Primero la sentencia, después el veredicto
Lewis, Carroll, en su famoso libro Alicia en el País de las Maravillas, narra el juicio que se le sigue al la Sota de Corazones por supuestamente haberlo robado una torta a la Reina. Alicia es llamada a declarar como testigo y defiende a la sota de corazones y se queja de la absurda manera de llevar el juicio. Como Alicia, de acuerdo con las medidas del reino, mide más de una milla, el Rey invoca un artículo inexistente según el cual toda persona que mida más de una milla debe abandonar el Tribunal; Alicia se niega.
Como el procedimiento se alarga y ya suficientes testigo, el Rey, como juez, le pide al jurado que dicte su veredicto. Lo siguiente es lo que el libro dice al respecto:
¡Que el jurado considere su veredicto! -ordenó el Rey, por centésima vez aquel día.
-¡No! ¡No! -protestó la Reina-. Primero la sentencia… El veredicto después.
En la justicia del régimen chavista-madurista, lo más común es que se haya aprobado la sentencia antes que los tribunales hubieran concluido el procedimiento pautado por el Código Orgánico Procesal Penal. Se llega a extremos que van mucho más allá de algo parecido al juicio narrado en Alicia en el País de las Maravillas. Se ha visto, por ejemplo, cómo bajo órdenes de Maduro, la Sala Constitucional aprueba sentencias destituyendo alcaldes y condenándolos a prisión sin que se haya cumplido, en lo más mínimo con el debido proceso.
Pero las sentencias sin veredicto se dan en campos diferentes del de la justicia penal y así vemos que el CNE desde antes de celebrarse el inconstitucional referendo de la asamblea constituyente ya había decidido que el mismo será aprobado por más de 8 millones de votos y así lo anunció Tibisay Lucena sin que pudiera haber habido un veredicto ya que no hubo ningún control de las votaciones. La realidad, comprobada nacional e internacionalmente, nos hizo ver que, con la muy elevada abstinencia en los centros de votación, y con trampas, a lo sumo habrá algo más de 2 millones de votos aprobando la constituyente.
