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Cultura no es propaganda

 Figuras de alto vuelo mediático como Rubén Blades y Leonardo Padrón atacados personalmente por el presidente Maduro- o Gustavo Dudamel y José Antonio Abreu -muy cuestionados desde la oposición- han estado involucradas en todo el torbellino que ha despertado este enfrentamiento entre los cuerpos de seguridad y defensa del Estado, organizaciones paramilitares y la población civil. Por fortuna los oficialistas de a pie no participan en la refriega porque de ser así se estaría poniendo la alfombra para una guerra fratricida.

Tanto Blades como Padrón han tratado temas políticos en su obra, pues piensen nada más en Maestra vida, ópera de la vida popular caribeña, en el disco Siembra o en una telenovela como Cosita rica. No es el caso de Gustavo Dudamel o de José Antonio Abreu porque la música clásica posee un lenguaje cuyo alcance político no se mide en temas, más allá por supuesto de piezas de explícito contenido como «Va pensiero», aria de Nabucco, de Verdi. El asunto no es el contenido político del arte, que no es de extrañar en tanto la vida en sociedad implica la política.

Tampoco las posiciones de los creadores ante un gobierno determinado pues para quienes somos herederos de los valores del pluralismo y la libertad individual, las posturas de Padrón, Dudamel, Abreu o Blades son legítimas. De este modo, Gustavo Dudamel es sin duda chavista y tiene derecho a serlo tanto como el maestro Abreu está en libertad de vivir para una sola causa en el mundo: el sistema. Padrón es opositor y Rubén Blades se conoce como un hombre de izquierda moderada. Él y Dudamel estuvieron juntos en un concierto interpretando precisamente Maestra Vida: perfecto, no hay problema (no fui porque estaba segura de que se oiría muy mal y no quería que un evento de esta magnitud me dejara un mal recuerdo).

Pregunto: ¿puede una política cultural de Estado ponerse al servicio de la propaganda partidista? Este es el punto, no el talento, la libertad de tener una postura política de manera pública o privada o, en concreto, el valor del sistema, una de las mejores políticas culturales del mundo. Las orquestas no son Abreu o Dudamel ya que constituyen una institución que nos pertenece a los venezolanos y a la humanidad. Por esto Nicolás Maduro no puede decir que el sistema es «el sonido de la revolución»; por esto Dudamel, Abreu y Christian Vásquez no debieron interpretar un mambo el día que mataron e hirieron a muchachos en la calle y luego cometer el error depublicar un comunicado de diez líneas diciendo «lo lamento». No es ético usar recursos del Estado de este modo ni mucho menos golpear los sentimientos de la gente. El sistema es de todos nosotros y si ustedes lo ponen al servicio de la revolución, conscientemente o no, entonces no se quejen de las críticas que han recibido.

 

@giselakozak

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