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Revolución 4.0

La primera revolución industrial, que fue la que trajo la máquina de vapor, creó una nueva era producto de esa desconocida hasta entonces tecnología, lo cual significó la creación de nuevas profesiones y miles de empleos; muchos más que los que desaparecieron, como el cochero, los que giraban alrededor de los establos, los que traían el heno a las ciudades, etc. Con la segunda revolución industrial, derivada de la electricidad, los motores de combustión interna y las cadenas de montaje para la producción en masa, también se crearon muchos más empleos de los que se acabaron. Igual cosa ocurrió con la tercera revolución industrial, la que vino con el advenimiento de las computadoras. Pero este no es el caso con la cuarta revolución industrial, la que ya llegó y es conocida como la industria 4.0, o economía digital, que tiene como su característica principal la robotización y el consecuente desplazamiento del ser humano por el robot; la llamada “singularidad”.

Silicon Valley plantea como un paradigma que cualquier problema humano, político o social, se podrá resolver mediante complejas soluciones tecnológicas. Ya vemos como los algoritmos permiten que las máquinas decidan la compra y venta de productos financieros mejor que los sesudos expertos de Wall Street; casi mes con mes los robots que se presentan en Asia, América o Europa, son cada vez más versátiles y eficientes. Hay robots cocineros, expendedores de café, recepcionistas de hotel, mascotas, acompañantes, etc. La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados en nuestras narices y no hemos reparado en ello. La internet de las cosas, los carros que se manejan solos, la fabricación de vehículos eléctrícos casi sin intervención humana, como la hace Tesla, son la evidencia de que la 4.0 ya está aquí. Esta nueva revolución tiene entre sus principales postulados el cuestionamiento del hombre como centro de la producción, así como el planteamiento de que para un mismo rendimiento económico cada vez se necesitan menos trabajadores.

Lo que de novedoso trae la 4.0 es que esta vez los empleos que se desplazan no son solamente los manuales, los que realizan las personas con poca instrucción; sino que están en riesgo de desaparecer también los empleos de oficinistas, empleados administrativos, pero igualmente los empleos profesionales. Ya una educación universitaria no es garantía de tener un trabajo estable, porque lo que se avizora es que los algoritmos sustituirán también a las profesiones liberales. Los robots podrán diagnosticar, prescribir un tratamiento y operar, mejor que un médico, y así será en el caso de los abogados, administradores, contadores, economistas, etc. Pronto una casa, un puente y hasta un edificio lo podrán construir las impresoras 3D, que ya trabajan no solamente con plásticos, sino con aleaciones de metales.

Los grandes consorcios tampoco están a salvo porque todo dependerá de cómo se monten rápidamente en la economía digital y asuman sus postulados. No estamos proponiendo ni por asomo que esta revolución haya que abortarla, porque ello es imposible y el futuro no se puede detener; sin embargo, hay que reflexionar profundamente sobre los cambios que afectarán a buena parte de la humanidad. Este sin duda es un gran tema que debe abordar la ONU y los gobiernos como el G7, con la urgencia que requiere el caso ya que estaría en peligro la estabilidad del mundo. Los tecno optimistas, por su parte, creen que esto no será de tal gravedad ya que el 65% de los empleos que se generarán por efectos de la 4.0 aún no se conocen, como no se conocía en los 70 que crear páginas web, sería una profesión.

Lo que si es un hecho es que en la evolución de la inteligencia artificial la máquina superará el intelecto del hombre y que éste ya no podrá controlarla dado que ella será más lista. ¿Qué será entonces de la especie humana? ¿Tendrán razón algunos que piensan que es hora de desconectarnos?

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