Opinión Nacional

Vienen con todo… y por todo

Nunca me creí esa tesis fatalista de que si Chávez ganaba las elecciones el país estaría irremediablemente perdido. Pero también sabía que si el asunto era al revés, el 8 de octubre no amanecería con los problemas resueltos por el simple toque de gracia de una victoria electoral. Todo lo contrario. Habríamos entrado en una dura confrontación por revertir esa tendencia que, ahora, desde el poder, se intentará profundizar.

¿Diálogo, debate, reconocimiento del otro (el otro son 6 millones y medio de personas)? Olvídenlo, vienen con todo, incluida la lección del 2007, cuando la soberbia superó su astucia y luego de un año de desatinos revolucionarios, el electorado los puso en su lugar el 2D. Ahora vuelven por lo mismo pero con mayor cautela y con muchos menos votos de ventaja que para aquel entonces.

En otras palabras, cada día se alejan más del control total de la sociedad por la vía electoral y eso, de acuerdo con sus expectativas y propósitos, constituye una derrota. ¿U olvidamos los «diez millones por el pecho»?, fanfarronada que el caudillo sacó a relucir de nuevo para esta campaña, aun cuando con menos frecuencia, consciente, como era, de que estaba bastante lejos de cumplirse.

Así que la confrontación, digo, la democrática y electoral, continúa, máxime cuando el calendario nos apremia a hacerlo, ciertamente, en medio de no pocas dificultades y de un estado de ánimo inversamente proporcional (bajo y alicaído), al entusiasmo y el fervor que nos animaban antes del 7-O.

Ganar la mayor cantidad de gobernaciones no sólo es importante para demostrarnos que no todo está perdido o porque un estado menos, secuestrado por el chavismo, es una población salvada del chantaje, el clientelismo, la inseguridad, el latrocinio y la pobreza controlada (te doy lo necesario para mantener la dependencia si estás conmigo). Lo es, también, porque será un territorio libre y democrático (en la medida en que enfrente las taras centralistas), listo para demostrar que la alternativa política no sólo está viva sino que, comparativamente, representa un cambio benéfico y necesario para alcanzar, en grande, lo que se está logrando en pequeño.

Vienen con todo y por todo y si dirigencia política y sociedad no se disponen a defender lo conquistado entonces sí tendrán razón quienes dicen que estamos perdidos. Eso sí, el trabajo tiene que ser por abajo, permanente, sentido, comprometido con la gente, más allá de las campañas electorales. Y eso se hace más fácil y creíble cuando se tiene el poder regional en las manos y se puede mostrar obra. De lo contrario, la lucha será más complicada, como lo fue esta que acaba de concluir, porque el adversario tiene a su disposición el barril sin fondo de la renta petrolera y lo usa sin el menor escrúpulo.

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