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Petróleos de Venezuela: La vergüenza ante el mundo

La última noticia sobre Petróleos de Venezuela es que pueden cerrarse tres de las refinerías del país: Cardón, El Palito y Puerto La Cruz. ¿Hasta dónde llegará esta destrucción sin que la Fuerza Armada proceda a retirarle su vergonzoso apoyo al  narco-régimen?

Parece ser que el  General Manuel Quevedo, alias El Breve, está de salida de PDVSA para ser remplazado por un ladrón más, Ysmel Serrano.  Eulogio del Pino está preso (donde?);  Nelson Martínez está preso (donde?); Rafael Ramírez está prófugo (donde?). Ali Rodríguez está en La Habana, una bazofia humana aferrado a sus ahorros , el protegido de  Raúl Castro. Desfile de bandidos.

Desde hace  años PDVSA ha estado en manos de estos ladrones y/o ineptos. La tragedia de PDVSA desafía toda imaginación. Una empresa petrolera que no explora, que no produce, que no refina, que regala petróleo a sus amigotes, que tiene cinco veces más empleados de los que necesita. Todo esto es documentable ante los ojos de venezolanos y extranjeros.

¡Y no hay una rebelión abierta en el país!

Los tanqueros de PDVSA navegan perseguidos por los acreedores, las refinerías están paradas, la Faja del Orinoco “Hugo Chávez Frías” está en ruinas, una cloaca de corrupción. Un payaso, Quevedo, está a cargo de una actividad que desconoce. Los empleados de la sede de “La Campiña” están en rebelión, no tanto por principios sino por falta de pago.

¿Y esta vergüenza es permitida por el país? ¿Y no hay una protesta masiva que barra con esta podredumbre? ¿Y todavía existen quienes hablan de negociar con estos mal nacidos? ¿Y todavía el traidor Vladimir Padrino López habla de apoyar al narco-régimen?  ¿Y no hay nadie con poder de fuego que diga basta? ¿Y no hay nadie en las filas del liderazgo político venezolano que llame a una huelga general indefinida hasta que se vayan estos criminales?

Recuerdo al sátrapa fallecido hablando alegremente sobre el colapso del viaducto de la autopista Carcas-La Guaira. Recuerdo cuando hablaba del hundimiento de la gabarra Aban Pearl y decía: “No hubo víctimas, gracias a la actuación de nuestros expertos petroleros”. Lo recuerdo hablando del gasoducto a Argentina. Lo recuerdo diciendo, después del desastre de Amuay: “El show debe continuar”. Y la gente callaba.

Venezuela ha llegado, en su embrutecimiento colectivo, donde nadie se imaginó que pudiera llegar.  Pero el silencio, la componenda, la cobardía de mucho de su liderazgo civil y militar aún mantienen a la población con la cabeza gacha. Por eso el país paga un alto precio en términos de sufrimiento y da lástima en el mundo.

¡Qué vergüenza!

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