Opinión Nacional

Venezuela: Pérdida de capacidad de asombro

Los venezolanos estamos perdiendo nuestra capacidad de asombro, ese don divino que permite maravillarnos, pero también espantarnos o asustarnos.

Durante estos últimos doce años hemos visto al Tte. Coronel en cadena de radio y televisión: rumiando hojas de coca, narrando sus crisis diarreicas, llamando a la guerra civil, haciendo apología de grupos narco-terroristas o de cuanta actividad criminal podamos imaginar.

El comportamiento delincuencial y soez del Tte. Coronel, ha permeado y pervertido a gran parte de la sociedad. Los malos ejemplos abundan y son cotidianos, principalmente, en medios de comunicación del Estado dónde moderadores vierten sus cargas venenosas para incentivar odios y resentimientos o denostar de críticos del gobierno, irrespetando a los televidentes y al pueblo en general, sin que las autoridades llamadas a establecer la ley y el orden tomen cartas en el asunto y apliquen sanciones ejemplarizantes o, al menos los correctivos pertinentes.

La premiación o la recompensa para los forajidos parece ser la línea política gubernamental. Los casos de los generales Rangel Silva y Hugo Carvajal son emblemáticos, ambos personajes están incluidos en la lista negra del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, por colaborar y facilitar actividades de narcotráfico internacional, sin embargo, por premiación del Tte. Coronel éstos generales, detentan los cargos de mayor jerarquía dentro de las Fuerzas Armadas Nacionales.

La lista de eventos reñidos con los valores éticos y morales de la sociedad venezolana es demasiada extensa. El gobierno y las instituciones del Estado, secuestradas por el Tte. Coronel, han caído en una vorágine inaceptable de ilegalidades que están conduciendo peligrosamente a nuestro país hacia el caos y la anarquía total. La arbitrariedad, el abuso y la adulancia son los antivalores que prevalecen en las acciones del Estado. La misión de los funcionarios públicos es, mediante el culto a la personalidad del gran líder, mantener prebendas, enriquecimiento o gozar de impunidad ante la ley.

No obstante, lo verdaderamente triste y lamentable es la escasa o nula reacción de la sociedad. Los ciudadanos decentes permanecen impávidos ante la gran tragedia nacional

Dicen que el hombre que pierde su capacidad de asombro está muerto. Necesario es entonces rebelarnos, protestar y reclamar nuestros derechos de vivir en una sociedad decente.

Debemos lanzar al basurero de la historia a éste gobierno y Estado abusador, mal educado, grosero y delincuente, caso contrario estaremos condenando a muerte a nuestra sociedad y al país que deberá ser heredado por nuestras descendencias.

Reaccionemos, evitando que este régimen forajido nos gane la guerra moral, nos acostumbremos a aceptar como normal al esperpento del siglo XXI y lo peor: Perdamos definitivamente nuestra capacidad de asombro.

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