Sin miedo a una revolución

Cuando un grupo de personas se forma una imagen específica de un concepto general, se dice que este grupo de personas ha formado un estereotipo. Esta imagen suele ser inamovible. Por ejemplo, cuando una persona conoce a un ser de cierta nacionalidad y le parece poco simpático, la persona podrá haber creado un estereotipo, proclamando a todos los seres de esa nacionalidad antipáticos.

Algo similar puede ocurrir cuando una persona o una sociedad entera es presentada con un concepto básicamente indefinido y sin muchos precedentes dentro de su contexto social. A causa de la relativa novedad que posee este concepto dentro de dicho grupo social, es muy factible que este concepto sea estereotipado. Es decir, estas personas tomaran su experiencia con el concepto y por ende decidirán que cada vez que se presente y se aplique dicho concepto, el resultado será el mismo.

La palabra revolución era relativamente nueva en el ámbito político venezolano hasta que el actual presidente, Hugo Chávez, lo planteara, proclamando su plan de gobierno un autentico movimiento revolucionario. Antes de esto, los venezolanos no habían oído hablar mucho de revoluciones. Puede que se remontaran a sus días de bachiller y recordaran la revolución Francesa, o la Española. O tal vez la cubana. Pero aparte de las memorias de estudios pasados, en Venezuela no había una imagen concreta que acompañara a esta palabra. No se presentaba ningún hecho en la historia interna del país con lo que se pudiera relacionar.

En la actualidad, ya existe en Venezuela una imagen que acompañe la palabra. Lamentablemente, esta imagen no trae pensamientos muy amenos a las mentes de muchos venezolanos. A causa de esto, cuando se menciona la palabra revolución, la gente voltea hacia otro lado o hasta le dirige a la persona que pronuncio la palabra una mirada fulminadora, preguntándose la razón por la cual se pudiera atrever a decir tal blasfemia.

Pero lo que muchos venezolanos ignoran es que esta revolución en realidad no es una revolución, sino una farsa, que de revolución no tiene nada. Venezuela sigue con el mismo gobierno corrupto que lo ha acompañado por tanto tiempo, sigue con sus gobernantes ineptos que la han privado del destino glorioso que le espera.

Por esta razón los venezolanos no podemos creer que esto que vivimos consista en una revolución, y no debemos asociar esta palabra con la actual situación. No nos podemos dejar llevar por el estereotipo creado y pensar que las revoluciones son malignas. Todo lo contrario, una revolución verdadera es justo lo que necesita Venezuela en estos momentos.

Afortunadamente, los primeros indicios de esta revolución necesaria se han estado dando ya por bastante tiempo dentro de la sociedad venezolana. Las marchas, las concentraciones, las interminables colas para inscribirse en el registro electoral, las millones de firmas recogidas para llevar a cabo un referéndum consultivo… Estas y muchas más son las señales que han dado incontables venezolanos del amor a su país, a su bandera, de su deseo de participar activamente en su sistema político, de la insistencia que tienen por cambiar el destino que les depara a ellos y a Venezuela.

Algunos de los cambios e innovaciones más significantes de la historia humana se han dado tras importantes revoluciones que han llevado a cabo grupos de personas decididas a cambiar su entorno político, social o económico para la mejora de sus condiciones de vida. Dos claros ejemplos son la revolución Francesa o la revolución Industrial. Ambas significaron avances incomparables para los seres humanos, ya fuera en el entorno económico o social.

Conscientes de esto, los venezolanos simplemente no podemos rechazar las revoluciones por miedo a que se repita la situación que vivimos, ya que esto no es una revolución. Una revolución es lo que nos va a sacar de la situación en la que estamos, una revolución es lo que nos va a asegurar los cambios que son necesarios para establecer un futuro prospero para nuestro país.

“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos conscientes y dedicados puedan cambiar el mundo. De hecho, eso es lo único que lo haya logrado.”
Margaret Mead