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¿Qué es el Foro de São Paulo?

El 3 de julio de 2009 se cumplieron diecinueve años de la fundación de una organización política denominada el Foro de São Paulo (FSP), que agrupa a casi todas las izquierdas de Iberoamérica, incluyendo a los movimientos guerrilleros armados.

Se llamó así porque su primera reunión se llevó a cabo en esa ciudad brasileña.

El FSP fue convocado por el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil y el Partido Comunista de Cuba, con el fin de redefinir los objetivos y las actividades de la izquierda, luego de la caída del muro de Berlín y el derrumbe del comunismo en la ex Unión Soviética.

A la convocatoria acudieron originalmente sesenta y ocho fuerzas políticas pertenecientes a veintidós países latinoamericanos y caribeños. Pero desde su primera reunión el FSP ha crecido notablemente.

En el VI Encuentro, realizado en 1996 en la ciudad de San Salvador, estuvieron presentes ciento ochenta y siete delegados pertenecientes a cincuenta y dos organizaciones miembros; ciento cuarenta y cuatro organizaciones invitadas representadas por doscientos ochenta y nueve participantes; y cuarenta y cuatro observadores integrantes de treinta y cinco organizaciones de América, África, Asia y Europa

El Foro de São Paulo no posee una sede conocida, pero desde su creación ha sostenido quince encuentros en ciudades distintas, aproximadamente uno cada año:

São Paulo (1990),

Ciudad de México (1991),

Managua (1992),

La Habana (1993),

Montevideo (1995),

San Salvador (1996),

Porto Alegre (1997),

Ciudad de México (1998),

Managua (2000),

La Habana (2001),

Antigua-Guatemala (2002),

São Paulo (2005),

San Salvador (2007),

Montevideo (2008) y

Ciudad de México (2009).

Entre las organizaciones miembros se encuentran:

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Polo Democrático Alternativo de Colombia, el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, el Frente Amplio de Uruguay, el Partido Socialista de Chile, la Izquierda Unida del Perú, el Movimiento Bolivia Libre y el Movimiento al Socialismo de Bolivia, el Partido Socialista Ecuatoriano, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de Nicaragua, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el Partido Revolucionario Democrático de Panamá, el Movimiento Lavalas de Haití, y todos los partidos comunistas de la región, incluyendo -por supuesto- el de Cuba.

Los presidentes iberoamericanos que forman parte del Foro de São Paulo son: Lula da Silva, Raúl Castro, Hugo Chávez, Tabaré Vásquez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Mauricio Funes, Leonel Fernández y René Preval.

Cristina Kirchner, Michelle Bachelet y Fernando Lugo, no pertenecen formalmente al FSP, pero sí algunos de los partidos que las respaldan.

El FSP alega que «no es ni pretende ser una nueva internacional, ni una estructura orgánica que impone condicionamientos a quienes participan, ni un transmisor de unanimidades»

Pero si bien es cierto que no existe unanimidad total dentro de sus miembros como tampoco la hay en ninguna otra organización política- de hecho funciona como una internacional y tiene una estructura orgánica bien orquestada.

Posee un modo permanente de comunicación, un sistema de coordinación y centralización de sus actividades, una revista propia denominada América Libre y, lo que es más importante, un objetivo común claramente definido: la toma del poder en Iberoamérica.

Los integrantes del Foro de São Paulo no presentan propuestas concretas para resolver los problemas de la región; y en la práctica no los han solucionado cuando han llegado al poder.

Su único discurso consiste en criticar el orden existente:

La globalización, el neoliberalismo, el libre comercio, el imperialismo y los partidos políticos tradicionales.

Armados de estadísticas, los miembros del FSP hablan constantemente del fracaso del capitalismo moderno:

Mientras en 1960 el 20 por ciento más rico de la población mundial disponía de un ingreso 30 veces mayor que el del 20 por ciento más pobre, hoy esa relación es de ¡82 a uno! Existen actualmente 358 personas, las más ricas del mundo, cuyo ingreso anual es superior al ingreso del 45 por ciento de los habitantes más pobres, o sea, 2.600 millones de personas… 30 millones de personas mueren por hambre cada año y más de 800 millones están subalimentadas.

Argumentan que tales contradicciones no podrán sostenerse y que, más pronto que tarde, el modelo neoliberal se derrumbará, dando así una oportunidad para el resurgimiento del comunismo o de alguna de sus variantes.

La ola de triunfalismo neoliberal, que, al son de trompetas y estimulada por la caída del muro de Berlín, pretendió pasar por encima de todo, debe vencer ahora resistencias cada vez más fuertes.

