Opinión Nacional

Víctor y la Misión Seguridad

Víctor Benítez tenía 37 años cuando el 21 de diciembre pasado le quitaron la vida. Era padre de tres hijos a quienes dedicaba todo su esfuerzo y cariño junto a su esposa. Se ganaba el pan con su mototaxi y pertenecía a una cooperativa de servicios de transporte. Acompañé a sus familiares y vecinos en su funeral. Me costó mucho encontrar palabras para manifestar mi «sentido pésame» y todavía más para transmitirles un poco de esperanza en medio de aquella Navidad empañada por el dolor que les tocó vivir.

En los primeros días de enero, el CICPC dijo que durante el pasado año 2011 tuvimos cerca de 18.800 homicidios. Nada menos que 65 homicidios por cada 100.000 habitantes. Víctor es uno más en ese río de gente que ha perdido su vida por la violencia criminal, y probablemente pasará a formar parte de las víctimas que tienen la desgracia de quedarse sin justicia, porque nadie será investigado, mucho menos detenido y enjuiciado.

La noche del funeral de Víctor, cuando el dolor estaba a flor de piel, me acordé de lo que últimamente escucho de manera reiterada a los representantes del Gobierno: «La inseguridad es un problema magnificado por los medios de comunicación, interesados en desprestigiar la acción del Gobierno Nacional. De hecho, es mayor la percepción de inseguridad que su realidad, de acuerdo a los estudios de opinión especializados». Me hubiera gustado ver a quienes hacen esas declaraciones, tratando de explicarle a los hijos de Víctor que estaban frente a un problema de tergiversación de percepción, propiciado por los medios de comunicación.

Durante estos días he pensado mucho en la muerte violenta de cientos de jóvenes que pierden su vida en circunstancias similares. El presente y el futuro del país se nos están yendo de las manos. Una epidemia social ha tomado la familia, la escuela, la comunidad, la calle y el mismo Estado. Una epidemia que mata inclementemente y que se reproduce como una hiedra con muchas causas que se retroalimentan entre sí.

Sin embargo, siendo todo ello verdad, hay un actor que lleva la principal carga a la hora de actuar. No es otro que el Estado y sus representantes. Son ellos quienes tienen el máximo poder para prevenir, castigar y sancionar en el marco de la Constitución y las leyes. Por eso es inaceptable que intenten esconder su responsabilidad o justificar su fracaso.

Recientemente el Presidente de la República reconoció, en medio de la disputa electoral, que estamos ante un grave problema nacional y convocó a la Misión Seguridad. El problema es que seguimos pensado en misiones, cuando todo el país lo que pide a gritos es implantar el Estado de Derecho y Justicia en Venezuela.

 

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