Opinión Nacional

Venezuela es un parque de diversiones

diversión.

3. f. Mil. Acción de distraer o desviar la atención y fuerzas del enemigo.

Diccionario de La Lengua Española – Vigésima segunda edición

Como un mal estudiante que, convencido de la inutilidad de cualquier esfuerzo honesto de su parte, en lugar de estudiar dedica el tiempo a preparar materiales y estrategias para copiarse en los exámenes, el gobierno venezolano, habiendo demostrado su ineptitud más allá de cualquier duda razonable, pone su energía en fabular actualidades, anunciar logros futuros, encubrir errores y tapar desmanes mientras intenta eternizarse en el poder, para poder seguir haciendo lo mismo.

Dejando un prudente margen de error para incluir casos aislados, creo que la mayor parte de los emprendimientos supuestamente motivados por nobles ideales han sido sólo decorados para impresionar a los impresionables. La Constitución Bolivariana, tan llena de progresividad, participación, rectitud y blindaje, fue  ignorada y violada por sus principales promotores desde antes de que se secara la tinta de sus firmas. Y lo siguen haciendo tan constantemente que dejó de ser noticia y se volvió un hábito que no incomoda a ninguno de los poderes del Estado.

Las Misiones, otro ingrediente citado en cualquier inventario de “los logros de la revolución”, son productos cubanos que han ido cambiado de visibilidad y hasta de nombre según ha ido disminuyendo su utilidad como instrumento propagandístico. Paradójicamente, las misiones que más provecho le han producido al Proceso, la “Comisión” y la “Sumisión”, ni se mencionan en las atosigantes cuñas gubernamentales. No obstante, sus efectos se ven y se sienten cada vez más claramente.  La corrupción está tan asimilada a los modos de funcionamiento oficial que la única ocasión en que una denuncia se investiga es cuando involucra a los socios argentinos. Y la investigan allá, enfrentando argumentos curiosamente similares a los que nos “argumienten” aquí: que es un complot desestabilizador, que es una telenovela de la oposición, que… bla bla bla.  Pero en Argentina todavía tienen poderes independientes y, a pesar de los obstáculos que ponen los kirchneristas, poco a poco van saliendo a relucir los detalles. Aquí la mayor parte de la gente, apabullada por lo frecuente de su aparición, difícilmente se indigna ante los nuevos escándalos. Y las “autoridades competentes” ni se molestan en aparentar que les prestan atención. Lo único que sí han dejado claro, luego de innumerables denuncias sin investigar, es que la ética del Proceso, ese unicornio sobre el cual tanto cacareaba su líder, nunca pasó de ser un recurso de mercadeo.

En cuanto a la “Sumisión” creo que es producto de varios factores. En algunos la genera directamente la comisión que compra (más bien alquila) conciencias; en otros el temor a que cualquier crítica les gane la etiqueta de traidores; en muchos empleados gubernamentales y relacionados es consecuencia de saber que la corrupción de la cual les permiten beneficiarse y hasta les fomentan es vigilada para cuando convenga presionarlos o se requiera castigar sus desviaciones, y en gran parte de los ciudadanos comunes es una concesión para tratar de protegerse de procedimientos judiciales que permiten recluir a una persona por años (o someterla a engorrosos procesos o arruinarla económicamente) sin necesidad de siquiera un juicio amañado. Eduardo Lappi, Eligio Cedeño, Leocenis García, José Rafael Ramírez y María de Lourdes Afiuni son sólo algunos casos ejemplarizantes. A eso hay que añadir el razonable pavor a ser víctima de cuerpos policiales, parapoliciales, militares, paramilitares y del “hampa común”, cada vez más difíciles de diferenciar y más libres en su accionar.

La Carta Magna, junto con  las misiones, cumplió su propósito de crear la ilusión de un movimiento que buscaba el bienestar del país y la protección de los más sagrados principios, que promovía la solidaridad y defendía los Derechos Humanos. Pero, después de 11 años de inmovilidad y descaro, ya está bastante claro que el Poder Moral, el Poder Electoral, la Defensoría del Pueblo y otros inventos por el estilo nunca fueron mucho más que ofertas vacías o ardides publicitarios. La primera Defensora del Pueblo me dio la impresión de que se creyó un poco su papel, y la sacaron antes de que pudiera pestañear. Su reemplazo, Germán Mundaraín, parecía ser el tope del cinismo hasta que entró en funciones la actual titular, haciendo necesarias repeticiones en video para poder decidir quién de los dos es peor.

