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Otra lectura de la Cumbre

La VII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica no fue maltratada y lastimada sólo en Venezuela, su sede. Estos encuentros anuales de mandatarios ya han recorrido el camino que los conduce a dos sedes neurálgicas: las de Panamá y Cuba, metas a las que otros intereses no creen que debe llegar esta mancomunidad política.

Desde la década de los cincuenta, hasta la I Cumbre en Guadalajara hace siete años, los mandatarios de América Latina no se encontraban, ante la falta de convocatoria del gobierno de los Estados Unidos.

La sorpresa fue en el inicio de estas cumbres en Guadalajara, cuando Cuba, su gobierno y su presidente fueron invitados, tras la larga ausencia del Estado Cubano en encuentros multilaterales en el hemisferio.

Lo de sorpresa se verifica cuando la presencia del presidente de Cuba, Fidel Castro, fue recibida como un hecho de particular importancia, algo que el mandatario cubano manejó para los escenarios mediáticos con particular habilidad, evolucionando en su vestimenta cita por cita.

Pero Fidel Castro y Cuba no fueron invitados por simple casualidad. Recién había caído el «Muro de Berlín» y la amenaza del comunismo estaba agonizando; la sede era México, cuya política hacia Cuba fue diferente desde el extrañamiento del gobierno de la isla del seno de la Organización de Estados Americanos, e indudablemente por la relación de amistad del líder español Felipe González con Castro y el proceso revolucionario de Cuba y por el florecimiento de las inversiones y negocios españoles en esa antilla.

A la altura de la VI Cumbre, cuyo anfitrión fue Chile, con el acercamiento del gobierno de Argentina a los Estados Unidos y el cambio de mando en el gobierno español, por la derrota del socialista Felipe Gónzalez y el ascenso de José María Aznar, el evento mostró signos de impaciencia por la presencia de uno de los últimos bastiones del modelo socialista marxista, recomendándose la democratización del sistema en Cuba, mediante una resolución tipo «retrato hablado.»

Estos hechos no fueron expresiones coyunturales; tuvieron su seguimiento por parte del exilio cubano, que no podía dejar pasar esa oportunidad para desarrollar tareas de activismo que llegaron a la misma isla de Margarita, en Venezuela, donde el nerviosismo de los equipos de seguridad del gobierno venezolano sirvió una escena de estridencia.

En la etapa pre-Cumbre, en la Cumbre y en la post-Cumbre, todas las comparecencias de jefes de Estado y de Gobierno, de los cancilleres y otros altos funcionarios, ante los periodistas en entrevistas y conferencias de prensa, dejaron una huella muy clara, pues el denominador común lo marcó el peso de las preguntas acerca de Cuba, incluida una suerte de encuesta para visualizar la intención de asistencia a la cita, cuando le toque su turno a la isla.

La programación de la Cumbre contempla a Panamá, precisamente a la altura de la reversión del Canal pautado por los tratados «Carter-Torrijos», y la posible sustitución de las fuerzas militares de Estados Unidos por un Comando Internacional Antidrogas.

Retóricas y caras

Los que han asistido a las cumbres en rol de jefes de estado o de gobierno, cancilleres y plenipotenciarios, coinciden en realzar la importancia de este encuentro anual, incluso ante los entrevistadores de poderosas cadenas de televisión que en sus preguntas escrutan sobre la importancia de reunirse para hacer discursos, un acuerdo y gastar fuertes presupuestos para la realización de las citas.

La anterior indagación y valoración no se hace de los encuentros de la Unión Europea, de la OTAN, los «Siete Grandes» y tampoco de la Cumbre de las Américas, cuya primera edición fue en Miami y la segunda será en Santiago de Chile.

En Venezuela este argumento fue de fácil elaboración, obviamente afirmar que la Cumbre fue un gasto maniroto, por razones reales y políticas fue fácil de esgrimir y más cuando el corazón mediático del encuentro de los mandatarios casi se infarta como consecuencia de fallas en la informática, en manos de la poderosa IBM, la generación de TV y la alimentación eléctrica.

Fue fácil elaborar afirmaciones superficiales sobre el retorno de varios presidentes a sus países antes del acto final. Prácticamente nadie contextualizó la situación doméstica del Paraguay, la solidaridad del presidente Sanguineti con su vecino; la prisa de Cardozo ante los acontecimientos en el mercado de capitales de Sao Paulo; la incomodidad de Carlos Menem por el nuevo mapa político en su país y las razones de Fujimori para evitar que el punto de la «información veraz», se le viniera encima debido al caso de la decisión de su gobierno sobre el Canal 2 de TV de Lima y como se insinuaba en las preguntas de las entrevistas que concedió.

