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Votar o no votar

Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la injusta fortuna o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a ella, encontrar el fin? Morir, dormir… nada más; y con un sueño poder decir que acabamos con el sufrimiento del corazón y los mil choques que por naturaleza son herencia de la carne… Es un final piadosamente deseable. Morir, dormir, dormir… quizá soñar. Ahí está la dificultad. Ya que en ese sueño de muerte, los sueños que pueden venir cuando nos hayamos despojado de la confusión de esta vida mortal, nos hace frenar el impulso. Ahí está el respeto que hace de tan larga vida una calamidad. Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del tiempo, la injusticia del opresor, el desprecio del orgulloso, el dolor penetrante de un amor despreciado, la tardanza de la ley, la insolencia del poder, y los insultos que el mérito paciente recibe del indigno cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal. Quejarse y sudar bajo una vida cansada, por el temor a algo después de la muerte – El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero vuelve- aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a otros que desconocemos. La conciencia nos hace cobardes a todos. Y así el nativo color de la resolución enferma por el hechizo pálido del pensamiento y empresas de gran importancia y peso con lo que a esto se refiere, sus corrientes se desbordan y pierden el nombre de acción.

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Votar o no votar, esa es la cuestión ¿Qué es más noble para el alma sufrir los golpes y las flechas de la dictadura de Maduro o tomar las armas del voto contra un mar de violaciones y, votando todos en masa hallar el fin?
No morir, no dormir, saber que votando en vez de tan  inútilmente protestando podemos acabar nuestro sufrimiento ese de tantos años de atroz dictadura que con marchas no hemos acabado.
Se trata del final democrático deseado Ya no se trata de morir, tal vez soñar aunque a los ciegos radicales parezca que marchando y con las guarimbas los sueños de la muy ansiada libertad se puedan solo con protestas realizar, viendo que razón es más que corazón.
Ahí está lo que hace esa calamidad Pues quien soportaría los latigazos y los insultos del tiempo, la injusticia del dictador Maduro, el desprecio de los chavistas, toda la ausencia del derecho la insolencia de ese bandido Diosdado los insultos de esas cadenas infinitas que con masivos votos desquitaríamos.
Quejarse y sudar bajo vida cansada Temiendo lo malo de la constituyente
El país sin descubrir de cuya frontera ya ningún opositor podrá devolverse aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a otros deseados que desconocemos.
La conciencia, segada por el corazón Nos hace a casi todos muy cobardes Y así el nativo color de la resolución Enferma por el hechizo pálido que es el pensamiento por  corazón dominado hace que se pierdan las posibilidades de acabar con el dictador ese Maduro y hacen que no triunfes las acciones.

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