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¿Regresar a Venezuela?

Ulises venció múltiples obstáculos para  regresar  a su Ítaca, donde lo esperaban  Penélope, sus tierras y su perro ¿Querrán regresar al país los millones de venezolanos que tuvieron que huir, unos por la persecución política, otros por el acoso del hampa incentivada por el  régimen o por la ineptitud y corrupción del mismo, que ha ocasionado escasez de empleo, de  medicinas,   comida,  repuestos, agua y  energía eléctrica?  Unos han sido exitosos en el exterior, después de comerse las verdes. Otros no tanto, pero sienten que están mejor que en su destruido país y aspiran a mejorar gradualmente.
Quienes tuvieron que buscar refugio en otros lares en tiempos de Guzmán Blanco, aspiraban regresar porque el autócrata había realizado obras, al menos en Caracas, que hacía atractivo el retorno. Por ello,  leemos con emoción la “Vuelta a la Patria” de  Pérez Bonalde, quien retornó  pese a tener éxito en Europa. ¿Estarán algunos ansiosos  de instar al postillón  a “agitar el látigo”para apresurar la llegada, como narra el bardo?
 Juan Vicente Gómez obligó a muchos a irse al exilio. Todos ellos estaban ansiosos de regresar después de la muerte del dictador. Estaban enterados de que se habían construido numerosas carreteras que comunicaban todo el país y que un nuevo maná, llamado petróleo,  permitía un crecimiento acelerado.
El dictador Pérez Jiménez exilió a muchos venezolanos. Todos regresaron, no solo porque había vuelto a florecer la democracia, sino porque el oro negro  había proporcionado  un crecimiento vertiginoso. Venezuela se constituyó en el Dorado para millones de inmigrantes, los cuales  dieron un impulso importante  a nuestro país. Una excelente amiga, gran luchadora, cuenta que en esa época su padre vasco se vino a explorar aquí la posibilidad de una nueva vida y, a los pocos días, escribió a su familia que se viniera lo antes posible ya que “esto es un paraíso”.
Hasta mitad de la década de los setenta fuimos un polo de atracción. Los grandes errores cometidos en la política económica y la mentalidad rentista de los venezolanos  propiciaron el declive.  Se impuso la molicie sobre el hábito del trabajo. La sobrevaluación del bolívar permitió  darnos lujos no acordes con nuestra baja productividad. Los proyectos de la  Gran Venezuela de Carlos Andrés se basaron en la premisa de que el precio del petróleo aumentaría indefinidamente  y por ello era conveniente endeudarse. Es decir, el mismo pensamiento de Chávez, quien predicaba que el precio  llegaría a doscientos dólares el barril.
Como el crecimiento planteado no era sustentable, empezaron a quebrar empresas que no tenían ventajas comparativas, ni competitivas. Ante el aumento de la población y de
las necesidades, el ingreso petrolero ya no alcanzó para satisfacer los requerimientos. Se incrementó la pobreza. Se acabó la “ilusión de armonía”, como advirtieron  Naím y Piñango.
Con el ascenso al poder de una cuerda de resentidos,  ineptos y corruptos, que todavía no  digieren  la caída del Muro de Berlín, ni la apertura capitalista de Rusia y China, el país entró en una espiral de deterioro.  Quebraron todas las empresas del Estado, inclusive la gallina de los huevos de oro,  debilitaron al sector privado y lograron establecer una dictadura totalitaria ligada al narcotráfico y al terrorismo islámico. Como consecuencia, se ha producido una diáspora nunca vista en nuestro país. Inicialmente, por persecución política, se  tuvieron  que ir los petroleros. Poco a poco empezaron a emigrar médicos,  profesores y otros profesionales.  Ahora   se están yendo plomeros, electricistas, carpinteros y cualquiera que tenga la posibilidad, inclusive algunos malandros.
¿Será posible recuperar a Venezuela y que al menos parte de esa diáspora regrese? Creemos que sí. Una vez que hayamos salido de este régimen por la vía que sea, pero será necesario que la mayoría de nuestros políticos cambien de mentalidad. Que tengan el coraje de reconocer que el Estado es un fracaso como administrador de empresas y que el sector privado no es mandinga. Es decir, tendrán que privatizar todas las empresas, además de disminuir drásticamente el número de empleados de la administración pública. Aceptar el ingreso de inversión privada, solicitar nuevos préstamos, dar prioridad a la agricultura y a la pequeña y mediana industria. Mejorar la seguridad personal y jurídica. Castigar la corrupción. Crear confianza y sincerar la economía.
Los ciudadanos de a pie deben aceptar  que es necesario trabajar muy duro, que deben exigir derechos, pero también cumplir deberes. Que ya no hay campo para la “viveza”criolla. Maduro, corresponsable de la emigración, ahora  ofrece un programa que llamó “Vuelta a Venezuela”. Desde luego que mientras él y su pandilla sigan en el poder nadie regresará. Una vez que salga, sí será   posible recuperar a Venezuela. No será fácil y requerirá mucho tiempo, pero se pueden crear las condiciones para propiciar el regreso a Ítaca.
Como (había ) en botica: Venezuela debe pagarle a la petrolera Conoco-Phillips algo más de dos mil millones de dólares. No solo perdimos innecesariamente esa suma, sino también a un buen socio y todavía está pendiente otro arbitraje. Repudiamos las torturas y encarcelamiento a Vasco Da Costa ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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