Opinión Nacional

Una moderna película silente asombra a los críticos y públicos

Uno de los eventos cinematográficos más llamativos de los últimos tiempos está ocurriendo en plena época del 3D, el color, las pantallas gigantes y el sonido estereofónico. Se trata de un filme francés con el sencillo título de “The Artist”, filmado en blanco y negro, sin diálogos ni sonido ambiental (sólo la música incidental rompe el silencio), donde la peripecia se comprende –como en la era del cine silente- sólo con los gestos, las expresiones faciales y un mínimo de parlamento intercalado en carteles que ocupan toda la pantalla. Con estos rudimentarios elementos, el director logra contar una historia de amor entre un actor en decadencia y una actriz en ascenso, ambientado justo cuando el cine silente empezaba a desaparecer ante los embates del cine sonoro, a finales de la década de los años 20 del siglo pasado.

Un proyecto inusual

Este proyecto realizado por el cineasta francés Michel Hazanavicius lucía descabellado al principio, especialmente cuando el cine hace gala de modernas técnicas de formato, color y sonido que ofrecen imágenes de gran realismo. Pero este director –conocido en Francia por un puñado de filmes policiales- logró conseguir el capital para financiarla y realizarla en la misma meca del cine, Hollywood. La producción costó unos $ 18 millones -un monto importante en un país donde el promedio no sobrepasa los $ 5 millones- y ha sido suficientemente apreciada por críticos y públicos como para augurar toda una serie de éxitos en los festivales y certámenes venideros.

De hecho, en mayo pasado fue presentado a última hora para competir en el prestigioso Festival de Cannes, mereciéndole un premio al actor principal, Jean Dujardin, mientras acaba de ganar el premio mayor de los críticos de Nueva York para el filme y su director. Adicionalmente, ha sido postulado para los premios los European Film Awards (acaba de ganar el galardón de “mejor música) y suena mucho para ser nominado a diversos premios Oscar de la Academia de Hollywood.

Este sorprendente logro en una obra silente -que se pensaba no pasaría de ser una curiosidad fílmica- se debe mayormente al trabajo de los intérpretes, dos actores franceses que prometen convertirse en estrellas internacionales. Se trata de Jean Dujardin, que encarna a un veterano actor llamado George Valentin (ecos del gran Rodolfo) y Bérénice Bejo, quien caracteriza a una ambiciosa actriz de nombre Peppy Miller, dos artistas de un Hollywood que sufría la transición entre el cine mudo y el hablado, y donde sólo algunos actores del cine silente salieron airosos del drástico cambio. De paso, Valentin se parece físicamente a un galán real que no lo logró, John Gilbert, quien pasó al olvido por vociferar torpemente sus diálogos.

Ecos de otros filmes

La trama, con un guión escrito por del mismo Hazanavicius, se parece un poco a la que relataba la famosa cinta musical de inicios de los 50, Cantando bajo la lluvia, donde una veterana actriz no logra articular bien los diálogos y es superada por una novata. La cinta francesa también exhibe ecos de un clásico del cine como Sunset Boulevard, de Billy Wilder, donde una madura actriz del cine silente es ignorada por los productores de Hollywood a mediados de siglo. Otros cineastas han tratado de hacer películas silentes en plena época sonora, siendo la más lograda la comedia de Mel Brooks de 1976, titulada apropiadamente Silent film, pero no se arriesgó en hacerla en blanco y negro y además usó música y sonido ambiental.

 

Camino al Oscar

Pero nadie se atrevió en estos tiempos a filmar un melodrama romántico sin diálogos, en blanco/negro y formato casi cuadrado, reminiscentes de esa época y de ahí el mérito de Hazanavicius, quien se consagró como un genio creativo con esta original obra, no sólo apreciada por el público moderno sino que ha generado cálidos elogios de exigentes críticos europeos y americanos. Todo, mientras el filme se estrena en EEUU en estos días decembrinos, para así permitir su candidatura a los Oscares de 2011, siendo considerada una “cinta de habla inglesa” gracias a sus títulos en ese idioma, de otro modo sería candidata a mejor película extranjera.

Por su valor histórico, el filme seguramente interesará a los cinéfilos por mostrar un arte superado de una época que ha dado grandes cineastas como Griffith, Chaplin y Eisenstein. Incidentalmente, The Artist no es único filme sin diálogos en estos días, pues se está estrenando en el norte Silent life, un drama en color y blanco/negro basado en el romance de un actor emblemático de esa era, Rodolfo Valentino, con su amante rusa Alla Nazimova, que tendrá a Isabella Rosselini y Galina Jovovich en papeles protagónicos mientras el ruso Vlad Kozlov realiza la doble función de intérprete de Valentino y director. Un filme que seguramente será visto con interés por los cinéfilos locales si llega a nuestras pantallas.

 

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