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¿Patriotas cooperantes o sapos?

En el plan del operativo para enfrentar la guerra económica, se asignan labores de inteligencia a los patriotas cooperantes. Así lo ha dispuesto el poderoso general Padrino, según lo informa el Nacional de hoy. ¿Qué son esos “patriotas cooperantes? Los identificó muy claramente José Domingo Blanco (Mingo) en un artículo publicado el 9 de mayo del año pasado en El Universal:

“Acusetas, delatores, chismosos, «lenguaslargas», bocones, sapos… ¡Patriotas cooperantes! Así de noble suena el título con el cual este gobierno bautizó a los informantes que le «echan dedo» a quienes, obstinados, protestan contra este régimen maduro-castro-comunista. El asunto es serio, muy serio; pero, como en nuestro país ocurren tantas cosas estridentes -que nos acogotan y todos los días- se nos ha pasado ponerle la lupa a los casos de detenciones y allanamientos que se han registrado recientemente,  «gracias a la sapeadera» de estos lamentables patriotas que han logrado infiltrarse, colarse, inmiscuirse, asociarse y familiarizarse con los protestantes, para luego hacer que los organismos del Estado los agarren, torturen, imputen y encarcelen.

Me voy a referir a esos sapos a esos delatores, a quienes el chavismo llama ahora “patriotas cooperantes”, a través de la historia.

En francés, el soplón es llamado “cafard”, término éste que en zoología es “cucaracha”. Es bien sabido que en la época del terror, los conserjes eran unos “cafards”. Eran quienes informaban al Comité de Salud Pública acerca de los residentes considerados enemigos de la revolución para que fueran detenidos y, la mayoría de las veces, guillotinados. Como la historia se repite, durante la ocupación nazi de París, en la redada del Velódromo de Invierno, del 16 al 17 de julio de 1942, en la que cerca de 13.000 judíos fueron conducidos al Velódromo para luego enviarlos, entre otros campos de concentración y exterminio, como Auschwitz, muchos conserjes parisinos desempeñaron su papel de “cafards”.

En Alemania, al delator o soplón, se le llama “Zutrager”. En el libro de Ingo Müller Los Juristas del Horror, se citan las delaciones de soplones, llamados “defensores del Reich”, que en algunos casos tenían la consecuencia de que a una persona condenada a 15 días de arresto por supuesto “acoso sexual”, se le condenara a muerte. Esa política de delación continuó en la República Democrática de Alemania, en la que los soplones informaban a la Stassi, afortunadamente desaparecida después de la caída del muro de Berlín pero cuyos archivos con nombres de los soplones se han hecho públicos.

En la Italia fascista, después de 1938, cuando se inició la persecución de los judíos, fueron innumerables las delaciones de los “informatori”, que en muchos casos daban lugar a la detención de hebreos, llevados a campos de internamiento, desde los cuales muchos eran deportados a Auschwitz. Marie-Anne Matard-Bonucci narra sobre el particular en su libro La Italia Fascista y la Persecución de los Judíos.

Es harto conocidos el papel de los soplones en Cuba, llamados, eufemísticamente, Comités de Defensa de la Revolución (CDR), tal como en Venezuela se les llama “patriotas cooperantes”.

Uno se pregunta cómo es posible que una persona se convierta en delator, soplón, sapo. En el menor de los casos se trata de quienes creen fanáticamente en la revolución y soplan porque piensan que está protegiendo a esa revolución; otros, porque al delatar piensan que pueden obtener prebendas del gobierno, y otros más por temor.

Es sabido que las mafias y los carteles de la drogan matan a quienes los han delatado. No creo que, por ahora, las víctimas de las delaciones de eso “patriotas cooperantes” vayan a tomar venganza, pues la justicia tomada en las propias manos es intolerable en las sociedades democráticas que se rigen por el imperio de la Ley. Pero sí hay que decirle a esos sapos, que se cuiden porque las víctimas no olvidan y siempre habrá sanciones a través de la justicia.

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