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Pompeyo y la salida

Tener presente lo que fue Pompeyo puede ayudarnos no solo en la actual coyuntura, sino en la reconstrucción del país. El él se dieron varias características: tenacidad en la lucha, énfasis en la unidad de los venezolanos, reconocimiento de errores cometidos y honestidad.
La tenacidad no es una cualidad común entre nosotros. Preferimos las carreras de cien metros a los maratones. Somos muy devotos del facilismo. Aspiramos que esta lucha en contra del totalitarismo nos haya hecho cambiar. Pompeyo nunca se rindió ante la adversidad. La cárcel y la resistencia en la clandestinidad forjaron una personalidad indoblegable en su lucha de lo que él consideró  era lo mejor para el país. Esa tenacidad  es la que debemos tener no solo para poder salir de los bárbaros, sino para reconstruir a Venezuela.
Tuve la suerte de participar en reuniones semanales organizadas por ese otro gran venezolano que fue Alberto Quirós Corradi, a las cuales Pompeyo era infaltable. En esas reuniones jamás lo escuché descalificar a nadie de la alternativa democrática. Siempre insistía en que todos eran necesarios y que había que aprender a convivir con diferentes puntos de vista.  Esta es otra lección de Pompeyo que tenemos que asimilar.
Reconocer errores no es fácil, mucho menos para un hombre público. Un día, al finalizar una de las reuniones mencionadas, me atreví a preguntarle  porqué había tardado en percatarse de los horrores que ocurrían en la Unión Soviética. Con naturalidad me contestó “por fanatismo, sencillamente por fanatismo”, y agregó “eso no es nada, cuando fuimos a la China de Mao dijimos esto sí es lo bueno, es lo que hay que hacer” .  Agregó, que “apenas Betancourt había asumido la presidencia ya queríamos derrocarlo”. Solo el fanatismo, insistió, puede explicar esos errores que cometí.
Esta enseñanza debemos hacerla nuestra. El fanatismo no conduce a nada. Esos que predican que “comunista no cambia” deben verse en Pompeyo y en otros como Gloria Cuenca, Américo Martín, Antonio García Ponce y Antonio Sánchez García, que reconocieron haberse equivocado y hoy son baluartes de la democracia. También debemos aceptar que muchos  quienes durante años apoyaron de buena fe el llamado “proceso revolucionario”, hoy se han alejado del mismo y por lo tanto no es de demócratas marginarlos, sino más bien incorporarlos en una nueva visión del país.
Existe un mito de que todo funcionario, y más si ha sido ministro, es un corrupto que se aprovecha del erario público. Nada más alejado de la verdad y hay miles de ejemplos. Pompeyo es uno de ellos. Fue Ministro de Fronteras y senador. A muchos nos consta que sobrevivía de su limitada jubilación como parlamentario y el apoyo de algunos amigos. Para que en el futuro podamos contar con excelentes funcionarios es necesario tener presente que los corruptos son minoría, o mejor dicho eran minoría, y además aplicar castigo ejemplar a
quienes se han aprovechado de los recursos del Estado.
Con respecto a cómo salir de esta dictadura, además de predicar la unidad como requisito necesario, pero no suficiente, Pompeyo siempre repetía que habría  una solución inédita.  Hemos  comprobado que huelgas, votar, no votar, lograr mayoría en la Asamblea Nacional, presión de los países democráticos de América y de Europa, más de 80 días de protestas en las calles con saldo de 79  asesinatos cometidos por  guardias nacionales, policías, paramilitares rojos y hasta el reciente fusilamiento de un estudiante por parte de soldados de la  Fuerza Aérea, no han logrado desplazar a quienes detentan las armas y controlan el TSJ, CNE, Contraloría y Defensoría del Pueblo.
Pareciera, digo yo, que la solución inédita vendrá, además de la calle y presión internacional,  por la implosión desatada por algunos que hasta ahora habían apoyado a la «revolución». La Fiscal Ortega, Nicmer Evans, los diputados Eustoquio Contreras y Ferrer,  y los  generales Miguel Rodríguez Torres, Alexis López Ramírez  y Cliver Alcalá y son ciudadanos con quienes debemos conversar con miras a un gobierno de transición. Otros opciones exclusivas solo anclarán al régimen por más tiempo, aunque su final es inevitable.
Perdimos a un ciudadano ejemplar. Vegüenza deben sentir quienes en los últimos años llegaron incluso a tildar de fascista a Pompeyo, como lo hizo un mequetrefe estudiante del Pedagócico de Caracas a fines de octubre del 2007.  Ojalá que ese ciudadano haya recapacitado  y enseñe a sus alumnos los principios y valores de Pompeyo Márquez, cuya partida lamentamos profundamente.
Como (había) en botica: El cobarde fusilamiento del estudiante David Vallenilla por parte del sargento Arlis Cleiwi Méndez Terán, con participación de otros ocho efectivos de la Base Militar  de La Carlota, amparados detrás de una reja, indujo a un comunicado de Rocío San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano, a solicitar la destitución  del general Arturo Táriba Guillen, del teniente coronel José Freitas Gómez  y del general Fabio Zavarce Pabón. Además, llamó a todos los militares a desacatar órdenes violatorias de los derechos humanos. El general Reverol  intentó justificar el fusilamiento declarando que había un «asedio» a la Base ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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