Opinión Nacional

Sartre más allá del Olvido

Es el representante genuino de su siglo, de las angustias de una sociedad sin valores, que se mueve hacia “alguna parte” perdida en una eterna búsqueda sin jamás encontrar, enferma de hastió, desgastada y acaso sin posibilidad de retorno. Figura solitaria en un mundo plagado de hipocresía, Jean Paúl Sartre enarboló la autenticidad, aun a riesgo de ser execrado y condenado, su vehemencia lo llevó a defender posturas indefendibles, aferrandose con apasionamiento a sus ideas.

“Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”, esta frase nos muestra las dimensiones inalcanzables de su individualismo neurótico, un hombre en la medida de si mismo, que se sabe distinto y como tal se comporta, que se considera ajeno a los males de su época. Podemos imaginar que la vida cotidiana es una obra de teatro donde todos participamos y Sartre es el único espectador, que observa con ojos críticos a través de sus anteojos mientras consume su cigarrillo y elabora sus juicios partiendo de una frialdad imparcial, para luego plasmarlos en paginas inmortales, quizás incomodas, que muchos miran de soslayo y otros se esfuerzan en ignorar, pero que a pesar de todo están allí diciéndonos lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos.

Sartre, comunista sin ser jamás militante, se decantó por la Rusia Soviética como el modelo de desarrollo que debían adoptar las sociedades. Su defensa del Estalinismo, rayana en el fanatismo, lo condujó a justificar todos los crímenes cometidos por el dictador Georgiano, por considerar que el proyecto por el encabezado era moralmente superior al capitalismo occidental. Fue un ferviente partidario de la violencia inherente a la revolución como vía de transformación social y quizás de allí nació su antagonismo irreconciliable con otro gigante de las letras de Francia y del Mundo: Albert Camus, quien desde la orilla opuesta de la intelectualidad de entonces, atacó con todas sus fuerzas al Estalinismo, en el que identificaba un régimen personalista, oprobioso y tan deleznable como el capitalismo mas abyecto e infame. Paradojas de la vida, Sartre se alejo ideológicamente de la Unión Soviética cuando el ejército rojo invadió Hungría en 1.956 para reprimir el levantamiento que encabezó Imre Nagy. Sin embargo continuó admirando al Socialismo, al que consideraba “L´horizon indépassable de notre temps”.

El Sartre intelectual e ideólogo es un personaje incomodo en la Francia del siglo XXI, su aguzada critica y su pluma despojada de mitos fueron instrumentos que desenmascararon a los antivalores y los colocaron frente al hombre, sin adornos que los embellecieran. Sartre reformulo al existencialismo y lo transformo en su posesión, añadiéndole nuevas formas, vigorizándolo contra el desgaste que siempre han sufrido las corrientes del pensamiento y lo mantuvo a flote hasta su muerte, ocurrida hace un cuarto de siglo. “La Nausea” (1.938), “La Edad de la Razón” (1.945) y “La Muerte en el Alma” (1.949) son lo mas representativo de su excelsa narrativa. De su producción filosófica, “El Ser y la Nada” (1.943) es su obra maestra y el reflejo mas transparente del Sartre pensador e intelectual. El ser humano llamado a edificar su propio mundo, partiendo de su individualidad, para aceptar desde su soledad la responsabilidad de su accionar, por sobre la sociedad, la religión o la moral. El “deber ser” en su máxima expresión, como vía para desprenderse del colectivo y brillar en medio de la oscuridad. Asi fue Sartre, el mejor ejemplo del individualismo como esencia de vida.

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