Opinión Nacional

Un cambio de actitud

Con mucha frecuencia se aborda el tema de la importancia que reviste la sociedad civil organizada para el logro de fines estrictamente colectivos que obviamente persiguen el bien común.

Sin embargo, hemos caído en una suerte de retórica si se quiere fastidiosa, al admitir como una realidad éste concepto, pero solamente nos conformamos en el mero enunciado y entonces, como reza el refrán popular: “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Esto es una gran verdad y poco se han hecho para llevar a la práctica un verdadero cambio de actitud y mentalidad. Quizás esto pudiera obedecer a la demarcación de que en el mundo de hoy existen dos centros de poder, cada uno de los cuales propaga su sistema socio-político propio: el comunista o socialista y el capitalista u occidental. El primero, desde luego, es aparentemente mas uniforme en su propaganda como en la realidad que el mundo occidental, cuyas diferencias de sistema son mayores. En Estados Unidos, por ejemplo, las tendencias capitalistas y liberales son considerablemente mas fuertes que en Europa debido quizás a la magnitud y poder de EEUU, pero no es menos cierto, que el origen de los Partidos Socialistas se halla en la misma aversión hacia el capitalismo, que es el punto de partida del comunismo, pero ellos han desarrollado métodos alternativos para eliminar los peores excesos del capitalismo. Su significación radica en el hecho de que, a diferencia de los comunistas, respetan la opinión de los demás y sitúan su acción sobre bases democráticas, aunque, al mismo tiempo, no aceptan la libre empresa como único camino para llegar a una sociedad eficiente y humana. Son partidarios de una sociedad mixta que probablemente sirva mejor los intereses de la población que una total reglamentación o la plena libertad empresarial, que es por cierto la incertidumbre en que nos debatimos los venezolanos en estos momentos. Pues cada quien lleva por dentro su buena cuota de capitalista o de comunista, la cual se manifiesta tarde o temprano, según la situación o el ánimo en que se encuentre.

Es indudable que se han obtenido mejoras significativas en la distribución de la renta disponible en la mayoría de los países bajo fuerte influencia socialista democrática, el principal problema social en ellos continúa siendo el de emparejar mas los ingresos, y en el caso mas específico de Venezuela esto pareciera un drama de nunca acabar; y cuando hemos creído tomar la senda correcta, damos marchas y contramarchas y nos encontramos que tenemos que comenzar de nuevo. La sociedad civil, que en resumen somos la inmensa mayoría de las comunidades organizadas o no, los gremios, agrupaciones, sectores y hasta grupos de opinión, han venido siendo utilizadas de alguna manera por las estructuras formales del poder en todas sus manifestaciones y una de ellas son por supuesto los Partidos políticos. Nos hemos dejado de alguna manera “capitanear” por esa complicada pero bien organizada célula y no nos percatamos de su influencia sino cuando ya es demasiado tarde y poco podemos hacer para remediar la situación, somos una especie de gran condominio social en donde a pesar de ser los accionistas mayoritarios de la comunidad en donde nos desenvolvemos, las decisiones las hemos dejado en manos de una suerte de conserje quien no es accionista, pero por la dejadez de la gran mayoría, maneja como puede y quiere los Intereses de los demás. La Sociedad Civil tiene que cambiar ésa actitud pasiva y si se quiere ingenua, cuanto antes, para asumir una acción mucho mas participativa y cuestionadora de quienes administran sus intereses, no se trata de criticar permanentemente y sin fundamento, pero si de exigir mayor eficiencia en los servicios fundamentales y sobremanera transparencia y pulcritud en el manejo tanto de la Cosa Pública como también en el sector privado, pues no es el caso de una conducta de un determinado sector sino mas bien de una actitud de todos como Pueblo frente a un problema de moral ciudadana.

Uno de los aspectos que a mi modo de ver debemos darle prioridad urgente es al educativo, pues es allí donde convergen muchísimas de nuestras carencias; lamentablemente el enfoque cortoplacista que casi todos los gobiernos le han dado, no ha permitido una política educativa coherente y a largo plazo. Es muy posible que ante la disyuntiva de un gobierno de invertir en un muchacho en el preescolar, cuyos frutos se verán a los 20 años, prefiera tomar el atajo de construir un Club para los trabajadores o un gimnasio en un plantel superior, lo que posiblemente a corto plazo dé un mayor rendimiento electoral que lo otro que es la verdadera raíz de nuestro atraso y subdesarrollo.

Ojalá tomáramos mayor interés en éste tema, pues comienza a difundirse la opinión de que a éste propósito la educación debe desempeñar definitivamente un mayor papel. El acceso a la educación tiene que ensancharse a toda costa, pues bien sabemos que no todos los talentos de la población son usados, y uno de los impedimentos para ello es de carácter pecuniario. Los derechos de matrícula no son tan decisivos pero si lo es el costo de la vida y el descenso de las rentas de los estudiantes o de sus padres, por ello es hora que los Partidos Políticos o sus candidatos se pongan a tono con esa responsabilidad y comiencen a pagar los intereses de ésta vieja deuda para con la sociedad y el pueblo venezolano. Este es un año crucial para comenzar un proceso de cambios verdaderos en la institucionalidad del país. No se trata pues de quitar o poner a un gobierno, que no es lo único que importa, sino de crear un habito colectivo y cambiar de actitud para establecer una visión de estado a largo plazo que evite los sobresaltos que supone un cambio político en unas elecciones y le dé a Venezuela un contenido más firme de estabilidad y permanencia en materia económica y social.

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