Un Grammy para el Tío Simón
La noticia se abre campo entre los titulares que reflejan la montaña rusa de las bolsas del mundo, abriendo un paréntesis en la reseña de la crisis financiera de buena parte del orbe. Entre tanta desesperanza y fatalidad, el nombre del país se eleva de la mano de uno de sus hijos más queridos.
La Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos, ha anunciado oficialmente que el próximo 12 de Noviembre le será entregado el Premio Grammy Honorario, al maestro Simón Díaz.
Alguien pudiera pensar que a Simón Díaz no le hacen falta ya ni este ni ningún otro premio, luego de toda una vida dedicada a cantarle a Venezuela, y a edificar una visión del país, de su música, de las costumbres y tradiciones de su gente, para recibir a cambio el más importante de los trofeos: el del respeto, el cariño y la admiración de todos los venezolanos. ¡Caraaa-cha negro!
Apartando la mezquindad que puede albergar dicho pensar, el Grammy para Simón Díaz representa un homenaje y celebración al talento que puebla las letras y composiciones del maestro Simón, poesía sencilla en forma de verso que se desliza entre un cuatro y un arpa, para cantarle a la llanura, al paisaje venezolano, a la luna, a sus mujeres y a los muchos motivos que constituyen esa pequeña cultura cotidiana, hecha grande y universal por la pasión de Don Simón.
Visto desde este umbral global de la contemporaneidad que habitamos, Simón Díaz representa, musicalmente, una Venezuela rural, o la tranquila cotidianidad del arreo del ganado, la profunda sencillez de un canto de ordeño, el fino humor pueblerino de una anécdota amorosa, la sensación de absoluto infinito del llanero ante la inmensidad de la sabana, o la emoción de quien, en el ocaso de su vida, aun es capaz de enamorarse y sentir en una mirada femenina la posibilidad del amor.
Esa Venezuela sencilla y trabajadora, plena de historias y fábulas, de sueños y temores y sobre todo de mucho humor y buena disposición para enfrentar las adversidades que ha reflejado Simón Díaz en cada una de sus composiciones, convive con otra decididamente urbana y ajetreada, que lucha por imponer su lógica cosmopolita y global, tecnológica y con una nueva y homogénea identidad.
Su “Caballo Viejo”, tema emblemático y más universal, traducido a varios idiomas, demuestra no sólo la universalidad de su talento, sino la vigencia de su inspiración y relatos hechos música, en versiones y arreglos que desde el hip hop, la música electrónica, pop o inclusive el flamenco, rescatan el mensaje cálido del maestro hacia su pueblo, su gente.
Entre toda la riqueza y versatilidad de una personalidad que ha hecho de todo, desde muy joven, siempre volcada al arte de entretener, recordamos su labor pionera en la televisión venezolana, con la producción del programa “Contesta por Tío Simón”, espacio que llenó un vacío, hacia la segunda mitad de los ochenta, de temas y tópicos que abordasen, de manera pedagógica y jocosa, la cultura, la música y las tradiciones venezolanas. El contrapunteo, juegos tradicionales venezolanos, un sentido de respeto a la naturaleza de gran contenido ecológico y conservacionista, y su buen humor característico, le valieron el que toda una generación lo llame con toda la cercanía y cariño posible “el Tío Simón”.
El caballo viejo cabalga alegre, en las llanuras del cariño del pueblo venezolano. La vaca mariposa le regala su mejor sonrisa, y su becerrito lindo parece aplaudir en su trastabillar, por este premio para su padre. La luna ilumina mucho más la hermosura del paisaje llanero, pleno de sonidos y cadencias que todos sus pequeños habitantes, en una suerte de sinfonía silvestre, le ofrendan a uno de sus mejores pintores musicales. La sabana le regala al maestro, Simón Díaz, un crepúsculo colorido y silencioso, para que se puedan escuchar los aplausos que todos los venezolanos, militantes obstinados de la esperanza en su país, le regalan. No se escuchan. Son aplausos del alma. Aplausos por este Grammy para el Tío Simón.
