Opinión Nacional

Romper el silencio: responsabilidad histórica de los chavistas democráticos

Desde que en 1999 el país se dividió irreconciliablemente entre chavistas y antichavistas; las tendencias y matices existentes en ambos sectores fueron desconocidas por el adversario. Los oficialistas encasillaron a toda la oposición como golpista, derechista y agentes de la CIA, y los oposicionistas desconocieron que junto al amplio sector de oportunistas con o sin antecedentes en la izquierda que han encontrado la ocasión de disfrutar y beneficiarse bien sea política o económicamente del poder ,y del recalcitrante sector ciegamente comprometido con el máximo líder, independientemente de lo retrógradas, personalistas y militaristas de sus propuestas, coexiste un sector democrático que creyó sinceramente en una alternativa de solución de los problemas políticos y sociales.

Desde la aparición del PSUV y en especial desde la propuesta de reforma constitucional, se han manifestado públicamente importantes disidencias hacia la orientación personalista y autoritaria que cada vez mas claramente se impone como proyecto de país. Sabemos de la existencia de muchos mas chavistas democráticos que disienten profundamente de las propuestas presidenciales, que se mantienen silenciosamente en espera de la aparición de una política acertada de la oposición que puedan respaldar.

La gravedad del momento que vive el país y de las consecuencias que acarrearía la aprobación de esta reforma, exige a este sector asumir la responsabilidad histórica de romper el silencio y crear una corriente de opinión que oriente a sus copartidarios y seguidores en este aciago momento, que ayude a superar la división entre chavistas y antichavistas para unir los esfuerzos de los sectores democráticos en la creación de un movimiento de salvación nacional contra el totalitarismo, independientemente de las simpatías partidistas de quienes lo integren.

Es preciso actuar antes de que sea muy tarde. Recordemos el amargo poema del gran poeta ruso Vladimir Maiakovski, distanciado del socialismo soviético cuando se percató de su naturaleza totalitaria.

La primera noche ellos se acercan y cogen una flor de nuestro jardín, y no decimos nada.

La segunda noche ya no se esconden, pisan las flores, matan nuestro perro
y no decimos nada.

Hasta que un día el más frágil de ellos entra sólo en nuestra casa, nos roba la luna, y
conociendo nuestro miedo nos arranca la voz de la garganta.

Y porque no dijimos nada ya no podemos decir nada.

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