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¿Por Qué Sigo Teniendo Esperanza? (2)

Sigo teniendo esperanza porque cada día veo evidencias de ese país que somos y sueño con ese país que podemos ser… Somos un país con gente calida, amable y cariñosa. Esa es nuestra naturaleza. Puede ser que a veces se nos olvide que somos así… Que el ambiente o las circunstancias nos hagan sentirnos cansados y agobiados… Que a veces nos sintamos atrapados y sin salida… Pero es a veces… Solo a  veces….

La mayoría de las veces solucionamos, resolvemos, echamos para adelante independientemente del entorno…Improvisamos y disfrutamos, aunque todo parezca estar al revés… Y eso es lo que nos hace tan especiales… Tan insustituibles…

Había ido temprano a la clínica para sacarme la sangre en ayunas. A las nueve tenía que estar en la oficina para una reunión. Llegué al estacionamiento y vi el letrero que indicaba que la tarifa plana era de 700 bolívares. Recordé que sólo tenía 200 bolívares en efectivo…Como tenía conmigo la tarjeta de débito, no me preocupé.  Sacaría efectivo del telecajero pues sabía que había uno en la clínica.

En el laboratorio me llamaron casi inmediatamente después de haber pagado. No tenían uno de los reactivos requeridos para uno de los exámenes pero me podía hacer los otros dos.  A pesar del contratiempo, pues tendría que cambiar mi cita con el médico al no haberme podido hacer todos los exámenes ese día, pensé que era positivo que me estuvieran atendiendo tan rápido.  Averiguaría en qué otra clínica tenían el reactivo que hacía falta para el tercer examen que debía hacerme, iría al día siguiente a hacerme ese examen y cambiaría la cita con el médico.  Pensé en que todo tenía solución, menos la muerte, como suele decir mi mamá.

Salí del laboratorio bastante rápido. Me atendió una joven que realmente tenía las manos de seda pues casi ni sentí el pinchazo.  Tendría tiempo de sobra para llegar puntualmente a mi reunión. Me dirigí al telecajero para sacar efectivo y poder pagar el estacionamiento. Sin embargo, el telecajero no funcionaba. Me quedé allí, con la tarjeta de débito en la mano, pensando qué ilógico era que, teniendo el dinero, no pudiera accesarlo.  ¿Cuántas veces me había pasado que me paraba a sacar dinero en un telecajero y no funcionaba?…

Le escribí por WhatsApp a un amigo médico que trabaja en ese hospital. Textualmente le puse: “¡Hola!  ¿Estás en el consultorio?  Si es así, ¿me puedes prestar 400 bolívares?. Estoy sacándome sangre en el laboratorio y el estacionamiento cobra 600 Bolívares.  Yo sólo tengo 200 en mi cartera. El cajero no funciona y tengo una cita las nueve mi oficina. Si no estás, probaré a ver si Venezuela sigue siendo la misma a pesar de todo.  Iré al estacionamiento y diré: Señor, sólo tengo 200. ¿Puedo traerle el resto en la tarde si logro llegar o mañana tempranito?”.

Como mi amigo médico no contestó y ni siquiera había visto mi mensaje, decidí dirigirme al estacionamiento y probar mi suerte.  Había 3 hombres. Uno adentro y 2 afuera de la taquilla.  Dije exactamente las mismas palabras que le había escrito a mi amigo médico y esperé…

El señor que estaba en la taquilla salió y se paró frente a mí.  El otro, bromeando, me dijo: “Si no tiene la plata completa, el carro se tiene que quedar aquí”.  El tercero sonriendo me dijo: “¡No se preocupe!”.  El que había salido de la taquilla, también sonriendo, me pidió el ticket del estacionamiento y me dijo que le pagara cuando pudiera.

Yo, agradecida, le entregué el ticket y me dirigí a los 3 diciéndoles que por gente como ellos yo seguía teniendo esperanzas en que nuestro país saldría adelante.  Les dije que era una bendición que hubiera gente dispuesta, simpática y con empatía.  Una señora que venía pasando y escuchó lo que había pasado también comentó que era verdad…Que los venezolanos teníamos algo especial…

Lo más increíble fue que no pude regresar ni ese día ni el día siguiente a pagar.  Cuando por fin lo logré, estaban otros señores atendiendo en la taquilla.  Les conté la historia, miraron la placa y me dijeron que esperara.  Consiguieron mi ticket, aún sin cancelar, bien guardado en la caja.  Les entregué el dinero y les agradecí su ayuda y su flexibilidad.  Me fui sintiéndome feliz y sabiendo que si hubiera vivido en otro país, no hubiera podido sacar mi carro del estacionamiento…

Por eso, entre muchas otras razones que les iré contando…Por eso tengo esperanza…

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