frecuentemente nace de la práctica demagógica que ha eliminando así a toda oposición. En estas condiciones, los demagogos, arrogándose el derecho de interpretar los intereses de las masas, confiscan todo el poder y la representación del pueblo e instauran una tiranía o dictadura personal.

DE PERIODISMO A PROPAGANDA

Tanto Aristóteles, Platón y los republicanos americanos verían con horror como los medios de comunicación modernos se han convertido en grandes aliados involuntarios de los demagogos para diseminar sus mensajes, incluso más allá de sus propias fronteras. Lo que una vez llamaron el Cuarto Poder en resguardo de la democracia y la justicia social, hoy caen incautos al juego del escándalo creado por estos demagogos que acaparan los titulares de la prensa y noticieros electrónicos.

Si antes los demagogos contaban sólo con una atril y unos cuantos oyentes reunidos en un estrecho salón, con el advenimiento de los medios de comunicación masivos hicieron realidad el sueño de todo demagogo: atraer las masas igual que el Flautista de Hamelin.

El demagogo aprovecha cualquier brecha que la República o mal manejada democracia, para lanzar su discurso con ataques al sistema y alentar aún más las frustraciones y resentimientos, de las masas hacia los dirigentes.

Es aquí en los medios de comunicación entran en escena como los tontos útiles. En su afán por atraer mayores lectores a sus diarios y audiencia a sus noticieros, resaltan lo más escandaloso que estos demagogos inventan para atraer la atención. Es por ellos que aún hoy es recordado Adolfo Hitler y su famoso discurso en Nuremberg lleno de odio contra los judíos transmitido al mundo a través de la radio; a Nikita Krushev golpeando con su zapato el escritorio en la Asamblea General de las Naciones Unidas; las exaltaciones nacionalistas y xenofóbicas de Slobodan Milošević que terminaron en las horribles matanzas en Kosovo.

Entonces los medios de comunicación se convierten en cómplices involuntarios de la implantación de una política que único fin es la conquista y al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación. Es aquí cuando nace otro fenómeno político que ayuda al demagogo a perpetuar su poder: la Oclocracia.

La oclocracia es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo. Esta corrupción del populacho se logra por medio del clientismo político, el cual a través de sobornos, la administración del hambre o designación en puestos de poder, logra el apoyo incondicional de un grupo que sirve luego para reprimir y hostigar al resto de la población
La pregunta obligada en este momento es ¿cómo podemos identificar a un demagogo cuando habla ante las multitudes? Pues los síntomas son más fáciles de identificar que un catarro común. Lo que lo hace a veces difícil es que caemos en la trampa de las emociones que nos nubla la razón, o los periodistas reportan aquello que saben atraerá la atención y tocará la fibra emocional de su público. Sin saberlo estos profesionales de la comunicación pasan del ejercicio del periodismo a la propaganda. Lo irónico es que una vez entronizado el demagogo en el poder, aquellos informadores que reportaron imparcialmente en un principio luego son considerados por el caudillo como sus principales enemigos.

ALGUNOS SÍNTOMAS CLAVES:

Demonización: Esta aproximación consiste en asociar una idea o grupo de personas con valores negativos, hasta que esa idea o grupo de personas sean vistos negativamente. Los demagogos y sus estrategas en propaganda negativa les gusta comparar a sus enemigos con animales detestables como hizo Hitler al comparar a los judíos con ratas. Igualmente la asociación por descarte con personajes u organizaciones, sin existir en verdad un vínculo propiamente establecido, es una táctica muy utilizada por los demagogos. La insistencia de los republicanos de asociar a Barack Obama con los árabes, con la organización ANCOR o con el izquierdista Bill Ayers, es una manera de teñir la imagen de Obama ante el electorado estadounidense.

Falso dilema: También conocida como falsa dicotomía, hace referencia a una situación donde dos puntos de vista alternativos son presentados como las únicas opciones posibles. Como ejemplo tenemos el típico: «estás conmigo o contra mí»; “eres patriota o traidor”. Supone una definición simplista de la realidad y de esa forma se consigue evitar la toma en consideración de las demás posibilidades. Durante la campaña electoral norteamericana el bando republicano utilizó este método al referirse que ellos SI eran la verdadera representantación del patriotismo estadounidense. Por descarte, entonces, se implanta la idea que el oponente no es un patriota.

Medias verdades: hacer declaraciones que en la superficie para ser verdaderas pero al investigar más a fondo y compararlas con la realidad de la situación emerge como superfluas. Por ejemplo al decir que “la oposición nos acusa de recortar las ayudas sociales cuando en realidad inyectamos 500 millones de dólares a estos programas”. Pero cuando se compara con el avance inflacionario creado por la misma administración gubernamental en realidad redujo este aporte.

Victimización: proyectar responsabilidad en otros de los propios errores o desajustes económicos y sociales, ya bien sea la oposición o un país foráneo con intereses o vínculos económicos con el país. Esto le permite al demagogo exagerar la influencia del grupo opositor.

Clientismo: La práctica de nombrar adeptos, aliados y hasta aquéllos que simplemente por intereses particulares se adhieren a un movimiento político para ayudarle a alcanzar o retener el poder, es algo muy común en los gobiernos dirigidos por un demagogo. Una elemento clave de este control social es la economía y las posibilidades que tiene el pueblo de acceder a bines materiales. Cuanto más restringido sea el poder adquisitivo de los habitantes, mayor el poder del líder para agregar adeptos a su régimen. Un caso específico lo vimos en China a finales la década de los 50, cuando el país sufrió una gran hambruna muriendo más de un millón de personas por desnutrición a causa de las políticas económicas implantadas por el régimen de Mao Tse Tung. A pesar de todos saber que el gobierno tenía culpa de este desastre los adeptos al régimen crecieron por millones, ya que las alternativas eran estar a favor del régimen o morir de hambre.

Dramatismo: Los demagogos sienten una gran inclinación por la pomposidad y los cuentos dramáticos ya que saben que son un flechazo directo al corazón de las masas. Es por ello que vemos como en la China de Mao, en la Rusia de Stalin o en la Alemania de Hitler se orquestaron grandes y coloridas concentraciones donde se orbitaba alrededor de la figura grandilocuente del caudillo. Igualmente a cada rato se inventan historias de amenazas a su vida, las cuales tienen un doble propósito, incentivar el odio de sus seguidores hacia la oposición y apretar las válvulas de la represión y persecución de sus opositores. No sólo los regímenes totalitarios utilizan este método, sino también gobiernos democráticos, tal fue el caso de la administración republicana tras los atentados del 11 de septiembre, los cuales sirvieron de excusa para violentar los derechos civiles tanto dentro de Estados Unidos como en el exterior. También dentro de esta grandilocuencia, estos líderes demagogos les gusta los grandes títulos que simbolizan fortaleza o protección paternal como Papá Doc, Fuehrer, Caudillo, Comandante.

Estadística fuera de contexto: Consiste en utilizar datos numéricos para apoyar una hipótesis o afirmación, pero que estando fuera de contexto no reflejan la realidad. Aquí también se cuenta el uso tendencioso de estadísticas, también conocido como demagogia numérica.

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