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¿Qué va a pasar?

La política no es terreno propicio para la profecía. El marxismo sostiene, con su postulación del materialismo histórico, que la estructura económica condiciona y determina la superestructura jurídica y política de la sociedad. Sin embargo, el paso de las civilizaciones ha demostrado que, más allá del entorno material y de las leyes objetivas que deriva, el hombre, en definitiva, es el que crea su propia historia. Por eso, siempre hay un margen impredecible en la evolución y desenlace de los fenómenos sociales.

En una reciente entrevista periodística, Américo Martín declaró que “si analizamos el siglo XX, a partir del régimen de Juan Vicente Gómez, no se había visto una crisis económica como esta”, pero no se atrevió a hacer pronósticos y cautelosamente afirmó que “es difícil imaginar lo que pueda venir en enero o febrero”. En efecto, uno sabe que la economía venezolana tomó la vía del colapso, que la industria petrolera (proveedora del 96% de nuestro ingreso de divisas) está produciendo 1 millón 800.000 barriles diarios (la mitad de lo que producía en 1998), que la hiperinflación ha condenado al hambre y la miseria a porciones importantes de la población venezolana, y, aún así, lo que va a pasar en el país sigue siendo una interrogante. ¿Habrá una explosión social con las calles llenas de gente airada reclamando comida y medicinas, insuficientes en el mercado y a precios inalcanzables para salarios con capacidad de compra severamente disminuida? Y si ocurriera, ¿podrá el régimen dictatorial reprimir la protesta popular y a qué costo de sangre y de estabilidad? Los sectores de la FAN, no comprometidos con la camarilla gobernante, ¿seguirán de espaldas a la Constitución y sin cumplir su rol institucional?.

Por otra parte, la presión de la comunidad internacional se sabe que va a continuar. Las sanciones personales contra los más altos miembros del régimen y las sanciones que dificultan el financiamiento externo para importar y pagar la deuda, por cuyo impago parcial se ha declarado en default selectivo a la República y a PDVSA, ¿llegarán a una situación límite o se prolongarán sine die, como ha ocurrido con otras dictaduras en debacle económica? Nadie lo sabe. La OEA, a pesar de la digna y valiente actitud de Luis Almagro, ¿seguirá impedida de aplicar la Carta Democrática Interamericana por los votos de países caribeños que compraron los que despachan desde el Palacio de Miraflores? Tampoco lo sabemos.

Estamos ante un acertijo, pero se podría aventurar la conjetura de que en el año 2018 va a pasar algo, si se cierra la vía electoral, a quemarropa o mediante el fraude.

Nota: Por las vacaciones, esta columna se reanudará en la segunda quincena de enero.

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