La veracidad

Si de algo fue víctima la Cumbre de Margarita fue de la «veracidad.» Al anunciar en Santiago de Chile el presidente Rafael Caldera que el tema de Margarita sería la importancia de la ética para gobernar en democracia, apuntó que la «información veraz» tiene calidad de principio democrático.

Entre Santiago y Margarita hubo dos asambleas de la Sociedad Interamericana de Prensa (Panamá y Guadalajara). El Bloque de Prensa de Venezuela llevó denuncias y los grandes propietarios de los medios impresos concluyeron que la propuesta de Rafael Caldera era «totalitaria».

De allí partió una dura ofensiva informativa y de opinión que no le dio espacio a la réplica de quienes tienen un enfoque diferente al de la SIP, pues apenas si se publicó alguna explicación breve de contados funcionarios. El Presidente Caldera fue uno de los pocos que a las puertas de la Cumbre logró cobertura para la defensa de la propuesta de «información veraz».

La agencia española de noticias EFE se caracterizó como vanguardista en la difusión, mas que abundante, de las opiniones encajadas en la posición de la SIP. Parecía una agencia de otro estado y no del español, pues en la Constitución de su patria, está consagrada no sólo la información veraz, además está enriquecida bajo el calificativo de «libre».

Herida por la acusación de ser una Cumbre que reuniría a 23 mandatarios para conspirar contra la libertad de expresión, «defendida» por los dueños de la gran prensa de Estados Unidos, Canadá, Latinoamerica y el Caribe, llegó la hora de Margarita con fallas muy a lo venezolano. No hubo ensayo de la tecnología para el Centro Internacional de Prensa y se tripuló una nave del primer mundo sin una hora de vuelo de experiencia.

La prensa mediana y pequeña de Venezuela, al expresar que tiene un punto de vista diferente al de la SIP, debió pagar una página en los grandes diarios de Caracas, pues no fue noticia su punto de vista en relación a la información veraz. Tampoco fue noticia la posición del Colegio Nacional de Periodistas, de la Federación Latinoamericana de Periodistas y en la post-Cumbre no obtuvo ni un centímetro, una larga sesión de la Comisión de Medios de la Cámara de Diputados, que pese a que fue noticia de primera página su anuncio, no lo fue su contenido examinador de lo ocurrido en el Centro de Prensa de Margarirta.

Europa y América Latina

Las cumbres de los iberoamericanos «retóricas y caras», se han convertido en un centro de facilitación para acuerdos de integración de mercados, liberación de relaciones económicas e impulsadoras de un encuentro entre Europa y América Latina, regiones que sumadas totalizan un gran mercado que se perfila sin el esperado fast-track.

Es objetivo que el Presidente de Portugal y el Jefe de Gobierno de España se quedaron el primero en Venezuela y el segundo en Centroamérica aupando esas integraciones y esas relaciones económicas entre Europa y América Latina.

Políticamente y económicamente, estos «encuentros retóricos» de los iberoamericanos han causado varias coincidencias, hemos apuntado las económicas, pero no debemos olvidar que se han sumado a las posiciones de los europeos, en asuntos como las leyes que desde Estados Unidos tratan de imponerse multilateralmente, como sucede con el ejemplo de la «Helms Burton» y se reproduce en temas como la «descertificación» unilateral.

Estas cumbres son el escenario cúpula del trabajo que en el campo político y económico cumplen mecanismos de integración y de consulta como los bloques regionales (Pacto Andino, Mercosur, Grupo de los Tres y el Grupo de Río), a cuyo esfuerzo se incorpora el mecanismo de «Amigos de Colombia», una reedición de la canalización política que pacienzudamente alcanzó el Grupo de Contadora en Centroamérica.

Pero no sólo hay integración política y económica, el Parlamento Andino, el Parlamento Amazónico, el Parlatino y tribunales como el Andino, muestran un tejido que merece ser cohesionado con estas cumbres pese a que son las únicas evaluadas como «caras y retóricas», además de poco útiles en la «promoción turística,» como apuntó el presidente de la Comisión Política Exterior del Congreso de Venezuela, Paciano Padrón.

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