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Sangre, sudor y lágrimas

Tenemos un gobierno sepultado por la incompetencia y la corrupción, que ha llevado el país a la situación deplorable que ahorra confrontamos. Ha sido un viacrucis en el que desde 1999 se ha recorrido un camino señalado, no con catorce, sino con dieciséis estaciones de aflicción y sufrimientos.

Además de la persecución política con su mercadeo de cárceles y exilios, se ha condenado al pueblo venezolano al martirio económico. El chavismo ha convertido el ejercicio del poder en fragua para el reparto pródigo de la pobreza. La UCV, La Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Simón Bolívar realizaron en julio y agosto de este año un estudio que reveló que el 73% de los hogares y el 76% de los venezolanos se encuentran en condición de pobreza por ingreso, lo que representa un récord histórico.

El salto, de rango olímpico, que ha dado el incremento de la pobreza durante el mandato de Maduro podría atribuirse a la caída de los precios del petróleo, nuestro casi único producto de exportación. Pero esa apreciación pecaría de superficialidad porque durante dos de los casi tres años que Maduro ha ocupado la presidencia hubo una buena cotización promedio del barril petrolero venezolano: 98,08 dólares en el 2013 y 88,42 dólares en el 2014. Esas cifras nos conducen a concluir que es otra la causa que ha llevado al país a la indefensión y la pobreza: la radicalización de unas políticas económicas y de un modelo fracasado que generaron una inflación que devora la capacidad de compra de las familias, inflación que, según Ecoanalítica, fue de 185% entre octubre de 2014 y octubre de 2015 y que cerrará el año con una tasa del 205%.

Mientras no se tomen medidas para desmontar, con la gradualidad requerida, el control de cambio y el control de precios; mientras no se pare la fábrica de dinero inorgánico en la Casa de la Moneda en Maracay; mientras no se impulse la producción interna y continúen las expropiaciones y la hostilización al sector privado; mientras no haya disciplina fiscal y monetaria; mientras las divisas que nos proporciona el petróleo se asignen mal o aviesamente o se sigan regalando buscando la contraprestación de un apoyo internacional o la corrupción se las lleve a lavar en Andorra, etc, etc, la crisis se irá agravando y continuará el recorte de importaciones que son necesarias y la liquidación de activos, y, conjuntamente con la escasez, seguirá elevándose el costo de la canasta alimentaria que ya está en casi 70.000 bolívares y el de la canasta básica (alimentos más servicios) que alcanzó en septiembre los 97.291,86 bolívares.

El triunfo de la oposición democrática el 6D (ante el cual Maduro amenaza, con la conocida exquisitez de su lenguaje, con irse a la calle “y en la calle nosotros somos candela con burundanga”), ya pronosticado por todas las encuestas, marcará el inicio del cambio para que no haya más “sangre, sudor y lágrimas”, si extrapolamos la famosa frase de Churchill.

Carlos Canache Mata

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