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Sciacca y el occidentalismo

“Comunicar es entrar en el otro, pero siempre mirándonos a nosotros mismos, para evitar entrar usurpando…”. F. Sciacca

El problema del proceso revolucionario venezolano, es que se concibió y comenzó a construirse en tiempos de una crisis profunda del mundo occidental. En otro contexto, quizás los obstáculos fueran menores, pero la vorágine del occidentalismo, que es la desfiguración del pensamiento occidental originario, ha echado por el traste muchas acciones que surgieron con buenas intenciones pero que se pervirtieron en su aplicación; la corrupción, el burocratismo, la ineficiencia, la inseguridad, la deshumanización de la sociedad; es producto de la crisis del mundo occidental. La cura sería zafarnos de ese mundo e integrarnos en otra realidad y contexto, pero como se puede ver, es un asunto muy complejo y quizás imposible ante una masa humana domesticada en ese escenario de consumo, confort y vicio, en donde el hombre occidental ha modelado su “ser”. Sobre este tema se aborda a un pensador y filósofo italiano que fue uno de los pioneros en abordar la crisis del mundo occidental, me refiero a Michele Federico Sciacca (1908-1975), el cual documentó ampliamente la evolución de la modernidad y del hombre inmerso en ella, en el contexto del siglo XX. Tuvo la fortaleza de confrontar la epistemología y ontología, de las diversas corrientes filosóficas, sobre todo, fue uno de los primeros en revelarse contra el determinismo y reduccionismo de la figura del “ser”, en que autores como Heidegger habían querido circunscribir la formación del hombre moderno. En un breve ensayo titulado” Perspectivas de Nuestro Tiempo”, publicado en español por la Editorial Troquel, en 1962, Sciacca percibe la modernidad no como una solución a la formación del hombre, sino como un medio, un contrato social que marca la absolutización disarmónica de ciertos rasgos del hombre y del ciudadano que aún hoy jaquean a la sociedad humana e intentan llevarlo a su propia destrucción.

Sciacca visualizó al ser humano de occidente, como un agente la distorsionador de los valores, situación que se dio con mayor fuerza desde la ilustración, o era del Iluminismo, siglo XVII, donde se sustituye el principio del “ser” por el “hacer”, y el principio de la “Verdad” por lo “útil”, reduciéndose la idea de moral a un simple consenso y no a un compromiso como se da en la filosofía oriental, por dar un ejemplo. Sciacca, expresa que se ha perdido el sentido armónico de la vida, por el oscurecimiento de la universalidad del pensar. Este mundo occidental, en el cual Latinoamérica hace vida activa, ha cambiado la ideal de justicia por la de utilidad de las decisiones, en una búsqueda por lo bueno y no por lo justo; lo bueno, lo define Sciacca lo que se amolda al interés de la época de los grupos ostentadores de Poder, como se ve es una distorsión del término, tanto en su sentido humano como en su valor de justicia. Sciacca se fundamenta en estas reflexiones en las ideas de Platón, San Agustín, Pascal, Rosmini y Gentile, entre otros; cuestionando desde esas ideas originarias la malformación que ha tenido el pensamiento occidental acerca del hombre, pero, sobre todo, la manipulación que ese pensamiento le ha hecho a la justicia. Si hoy día vemos acciones “injustas” y “serviles” de los Gobiernos o Estados, no es un asunto aislado de la filosofía occidental, es producto de esa filosofía.

Por otra parte, la justicia no puede definirse, recalca Sciacca, sin el contexto de la persona en su relación con los demás. Tal como expresa el también filósofo W. R. Daros, en su ensayo “La formación humana: una justa integralidad ante la fragmentación moderna, según el pensamiento de M. F. Sciacca” (2012), en cuanto a que en” …todas las épocas han habido dolor e ignorancia; pero, en algunas, estaban acompañados de una fe en la universalidad del pensar, en una concepción de las personas abiertas a un Ser infinito, que daba proporción a este mundo sin absolutizarlo. Por el contrario, el Occidentalismo constituye una fase que va del Iluminismo hasta hoy, en donde prevalecen los intereses prácticos y mundanos o inmanentes. La razón deja de fundarse en la inteligencia del ser, del cual participan los entes. La razón queda reducida a la técnica del cálculo, como lo dice expresamente Hobbes: El progreso del conocimiento consiste sólo en perfeccionar los instrumentos de observación, y el instrumento que es la razón, con nuevas técnicas de cálculo con respecto a la finalidad del disfrute de las cosas, del dominio del hombre sobre ellas y sobre el hombre mismo: saber es poder de dominio«.

A todas estas, Sciacca es uno de los primeros en visualizar que el mundo occidental estaba inmerso en una crisis, la cual ha degenerado en el occidentalismo, es decir, en una especie de cierre de Occidente a cualquier influencia, buena o mala, que atente contra sus valores; el occidentalismo se expresa, a través de un individualismo egoísta, con una ética de aislados, no universal sino de grupos.

Ese occidentalismo crea una falsa igualdad, ya que destruye la originalidad de las personas y eleva nuevas discriminaciones, mediante sectas filosóficas o culturales, dominadas por la lógica fanática de las opiniones escépticas. Hay un crecimiento del conocimiento científico, eso es lo que se proyecta, pero en esencia se da una distorsión que solamente reconoce los intereses de los grupos privilegiados y de las ideas que, como expresara Francisco Bacon, se comportan como teorías superficiales y entusiastas que accionan la utilidad práctica de todo cuanto el hombre contempla, y transforma la verdad como un principio del saber reducido a lo útil y a instrumental.

En concreto, el occidentalismo asume una postura paradójica, por un lado, gran erudición, pero por otro, ausencia de cultura creativa, aunque Sciacca dice que hay sus excepciones, y la exaltación de la razón; pero por otro, su deterioro hasta reducirla a puro cálculo por el bienestar material con deterioro de la Naturaleza; por un lado, investigación, pero, por otro, reducción de la misma a unos intereses prefijados o al nominalismo, o al análisis del lenguaje.

En el ahora de la modernidad, que el  polaco Zygmunt Bauman (1925) ha calificado de modernidad líquida (donde a lo externo todo parece estable, pero a lo interno es frágil y disoluble), la crisis de occidente es la crisis de los fundamentos del hombre y de la sociedad; el occidentalismo (llámese capitalismo global en la praxis económica), es un intento de absolutización de la razón humana, y una posterior autodisolución y reducción de la misma al instinto, a la voluntad de poder, a la violencia, al absurdo nihilista; está en crisis la  capacidad de toma de decisión política, social e individual, desde una visión integral y transformadora. Por ello, la categoría aportada por Sciacca de la autoconciencia es la vía para fortalecer los movimientos sociales progresistas que buscan libertad e identidad local en los países latinoamericanos.

Esa percepción de autoconciencia, la define Sciacca como “…el saber primero que hace posible todo otro conocimiento”; un saber que debe partir de la idea de consolidar las instituciones democráticas amparadas en la visión del poder popular, porque la idea es diversificar el Poder, pero para que ello se de, debe haber una postura clara de los grupos sociales en cuanto a su historia y en cuanto a su autovaloración como etnia o grupo humano pensante. El hombre es un ser pensante, además existe, es actual y no potencial y por ello descubre y revela el ser de todas las cosas en el orden del ser; la autoconciencia, es el primer encuentro del hombre con la verdad que lo constituye y lo trasciende.

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