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Un “ovni” en las presidenciales de Francia

La ultraderechista Marine Le Pen está liderando las encuestas presidenciales en Francia, seguida de cerca por un “ovni” llamado Emmanuel Macron, un fenómeno político sorprendente. Según BFM-boîte à sondages, que promedia cada semana los datos de los diferentes sondeos de opinión (Elabe, l’Ifop, Odoxa, Kantar-Sofres, BVA, CSA y Harris Interactive), sitúan a Marine Le Pen a la cabeza de las intenciones de voto (26.5%), seguida por Emmanuel Macron (22.5%),  François Fillon (18%), Benoît Hamon (16.5%) y Jean-Luc Mélenchon (10.0%).  En otro sondeo realizado el día 03.02.2017, por l’Ifop, los entrevistados dan como ganador a Macron (63%) frente a Le Pen (37%), en la segunda vuelta.

La campaña presidencial en Francia dio un vuelco inesperado a raíz de las revelaciones del diario satírico Le Canard-enchaîné, relacionadas con los subcontratos de consultoría que François Fillon, el candidato del Partido Los Republicanos (PR), otorgó a su esposa Penélope y a sus dos hijos durante su ejercicio como diputado y como senador. La investigación iniciada por el Fiscal de las Finanzas de la República puede tardar varios meses, lo que le impediría continuar como candidato por el riesgo que implicaría ser hallado culpable. Fillon insiste en proclamar su inocencia, pero se contradice haciendo un mea culpa, profundizando el foso donde será enterrada su candidatura.

Un sondeo reciente (Odoxa) indica que 61% de los franceses opina que el “Penelopegate” es un problema ético y desean que Fillon retire su candidatura. De allí que una marea de fondo dentro de su partido está en busca de un sustituto que pueda enfrentar a Le Pen. Se descarta que el mediático Sarcozy sea escogido como relevo, debido a que aún tiene juicios pendientes por casos de corrupción durante su administración, por lo tanto, quedarían Alain Juppé y François Baroin. Juppé ha dicho que no participará. Baroin por su parte, joven muy preparado, arrastra el pesado equipaje de su identificación como delfín de Sarcozy, aparte de no haber construido su propio espacio político.

“En nombre del pueblo”

Marine Le PenMarine Le Pen ha elaborado un discurso donde exalta el patriotismo contra los  “totalitarismos económicos y religiosos”. Su posición firme en contra del islamismo la ha colocado como primera opción del electorado. Ella habla de “la Francia del pueblo”, que no pertenece ni a la derecha “fric”, ni a la izquierda “fric” («du fric» : expresión familiar para nombrar el dinero). La líder del Frente Nacional, aparte de prometer la salida de Francia de la UE, también clama por combatir el  “stablishment de una clase política y mediática que la ha relegado moralmente, así como ha excluido a la mayoría del pueblo francés”.  Desde su óptica, considera que tanto ella como el pueblo son víctimas de una oligarquía en el poder. Su eslogan “Au nom du peuple» ha penetrado en las masas desencantadas de los partidos tradicionales, de no participar en las decisiones de la Unión Europea y de la “corrección política” con el extremismo islámico.

La paradoja Macron

En Abril de 2016, hace apenas nueve meses, este joven economista de 39 años se lanzó a la arena política, creando el movimiento Révolution En Marche o En Marcha. Hoy los sondeos lo dan como candidato a la segunda vuelta enfrentando a Marine Le Pen.

“No estoy ni a la derecha, ni a la izquierda, ni al centro” ha exclamado el candidato a los 16.000 partidarios en el exitoso mitin en Lyon el domingo pasado. Por eso, sus adversarios lo califican de “objeto volador no identificado”. Sin embargo, a Emmanuel Macron sus seguidores lo aclaman como la encarnación del antisistema, cuando el mismo es producto nada menos que del sistema bancario internacional, al ser un alto ejecutivo de la poderosa Banca Rothschild. Hábilmente proclama: “yo conozco bien el sistema porque he vivido dentro de éste y conozco sus limitaciones, el sistema dejó de servir al pueblo”.  En un sondeo de la revista Les Echos (03.02.2017), el 46% de los franceses lo ven como el más dotado para encarnar la presidencia y hacer resurgir a Francia.