Si bien el chavismo no inventó a la Fiscalía General hay que acreditarle el haberla convertido en parte del departamento de maquillaje de la maquinaria revolucionaria. Persigue a los opositores, a los críticos y a los disidentes mientras (con niveles de impunidad trágicamente cercanos al 100% en delitos comunes) trata inútilmente de dar la sensación de que hay algún tipo de justicia funcionando en el país. Al tiempo que interpreta como ataques infundados o falsedades malintencionadas las denuncias que no puede ignorar se encarga de librar de toda responsabilidad a los denunciados oficialistas o de, más simplemente, engavetar cualquier acusación contra ellos (quizás para uso futuro). La Asamblea Nacional es también componente fundamental de ese departamento. Los diputados que usualmente se limitan a votar acuerdos de felicitación, reconocimientos, repudios, y créditos adicionales o leyes que han sido redactadas u ordenadas por Miraflores, emprenden intensas campañas declarativas cuando se destapa un escándalo o cuando son azuzados contra un blanco específico (persona, institución, país, etc.) Hay especialistas en denunciar periódicamente planes magnicidas, complots golpistas o ilegalidades. Otros, quizás por vocación o por contar con facultades especiales, se dedican a dar declaraciones risibles sobre cualquier cosa. Las principales tareas de esta AN son legitimar, reinterpretar (maquillar) y distraer. Sin embargo, la  gran mayoría de sus integrantes básicamente levanta la mano, cobra, adula y engorda.

Luego de haberse quedado prácticamente sin credibilidad, gracias a sus constantes mentiras, el gobierno encuentra que para distraer de cada nuevo embrollo que sale a la luz requiere de maniobras cada vez más gruesas y más cuestionables; que las amenazas, los insultos y demás trucos habituales consiguen cada vez menos resultados. Romper relaciones con Colombia, por ejemplo, para contrarrestar las denuncias de presencia guerrillera en territorio venezolano, apenas logró unas cuantas declaraciones de preocupación formal por parte de los amigos alquilados. De resto, tan sólo los partidarios más entregados, los que hace mucho abandonaron el criterio propio (o nunca lo tuvieron), los que creen y aplauden incondicionalmente todo pronunciamiento oficial, se mostraron convencidos de la trascendencia del gesto. Eso a pesar de que el Presidente (generalmente inseparable de la sobreactuación y la cursilería) anunció el rompimiento en tono casual, mientras bromeaba con el internacionalista Diego Maradona, quien incluso se permitió dar su opinión al respecto.

Para variar un poco la historia de su épico enfrentamiento con el Imperio, esta vez el presidente Chávez anunció que les suspenderíamos la venta de petróleo a los invasores yanquis aunque tuviéramos que comer piedras. Lo bueno de las piedras es que, si llegan, no se van a podrir. Falta saber de dónde las van a importar y quiénes se van a ganar la comisión esta vez.  Tal vez en el siguiente capítulo nos anuncie que va a fundar Piedrevesa para que maneje la operación con la eficiencia de siempre.

En suma, el circo está cada vez más pobre (igual que la población) y la comida cada vez más difícil de conseguir. Los cortes de electricidad, que ahora son clandestinos, siguen afectando a casi todo el país con regularidad digna de mejores fines. El agua se mantiene racionada a pesar de las frecuentes lluvias. El escándalo de la comida podrida, y la que nunca llegó, sigue creciendo en miles de toneladas y de millones de dólares. Los muertos de nuestra guerra cotidiana continúan apilándose con la misma frecuencia a pesar de los planes y los anuncios “exitosos” del Ministro El Alzheimer. Y la inflación de menos del 30% le parece un logro al jurásico Ministro de Finanzas.

Teniendo tanto de qué hablar, el Presidente y sus asesores nos quiere entretener con un peligroso asesino importado que confiesa antes de que le pregunten, un mal episodio de “CSI: Panteón”, un Maradona fracasado y recién despedido, y la película repetida de su pelea con Colombia.

No alcanza para divertir. Y eso sin mencionar las torturas a Franklin Brito y las elecciones del 26 de septiembre.

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