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Resistiendo conquistamos (III)

En nuestro segundo escrito sobre la resistencia nos centramos en el necesario cultivo de la conciencia moral del que resiste, y que por ello no podía hablar la neolengüa de la dictadura. Ahora considero que debemos valorar otra condición de toda resistencia civil: el uso de todos los medios de lucha salvo los violentos, aunque el tema de la violencia es toda una discusión por aquello de la defensa del inocente e incluso la propia vida. Pero en adelante quiero centrarme en algunos aspectos de este tipo de protesta y nuestra idiosincrasia, en especial lo relativo al peligro de la indiferencia.

La resistencia civil es una lucha moral más que de fuerza, de persistencia más que de contundencia. Porque como nos enseñó el gran José María Vargas: “el mundo es del hombre justo. Es el hombre de bien, y no del valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia”; y Miguel de Unamuno agregaría que lo principal es convencer más que vencer (aunque en Venezuela “¡Necesario es vencer!”, como dijo José Félix Ribas). Por ello mi insistencia en el tema de la conciencia. Pero si ésta se ve afectada por el miedo ante la violencia de la dictadura, también tiene un gran enemigo en la indiferencia. No sé cuántos indiferentes hay en Venezuela pero sin duda “son legión”. La suma de ambos elementos seguramente han creado (y fortalecido) al oportunismo clientelar-populista de muchos.

¿Cómo se puede ser indiferente ante la política, y más aún cuando una minoría pretende secuestrarla para establecer un totalitarismo con su fraude constituyente? ¿Cómo pensar que la deformación de la política no nos afectará y podremos seguir viviendo “tranquilamente”? Gracias a Dios, son muchos los que han descubierto ¡por fin! la relación directa entre las irresponsables medidas de la dictadura y el incremento de la inflación, el hambre, la escasez y la delincuencia. Y que a partir de este domingo si se llega a permitir el establecimiento de la constituyente fascista-comunal, todos estos problemas se multiplicarán “al infinito”. Por ello no es tiempo de indiferencias, y los que resistimos tenemos el DEBER de actuar en consecuencia para DESPERTAR a esta “legión” que cree que puede seguir encerrado en su “burbuja” de trabajo (o cumplimiento de horario), música alta y negación de toda conversación política.

Toda acción pacífica vale, y considero que ante los enemigos del miedo y la indiferencia se deben fortalecer métodos como las asambleas vecinales, el apostolado de la formación política, la discusión permanente sobre las perversiones de la dictadura; la propaganda sustentada en: la verdad, nuestros ideales libertarios y las propuestas de solución a todos los desastres que hoy padecemos. La cola, el transporte público, las redes, el trabajo, pero también la visita casa por casa; son los espacios de la palabra que no hemos aprovechado al máximo para resistir. Sobre otros mecanismos están todos los relativos a la desobediencia civil de los cuales se ha hablado bastante, el problema es que aplicamos muy pocos. De todas estas estrategias considero que el voto sigue siendo el fundamental y, la inédita movilización popular del 16 de julio pasado lo demuestra. Por lo cual se debe insistir en ella una y otra vez, y no desaprovecharla cuando haya condiciones mínimas para su ejercicio, las cuales no fueron las del fraude constituyente donde se eliminó el derecho al voto igualitario (una persona un voto) y se incorporó el voto sectorial al que un 38% de los venezolanos no tiene acceso (según Eugenio Martínez @puzkas).

La palabra permite remover la indiferencia y es relativamente menos riesgosa que muchas acciones de calle (marchas, concentraciones, etc.). Con esto no quiero decir que debemos abandonar la protesta que hemos llevado a cabo hasta ahora, sino que debe complementarse y es la específica de un sector de la población (el dominado por el miedo a marchar, etc.). Otra estrategia es el silencio y el rechazo moral al opresor y al colaboracionista (al convertirse nuestra autoridades en una especie de fuerzas de ocupación vale el término). Un ejemplo de ello fue como en la Francia invadida por la Alemania nazi (1940-1944), la población con dignidad le daba la espalda e ignoraba a los miembros del ejército del Reich y el repudio era mayor con los franceses que cooperaban con la opresión.

En nuestra próxima entrega esperamos – Dios mediante – concluir con esta serie de ideas sobre la resistencia a la dictadura que sufrimos la mayoría de los venezolanos, en la que nos dedicaremos a hablar de la resistencia cuando ya no se tienen casi medios para luchar en contra de los autoritarismos.

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