Hay un amplio y creciente rechazo social a una globalización concebida como pillaje planetario…

Este orden mundial que está destruyendo el planeta nos pone de cara a nuevos estallidos sociales.

En efecto, los integrantes del FSP aprovechan los estallidos sociales para crecer y fortalecerse, aplicando nuevas y variadas formas de lucha.

El FSP opina que la izquierda debe coordinar y centralizar las reacciones contra el neoliberalismo, provengan o no de sus propias filas, y captar las organizaciones populares que surjan como respuesta a las injusticias provenientes del modelo capitalista moderno: desde grupos pequeños que se forman para resolver un problema concreto, como la construcción de una escuela, hasta los movimientos más amplios que luchan por los derechos de la mujer, la preservación del medio ambiente, la defensa de los derechos de los indígenas, etcétera.

Claro está, muchas de estas “organizaciones populares” no son tales, sino simples oportunistas buscando el beneficio propio, esgrimiendo como justificación su pretendida lucha contra las “injusticias provenientes del capitalismo”.

Este reagrupamiento de carácter flexible les ha permitido crecer rápidamente. Según sus dirigentes, en su seno existen:

Fuerzas de izquierda de los más diversos orígenes, algunas con ocho décadas de historia y otras creadas recientemente; marxistas y no marxistas; de inspiración social cristiana, algunas de las cuales identificadas con la Teología de la Liberación, grupos nacionalistas o de raíz anarquista; sectores desprendidos de viejos partidos históricos, liberales, socialdemócratas o demócrata cristianos; organizaciones con dilatadas trayectorias dentro del sistema político legal de sus respectivos países, otras obligadas a extensos recorridos por los caminos de la clandestinidad, entre ellas varias que en determinados períodos han transitado por la vía armada.

Después de diecinueve años de existencia, hay suficientes elementos para juzgar las actuaciones del FSP. Ya no puede alegar que se trata de un foro de discusión y de disquisiciones teóricas, puesto que muchos de sus miembros ejercen funciones importantes de gobierno.

Desde su fundación, el Foro de São Paulo ha estado signado por una serie de contradicciones, las cuales se han profundizado con el tiempo.

El Foro de São Paulo hace de la democracia un baluarte, pero a la vez defiende la revolución

comunista cubana, rechazada en el mundo entero por ser una dictadura implacable, que ha asesinado y encarcelado a decenas de miles de opositores, y cercenado sin ninguna contemplación la libertad y la libre expresión de sus ciudadanos.

El FSP se opone verbalmente al terrorismo y la violencia, pero dentro de sus filas existen grupos guerrilleros, como las FARC y el ELN, que practican diariamente el terrorismo y la violencia.

Igualmente condenan el narcotráfico, pero existen pruebas irrefutables de la vinculación de algunas de sus organizaciones con la producción y comercialización de narcóticos, siendo los más conspicuos los movimientos guerrilleros colombianos.

No todos los del FSP se identifican con la lucha armada y con los procedimientos ilegales que utilizan los grupos más radicales del Foro. Sin embargo, en lugar de desvincularse de ellos y denunciarlos públicamente, se sientan en la misma mesa y comparten una misma estrategia de acción, lo cual demuestra la carencia de principios sólidos y el pragmatismo que los mueve, idéntico al de los grupos políticos tradicionales que dicen combatir.

El Foro rechaza la corrupción, pero cuando sus miembros llegan al poder, no la combaten, sino que la acrecientan, como ocurre en Venezuela, donde se evidencia el enriquecimiento personal de los funcionarios públicos y el financiamiento ilegal para sus planes de expansión continental.

Muchos dirigentes del Foro de São Paulo se presentan como anti-imperialistas, pero luego subordinan el interés de su patria a los del castro-comunismo.

La principal bandera que enarbola el Foro de São Paulo es la lucha contra el neoliberalismo, alegando que con ese modelo “las élites pueden acumular más riquezas a expensas del crecimiento de la pobreza”, y asegura que esa organización es la alternativa popular y democrática al neoliberalismo; pero después de 50 años de gobierno, el régimen cubano ha creado su propia élite, rodeada de privilegios, mientras que el resto de los cubanos vive en la más absoluta miseria.

Tantas contradicciones demuestran que el principal objetivo de los miembros del Foro de São Paulo es mantenerse en el poder, no para resolver los problemas de los marginados, cuya representación exclusiva se atribuyen, sino para usufructuarlo ellos.

Irónicamente, los más perjudicados son los pobres que, aparte de sufrir un nuevo desengaño, continúan experimentando las penurias del subdesarrollo, pero en grado aún mayor, porque además pierden la libertad.

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