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Izquierda colérica ucevista

¿Por qué en la UCV tantas protestas degeneran en actos violentos? Llama la atención que tales actos se justifican en nombre de los derechos laborales, las luchas estudiantiles o la democracia interna, es decir, en nombre de causas identificadas con esa vaga denominación en la que caben ideas y gobiernos muy disímiles: la «izquierda». En nombre de ésta, los encapuchados quemaban autobuses y camiones perjudicando a trabajadores y gente de a pie y los guerrilleros se protegían del gobierno escondiéndose en la UCV, territorio liberado para las armas y la politiquería. En su santo nombre, se ha rechazado la presencia de intelectuales de otras tendencias políticas como si fuesen el demonio y se ha ejercido un supremacismo moral afincado en el cristiano primitivo amante del harapo, la pobreza y la mortificación del cuerpo, cuya versión suprema es el Che Guevara. Es una izquierda patológica, más parecida a los cristianos de la antigua Alejandría que lapidaron a la matemática Hipatya que a los socialistas que acompañaron la causa del voto de la mujer o lucharon contra el trabajo infantil.

La izquierda que echa en cara su pecado de egoísmo a los que no han muerto de hambre y a los que tuvieron un padre y una madre que se ocuparon de ellos, la que protesta por el comedor arrojando comida descompuesta a los pies de la rectora, destroza las instalaciones de la universidad, patrimonio de la HUMANIDAD, no de las autoridades, y ensucia con pintas las paredes. La misma que nos encerró en mi Facultad de Humanidades y lanzó bombas lacrimógenas que nos produjeron asfixia e irritación.

Una izquierda colérica, ignorante, resentida y arrastrada frente al poder, tan distinta a la que luchó contra las dictaduras y por los derechos humanos. Tan primitiva e inconsistente que clama por el fin del conocimiento y exige el voto paritario en la UCV, no en la Universidad Bolivariana o la Fuerza Armada.

Esta izquierda vive entre estudiantes, profesores, empleados y obreros, pero solo gana elecciones sindicales entre los últimos. Empleados y obreros honestos tienen que reaccionar frente a un liderazgo que con cualquier pretexto tranca las puertas de la universidad, impide la entrada de ambulancias al Hospital Clínico, saca a los estudiantes de las clases, maltrata a profesores y alumnado y deja la comida hecha en el comedor, hasta el punto que el miércoles pasado los muchachos la sirvieron.

Ese mismo día se presentó un grupito en el postgrado en el Centro Comercial Los Chaguaramos; gritaron, insultaron y rompieron cosas. Un verdadero trabajador no daña su lugar de trabajo y menos si se trata de una casa de estudios.

Se quejan de la «dictadura profesoral» pero dejan de laborar cuando les da la gana: Marx, padre del socialismo, los llamaría lumpenproletariado, gente sin competencia para el hacer que solo medra.

¿Seguiremos los ucevistas permitiendo esto cual cobardes? La cobardía es despreciable pero por sobre todo mediocre.

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