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La clase media ha decidido botar su voto

Debo decirlo sin rodeos: los votantes opositores están a punto de cometer el mismo error que llevó a los partidos a abstenerse en el 2005, entregándole la Asamblea Nacional a la coalición gubernamental y esperando, sin base alguna en la realidad, que algún milagro produjera la “salida” del “gobierno ilegitimo”. Es decir, están a punto de abstenerse masivamente. Esto es especialmente evidente entre los votantes opositores de clase media y los más jóvenes. No sorprende, son los que siempre se abstienen en mayor proporción. Pero estamos hablando de cifras de abstención mucho más elevadas que las usuales en estos sectores. Las encuestas que manejo así me lo hacen ver. A menos de que algo ocurra en la campaña, que le permita a los partidos y candidatos vencer el ánimo abstencionista, la oposición puede obtener su peor derrota desde las presidenciales del 2006.

Y a las encuestas sumo las observaciones cualitativas. Algunos opositores (principalmente en uso de las redes sociales) acusan a la MUD y Capriles de “oposición oficialista” y enarbolan activamente la bandera de la abstención con el fin de… ¿Con algún fin? De verdad no creo que tengan fin alguno salvo el puro expresionismo testimonial.

Son los menos, pero son los que más ruido hacen. Además, por su presencia en las redes, tienen algún poder de contagio. En este grupo destacan, sin ser todos, algunos que quisieran ver en Venezuela lo que sucede en Egipto o Siria. Claro, siempre que los cadáveres no sean los de ellos. En su furia anti-MUD no se percatan de que ni en Siria ni en Egipto ha habido transición y los militares, que siempre estuvieron en el poder, siguen en él.

Otro grupo simplemente se entregó resignadamente y prefiere que la diosa fortuna, el tarot o los gringos, les resuelvan las cosas.

Observan que no pueden ganar, que hagan lo que hagan el gobierno “no puede ser derrotado.” Se cansaron (con razón) de la inutilidad de tocar cacerolas, nunca pasaron de marchar a organizarse y creen que les roban el voto con máquinas, cables submarinos, satélites y otros artilugios dentro de los que no dejan de ser mencionados babalaos y “pactos con el maligno.” Estos, al contrario que los primeros, no necesariamente critican a los líderes opositores, sino que más bien decidieron echarse de dejan de andar.

Un tercer grupito, pequeño pero no menos importante, es de que forman los engañados por la famosa e infame tesis de los “ni-ni” o “no alineados.” Estos apuestan a votar por alguna tercería insignificante creyendo la monserga, repetida incluso por aluno colegas aunque sin base alguna, que el país no está polarizado sino divido en tres pedazos y los “ni-ni” no solo son mayoría sino que son la esperanza de la despolarización. Ni idea tienen de lo que la polarización es. No los culpo, la ciencia política no es su oficio. No tienen por qué haber leído a Dahl, ni Downs, ni Sartori, ni Linz. Los politólogos que los confunden o que refuerzan sus confusiones, si han debido leerlos.

En todo caso, no saben que la polarización es solo un mal cuando las instituciones no arbitran el conflicto entre los polos. Y tampoco saben que la alternativa electoral a la solución de los conflictos polarizados es el colapso de esas instituciones. En todo caso, creen que pueden apostar a listas que, como la de Escarrá en el Parlatino, “despolaricen.” En la práctica, como ocurrió con la mencionada lista, a lo que contribuyen es a impedir que la polarización se acabe al cerrar la opción de las fuerzas políticas que recompondrían instituciones capaces de neutralizar sus efectos perniciosos.

Agregando estos y muchos más grupos de votantes opositores descontentos con la MUD, descorazonados porque el CNE no les resulta imparcial (¡pero por dios! ¿Si lo fuera sería necesario que votaran?), más los místicos, los que esperan un milagro de color verde oliva o de cualquier otro color, y todos los que sufren de alguna forma del síndrome de locus de control externo, resulta que un grupo importante de votantes potencialmente opositores, de clase media alta y jóvenes, parece que ha decidido abstenerse de votar por alcaldes y concejales.

No ocurre lo mismo entre los votantes opositores de clase media baja y clase popular, donde créanlo o no ustedes, la oposición ha crecido hasta superar al gobierno (en la clase media baja) y casi igualarlo (en la clase popular: D y E).

Como dijo Orwell:

«If there was hope, it must lie in the proles, because only there, in those swarming disregarded masses, eighty-five percent of the population of Oceania, could the force to destroy the Party ever be generated.» (George Orwell, 1984, Book 1, Chapter 7)

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