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Reflexiones en torno al referéndum de Escocia

El referéndum celebrado en Escocia ha desatado innumerables análisis, como era de esperarse. Deseamos compartir algunas reflexiones –obviamente parciales– que puedan servir como insumo y –por qué no– avivar el interés sobre el tema.

Ya el asunto de la independencia de algún Estado no tiene la connotación romántica que caracterizaba situaciones similares en el siglo XIX cuando nuestras repúblicas americanas vivieron ese proceso. En aquel entonces, en un mundo con muy poca integración económica, comercio o interdependencia multilateral (salvo el punto crucial del monopolio comercial que ejercía España) permitían en buena medida que el solo anhelo independentista fuera un componente crucial de los procesos. Hoy día las consideraciones económicas juegan un papel posiblemente más importante que las románticas, lo cual ha hecho que un pueblo históricamente bastante indómito, como el escocés, haya consultado no solo su corazón sino su billetera y cómo iba a quedar cada quien con los beneficios sociales, monetarios, militares, etc., que son caros y alguien tiene que pagar.

En tiempos modernos no es raro que quienes piensen en secesión o independencia sean aquellos que creen que solos van a estar mejor que formando parte de un colectivo en el cual ellos son importantes contribuyentes económicos. Así ocurrió con Escocia, que luego de tres siglos de pacífica (aunque no fácil) unión con Inglaterra, vinieron a rescatar sus ansias independentistas justo cuando se vieron beneficiados por la bendición –o maldición– petrolera que pudiera permitirles llenar sus arcas sin compartirlas con los demás socios del Reino Unido.

Suponemos –no estamos muy seguros– que en Cataluña pueda pasar otro tanto, aun cuando importantes diferencias culturales, lingüísticas y de otros carices hagan a ese pueblo un poco más distinto al conjunto español que –al fin y al cabo– está compuesto por gallegos, vascos, baleares, canarios, etc., que también pudieran reivindicar deseos de mayor autonomía. Seguro que en Extremadura (la región más pobre de España que precisa la ayuda del colectivo) no han de estar pensando en esas cosas. Habrá que ver si se da o no el referéndum pautado para noviembre. Sin embargo, hay una diferencia: el referéndum escocés fue legal y el catalán no lo sería dentro del esquema constitucional español, del cual Cataluña forma parte por su propio consenso, no por fuerza.

En Brasil los paulistas consideran que son la locomotora que arrastra al país. No les falta algo de razón y es por ello que muchas veces se ha escuchado (sin mayores implicaciones por ahora) que mejor harían en estar solos que echándose al hombro el resto de un país más pobre y menos laborioso. Así ocurrió también en Argentina, donde la Provincia de Buenos Aires, mucho más próspera que las demás, solo llegó a integrar la Argentina en 1862, nueve años después de consolidada la república y solo tras duros enfrentamientos armados (batallas de Pavón y Cepeda).

Si a zulianos, anzoatiguenses o monaguenses se les ocurrieran fantasías independentistas a cuenta de petroleros ¿qué pensaríamos los demás? ¿Será que los depauperados del Delta Amacuro o Amazonas no tienen derecho de compartir la “bonanza” que Dios alojó solo en algunos lugares de nuestra Venezuela?

¿Y qué dirá Rusia, campeona de cuanta causa ocasione desestabilización en otros lugares si otra vez chechenos, tártaros etc., quisieran reivindicar la misma autodeterminación que Moscú aupó con tanto celo en Crimea y otros lugares rusófonos? ¿Qué hizo la Alemania nazi en 1938 con los germanoparlantes (sudetes) de Checoslovaquia? Ocupó el área sin más trámite ni consulta. ¡No les fue muy bien!

Por último: ¿qué dirán los ingleses, a quienes las promesas desesperadas de último momento hechas en Escocia por todo el espectro político londinense causarían que las distintas partes del Reino Unido (Escocia, Gales e Irlanda del Norte) tengan competencias que solo Londres tenga que pagar y que se votarán en el Parlamento de Westminster en el cual parte importante de los legisladores no son ingleses sino de las demás unidades del Reino Unido? Ese debate ya está prendido.

El debate no termina solo con esto, tiene mil aristas y –de ser el caso– volveremos sobre el tema.

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