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Pobres Guardias Nacionales

Cuando en la Venezuela de hoy se habla de los “militares”, se suele generalizar. La tendencia pareciera meter a todos en un mismo paquete.

Nada más lejos de la realidad. Más aún, justamente en la etapa que vivimos, nunca los militares habían tenido puntos de vista tan distantes. Nada más remoto que esa ilusión que la dirigencia chavista suele intentarnos vender acerca de la unidad y cohesión en el sector militar.

Este fenómeno, que hace algunos meses era difícil de percibir a simple vista, comienza poco a poco a asomar la cabeza.

Se pudo apreciar, por ejemplo, en la marcha que la oposición convocó hacia las diferentes sedes del CNE en todo el país para reclamar elementales derechos ciudadanos y políticos.

En Caracas, el régimen desplegó un operativo militar destinado a impedir el avance de la marcha hacia el centro de la ciudad.

Había que ver la actitud y las caras de la mayoría de los efectivos de la Guardia Nacional.

Digo yo, ¡pobres Guardias Nacionales!

Debatiéndose entre, por un lado, las órdenes que reciben de sus superiores de parar la marcha y, por el otro, su propia conciencia conocedora de la validez y necesidad de permitir una manifestación cuyo objetivo es buscar una salida pacífica a la catástrofe que se vive en Venezuela.

La totalidad de la tropa y de los mandos medios de la Guardia Nacional viven lo que cualquier venezolano de a pie vive hoy. Agudo desabastecimiento de alimentos y medicinas, altísimo costo de la vida e inseguridad absoluta. Eso viven sus propias familias, madres, padres, hermanos, hijos, amigos.

En el fondo saben que es necesario salir de este espantoso régimen lleno de inútiles y corruptos gobernantes y dar paso a una nueva esperanza.

Pero su formación les lleva a tener que cumplir las órdenes de unos muy pocos pero muy cómodos altos oficiales que, desde el aire acondicionado, les transmiten las órdenes orientadas a mantener este perverso régimen lo más posible.

Es un cuadro digno de compasión.

En algunas ciudades del interior, las marchas consiguieron el objetivo: llegar a sus respectivos sedes del CNE. En algunos casos, los efectivos militares no obstruyeron el paso, y en otros, no hicieron grandes esfuerzos por impedirlo y la voluntad de la gente se impuso. Detalles que no pueden ser pasados por alto.

Al CNE de Caracas, llegó el marchista Diego Hernández con su pequeño letrero apoyando el Revocatorio. Tan  peligrosa incursión fue de inmediato abordada por un Coronel que, de lo más macho y protegido por su arma de reglamento, su uniforme y su identificación de “Guardia Nacional Bolivariana”, le quitó violentamente el desestabilizador letrerito.

Sí, es verdad, quedan muchos casos vergonzosos que, como ese que roció de gas pimienta al Gobernador de Miranda, más que compasión, producen lástima.

Por cierto, el propio Diego Hernández manifestó posteriormente que los mismos guardias lo felicitaron cuando estaba detenido. Signos de que las cosas van cambiando.

Por supuesto, están esos funcionarios cuya ‘divisa’ no es el honor sino los dólares, que matraquean en las alcabalas de las carreteras del país, así como en las fronteras, en los puertos y en los aeropuertos. Tienen montados sus “potes” que se repartirán posteriormente para cubrirse de billetes. Por supuesto, no son ni pobres Guardias Nacionales ni Guardias Nacionales pobres.

Un significativo caso son las muy recientes declaraciones del Mayor General Ejército (R) Cliver Alcalá Cordones, ex-comandante de la Región Estratégica de Desarrollo Integral (REDI) Guayana, quien fue el primero que hace años a viva voz anunció que la Fuerza Armada era chavista.

Alcalá Cordones dijo varias cosas interesantes que apuntan a que, dentro de eso que llaman los “militares”, hay muy diversas corrientes.

Afirmó que “la denominada guerra económica contra Venezuela sí existe, pero que se genera desde el seno del Gobierno”, admitiendo que hay generales involucrados en dicha guerra.

Que “el paso de algunos ministros de alimentación originaron una serie de corruptelas, vemos subalternos detenidos, pero el ministro sigue” y “que es necesario recuperar el chavismo a través del rescate de la ética y la verdad”, entendiéndose que se refiere a ministros de procedencia militar actualmente en ejercicio de sus cargos.

Que “no se debe temer a la figura del Referéndum Revocatorio, contemplada en la Carta Magna” y que “tal vez los resultados de un Revocatorio no sean favorables para el chavismo, pero podría unificarlo”, perfilando claramente una derrota.

Y finalmente, un mensaje de mucha sensatez en cuanto a estrategia política: “El chavismo no acaba porque perdamos una elección”.

Más claro no canta un gallo. Varias y contundentes verdades, en contraste con las mentiras diarias que desde el propio régimen se lanzan.

Las opiniones se van dividiendo dentro del sector militar.

¿Será que entramos en una etapa de mayor sensatez?

Bernard Horande

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