Opinión Nacional

Una Comisión de la Verdad ¿Develaría la verdad?

El asunto de crear una Comisión de la Verdad a fin de esclarecer los hechos violentos ocurridos recientemente en Venezuela, de nuevo me conducen al intercambio de ideas que en el año 1932 realizaron Einstein y Freud en torno al problema de la guerra.

Según Einstein, las instituciones están propensas a que sus veredictos sean desvirtuados, sus decisiones se aproximan a un ideal donde el derecho y el poder van de la mano. El afán de poder característico de los gobernantes y las actividades de quienes se guían por aspiraciones puramente mercenarias, económicas, son el obstáculo al logro de la Paz. Pareciera ser que la minoría, la clase dominante hoy, tiene bajo su influencia las escuelas y la prensa, y por lo general también a la Iglesia. Esto les permite organizar y gobernar las emociones de las masas, y convertirlas en su instrumento. El hombre tiene dentro de sí una pasión, latente, de odio y destrucción, que emerge en circunstancias inusuales, siendo relativamente sencillo ponerla en juego y exaltarla hasta el poder de una psicosis colectiva. ¿Pudiéramos decir que desde el instante en el cual se enfrentaron los intereses y opiniones entre: Chávez y no Chávez, se desencadenó la violencia entre los identificados con uno u otro.?

Para Freud, el derecho fue en su origen violencia bruta que luego pasó a través del hecho de que la mayor fortaleza de uno podía ser compensada por la unión de varios débiles; ahora el derecho es el poder de una comunidad y sigue siendo una violencia pronta a dirigirse contra cualquier individuo que le haga frente; trabaja con los mismos medios, persigue los mismos fines; la diferencia sólo reside, real y efectivamente, en que ya no es la violencia de un individuo la que se impone, sino la de un conjunto. La unión de los débiles, primer paso en el camino para prevenir la violencia y evitar sus estragos, necesita que sea organizada con leyes que determinen la medida en que el individuo debe renunciar a la libertad personal de aplicar su fuerza como violencia, puesto que nada se habría conseguido si se formara sólo a fin de combatir a un hiperpoderoso y se dispersara tras su doblegamiento, ya que el próximo que se creyera más potente aspiraría de nuevo a un imperio violento y el juego se repetiría sin término. Cabe recordar, en este punto, las palabras del Secretario General de la OEA en ocasión del seminario sobre la violencia criminal urbana realizado en Río de Janeiro el 02 de marzo de 1997: «Muchos países latinoamericanos no han sido completamente exitosos en establecer una de las piedras angulares de la democracia: el control legal de la violencia».

A la desigualdad señalada por Einstein, en cuanto a que las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos, Freud indica que ésta origina dos fuentes de movimientos en el derecho y en su desarrollo: por un lado, los intentos de ciertos individuos entre los dominadores para elevarse por encima de todas las limitaciones vigentes y así retrogradar del imperio del derecho al de la violencia, y por el otro, los continuos empeños de los oprimidos para avanzar de un derecho disparejo a la igualdad de derecho.

Al final de su exposición, Freud deposita la esperanza de un mundo en paz en el proceso de desarrollo de la cultura, mediante el uso de la razón y no de la violencia.

¿Será posible situar la razón en el lugar de la verdad?

Mardonia López Machado es Médico Psiquiatra
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