Pero ¿Cuáles son las claves de su éxito?  De manera muy inteligente, valiéndose de que el 88% de los franceses no tiene confianza en los partidos políticos (Barometre CEVIPOF, Febrero 2016), Macron se presentó como independiente, por fuera de cualquier partido, afirmando no ser “ni de derecha ni de izquierda, ni de centro”. Ese posicionamiento es una de las claves de cómo este joven que se dice encarnar un “liberalismo social”, ha seducido a los franceses hartos de los partidos y de los políticos mediocres y corruptos. Muchos militantes de la “derecha de la izquierda” del Partido Socialista que apoyaron a Manuel Valls en las primarias, se han mudado a la tolda de Macron, que les ha dicho que “ser de izquierda no significa ser irracional”.

Con una retórica impecable, se deshizo hábilmente del equipaje de la administración Hollande, en la cual, apoyado por Manuel Valls, introdujo la denominada Ley Macron e inspiró la nueva ley del trabajo, causante de la implosión dentro del Partido Socialista. Uno de sus argumentos para salirse de la administración fueron los límites que le impusieron desde el PS y que le impidieron el relanzamiento de la economía francesa.

Otra de las claves es la utilización de tácticas a la americana como lo hicieron Obama y Trump, es decir, apoyarse en gurús de las redes sociales que precisan dónde están los electores que hacen match con su posicionamiento, seguido de una campaña puerta a puerta con miles de jóvenes portadores de su mensaje: “La decisión de cambiar, del progreso, de la transformación está en tus manos”, para después nutrir su propaganda con las propias palabras de los electores. Su eslogan: “Revolución en marcha”.

“Francia, no es una idea abstracta. Francia, es una voluntad, nuestra voluntad”. Mientras los otros candidatos infunden miedo a las masas, Macron habla en positivo, transmitiendo esperanza, alimentando con planes a su audiencia, en especial a los jóvenes. Otra de sus claves, salvo algunas ironías, es la de no hablar mal de ninguno de los otros candidatos e incluir en su discurso elogios a las ideas del General de Gaulle o al discurso sobre Europa del ícono de la izquierda François Mitterrand o la sinceridad del derechista Jaques Chirac cuando se refirió a la redada contra los judios durante la ocupación o “raid du Vel d’Hiv”. “Me emocionan la sinceridad de sus discursos, sean de derecha o de izquierda me hacen sentir orgulloso de ser francés”.

Ha publicitado de forma inteligente una imagen creíble a nivel internacional, brindando conferencias en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. Se ha entrevistado con primeros ministros en Oriente Medio, para fijar posición sobre temas geopolíticos, como si ya fuera presidente.

Macron se limita a enunciar sus ideas reformistas sin entrar en detalles. Ha abordado con extrema prudencia el tema musulmán afirmando que “apoyará a los predicadores respetuosos de las leyes de la República y que ayudará a los musulmanes de Francia a ganar la lucha por un Islam iluminado contra el Islam radical que atenta contra la República y sus leyes”.  Habla de mostrar una «benevolencia exigente» hacia la religión, pero no ha precisado cuáles serán sus políticas sobre la amenaza terrorista o la crisis migratoria. Presentará su contrato a la nación en marzo, tres semanas antes de las elecciones. Para esa fecha espera haber ya conseguido la mayoría para ganar la primera vuelta. Ante la caída de la popularidad de François Fillon, se ha convertido en la esperanza para detener el avance de la ultraderecha.

Macron se deslindó de los otros candidatos al afirmar que Marine Le Pen es su única adversaria en las presidenciales de Abril. De continuar subiendo en las encuestas y quedar en la primera vuelta, tanto a los socialistas como a la derecha no les quedará otra alternativa que apoyar su candidatura y su “liberalismo social”.

Faltan apenas dos meses para las elecciones y es conocida la volatilidad del electorado francés. La política no es una ciencia exacta, por lo que es muy difícil dar predicciones. En estos dos meses pueden ocurrir muchas cosas o agudizarse las paradojas.

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