El EditorialOpinión

Un drama en ciernes

Los trágicos acontecimientos recientemente ocurridos en EEUU , las islas del Caribe y México, son una advertencia de la naturaleza, producto en algunos casos tal vez del calentamiento global y en otros fenómenos recurrentes del desplazamiento de la corteza terrestre. Sin embargo, sea cual fuere el caso, generan enormes pérdidas materiales y ocasionan numerosas muertes.

En nuestro país tenemos, aparentemente un ciclo, con lapsos variables años, de más de 100 años hasta de solo 46 años, en el de 1812, en los que la tierra tiembla con furor y ha ocasionado grandes daños a nuestra ciudad capital, Caracas.

Es imposible prever cuando va a ocurrir un sismo, lo que si se sabe es que a medida qua pasa el tiempo, se incrementa la posibilidad de ocurrencia y las posibilidades de que sea mayor.

Los principales sismos que han sacudido a Caracas fueron en 1641, 1766, 1812, 1900 y 1967.

El terremoto de 1812 fue el que más daño causó, destruyó a Caracas, San Felipe, Barquisimeto y Mérida. El último de gran magnitud fue en 1967, cuando se celebraba el cuatricentenario de la fundación de Caracas. Ese sismo, que duró 35 segundos, dejó más de 300 muertos, numerosos heridos e inmensas pérdidas materiales.

Lo que suele matar a la gente en eventos de esta naturaleza es la mala construcción de las edificaciones y la ignorancia de la gente sobre qué hacer en esas circunstancias. Hace algunos años la Universidad de Columbia hizo un estudio sobre las medidas que debían adoptarse en Caracas para evitar pérdidas humanas en caso de ocurrir un nuevo terremoto. El arquitecto venezolano, Carlos Gomez de Llerena ha intentado, numerosas veces de hacerse escuchar por las autoridades, tanto nacionales como municipales, sobre las medidas de prevención que deben adoptarse, con base en el estudio de la universidad norteamericana. Una de las zonas más complicadas, según ese estudio, es Petare.

Hoy habría que agregarle las condiciones como se han construido apresuradamente algunas viviendas en la capital y en el litoral central, esperando que los constructores hayan aplicado debidamente las normas anti sísmicas recomendadas.

Creemos que una oportuna campaña informativa de qué hacer en caso de un nuevo e inevitable terremoto debe iniciarse lo antes posible, así como tomar las medidas necesarias para crear espacios en los barrios más congestionados, en los que puedan aterrizar helicópteros en misión de salvamento.

Estamos a tiempo para evitar una tragedia de dimensiones incalculables, pero para ello debemos dejar de lado la diatriba política y unir en una sola política la información y las medidas auxiliares requeridas para reducir las pérdidas humanas.

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