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Otra Venezuela

Roberto Patiño

Las protestas no cesan. En estos momentos las más visibles son las de profesores universitarios y trabajadores de la salud pública por la exigencia de sueldos dignos y recursos para sus respectivas áreas. Pero en distintos lugares del país se manifiestan comunidades y diversos grupos sociales pidiendo soluciones a la falta de servicio básicos y el deterioro de condiciones de vida.

Todas estas protestas tienen en común que, por sobre sus diferencias, expresan la imposibilidad del país de seguir soportando el brutal colapso que produce el modelo del régimen. Un modelo de enormes desigualdades en las que miembros de sectores tan importantes como la educación y la salud viven al límite, mientras un grupo reducido en el poder y la casta militar que los protege gozan de enormes privilegios.

Esto nos coloca frente a una gran paradoja: ¿cómo exigirle soluciones a un gobierno que, en orden de mantenerse en el poder absoluto frente al rechazo al país, debe continuar implementando el mismo modelo de empobrecimiento, hambre y violencia que genera el colapso?

Esta paradoja se hace dolorosamente evidente en las respuestas gubernamentales, contraproducentes y violentas: la entrega de cajas CLAP a un grupo de enfermeras, la culpabilización a un supuesto bloqueo económico para justificar la falta de fondos a universidades, los aumentos y bonos sin impacto real en la capacidad adquisitiva frente a una hiperinflación alentada por el mismo Estado, la represión y violación de derechos humanos a quienes ejercen su justo derecho a la protesta. Respuestas todas que se dan en el marco de un reforzamiento del régimen de relaciones clientelares, opresivas y de dependencia con la gente.

Plantear un nuevo modelo viable y efectivo que pueda superar al actual, completamente diferente en lo social, económico y político, es uno de los grandes retos del liderazgo en el país en todos sus niveles, así como una de las mayores necesidades de nuestra sociedad frente a los problemas que atraviesa. En nuestro trabajo en el municipio Libertador, hemos venido desarrollando propuestas al respecto sobre la base de valores de convivencia, democracia y desarrollo. Iniciativas como Alimenta la Solidaridad o Monitor de Víctimas, entre otras, representan en la práctica muestras de las posibles formas de este nuevo modelo.

Los valores que fundamentan nuestra visión contrarrestan a los antivalores promovidos por el régimen, y responden a los rasgos más elevados de nuestra propia idiosincrasia. Así, nuestro trabajo con líderes comunitarios y organizaciones locales se opone al sistema autoritario, militarista y de liderazgos mesiánicos del poder. Las dinámicas de subsidiaridad que implementamos en Alimenta, en la que las comunidades que participan en el programa se organizan y se vinculan activamente para el funcionamiento de comedores, se oponen a las de mecanismos de control como los CLAP, de corte asistencial, que coacciona y busca volver dependientes a las personas. La construcción inclusiva de redes de apoyo entre miembros de la comunidad y con otros actores como organizaciones, gremios o benefactores, sin discriminaciones sociales, políticas o ideológicas, se contraponen a la visión monolítica y excluyente del actual Estado. Todo esto en el marco de la generación de acciones replicables y sostenibles, diferentes a las políticas oportunistas, de corto alcance y episódicas que se promulgan desde el gobierno.

El surgimiento de un nuevo modelo deberá enfrentar los retos de la crisis actual con su efecto devastador sobre todos, así como la generación de condiciones para la transición a una etapa de renovación de la democracia y reconstrucción del país. El actual clima de conflictividad y protesta social, evidencia el agotamiento y la capacidad de destrucción del actual sistema, pero también la exigencia de los venezolanos de cambios urgentes para la existencia de verdaderas condiciones de democracia y desarrollo. Bajo la Venezuela colapsada, bajo la Venezuela del régimen, existe otra Venezuela, que busca un nuevo comienzo, una nueva oportunidad y cuyo descontento y ansias de cambio cada día se hacen más presentes e inocultables.

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