Opinión Nacional

Se corre la arruga

Lamentablemente, las esperanzas puestas en la nueva Directiva del CNE, en su competencia y en su independencia, se desinflan. Es más que evidente que han dejado que las presiones de Miqui el «impoluto» se impongan, según su conveniencia política y que no han tenido el guáramo que se requiere para pararle el trote a los hegemones de turno.

De acuerdo con los planteamientos de técnicos que se respetan y que no tienen intereses partidistas, las elecciones no se pueden realizar en la fecha que decidió Miqui; pero eso a ellos no les importa un bledo: se creen los dueños del país y actúan como tales; descalifican a cualquiera que tiene opiniones propias y hasta tienen el tupé de hablar de «inmoralidad», cuando se han convertido en los Paradigmas (diccionario de Blancanieves, la de los enanitos y de los infórmenes) de esa misma inmoralidad que critican.

Lo triste de todo esto es que, de nuevo, la gente se da cuenta de que aquí no se nos toma en cuenta; de que poco importa lo que quiera «el pueblo» ante las ansias de poder de Chávez, Miqui, Rangel y su combo. Que las elecciones serán cuando ellos quieran, nos guste o no.

Estamos, entonces, ante lo que los muchachos llaman «correr la arruga»: la situación es la misma que la de principio de mayo, cuando se afirmaba, con desparpajo total, que las elecciones iban y que el Cronograma se estaba cumpliendo a la perfección. Y las posibilidades de un desastre en plena elección o unos días antes del 30 de julio, son más o menos las mismas.

Yo me pregunto: ¿aguantará el país un nuevo fracaso electoral? ¿Cómo es posible que sigan imponiéndonos cronogramas inviables a la fuerza, sin tener en cuenta el costo de esa imposición a una población que no es tan tonta como ellos creen? ¿Hasta cuándo va a ponerse a prueba la paciencia de los venezolanos? ¿Es que no les duelen los inmensos recursos dilapidados en la Megaplasta del mes pasado? ¿O es que, simplemente, están cocinando su fraude electoral y todo lo demás es pantomima, como lo fueron la Audiencia Oral de Miquilena, la Mesa de Diálogo (que oye pero no escucha), la suspensión de las elecciones del 28 por el TSJ, la nueva personalidad de Chávez respetuoso de las «instituciones» y «conciliador», que se autoinvita a los programas de televisión para atacar, vilipendiar y descalificar a periodistas respetables, todos con más calificaciones que él?

Mucho quisiera equivocarme pero, si no le ponemos un «parao» a esto (ya que la nueva Directiva del CNE no pudo o no quiso), vamos directo hacia otro fracaso electoral o, lo que es peor, hacia un fraude orquestado por el régimen chavista, esta vez «avalado» por técnicos plegados, como los otros, a las órdenes del Dúo Chávez-Miqui.

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