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Cuevas, el pintor que desafió a los genios del muralismo mexicano

El pintor mexicano José Luis Cuevas, quien falleció este lunes a los 83 años de edad, fue un dibujante autodidacta famoso por desafiar a la escuela de los grandes muralistas de México y desarrollar una extensa obra marcada por lo deforme y lo grotesco de sus personajes.

Nacido en 1934, Cuevas decidió el rumbo de su carrera en 1958 al publicar una carta titulada «La cortina de nopal» en la que tomaba una postura crítica ante la Escuela Mexicana de Pintura, simbolizada por Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.

Cuevas se convirtió entonces en un artista polémico y uno de los principales impulsores de la llamada «generación de la ruptura», junto con grandes creadores como Manuel Felguérez, Vlady, Vicente Rojo, Pedro Coronel y Fernando García Ponce, todos mexicanos.

Dueño de una fuerte personalidad, Cuevas se tomó fotografías cada día durante décadas, y su personalidad le mereció ser llamado «rupturista», «gato macho» y «niño terrible».

Su rebeldía como artista lo llevó a pintar en 1969 en una esquina de un barrio un memorable mural efímero calificado de un rechazo a la solemnidad de la escuela marcada por los tres grandes muralistas y que apenas pudo ser observado un mes al ser destruido por un incendio.

También era famoso por atribuirse la designación de Zona Rosa para el barrio célebre por su vida nocturna en que pintó su mural, al considerar que era un espacio que no era blanco (inocente), pero tampoco tenía una vida «roja» como algunos barrios de otras ciudades del mundo.

Reconocido pintor, escultor, grabador, la obra de Cuevas sobresale por las grotescas y deformadas facciones de sus dibujos y sus cuadros, muchos de los cuales pueden verse en el museo que en su honor se abrió en la Ciudad de México en 1992.

Un niño prodigio

La historia oficial de Cuevas destaca que a los siete años de edad dio muestras de ser un prodigio del dibujo al ganar un concurso promovido por la Secretaría de Educación Pública en el que se pintó a sí mismo como un niño obrero.

A los 10 años de edad fue inscrito en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, pero la abandonó por enfermar de fiebre reumática. Pasó dos años en cama dedicado por completo a dibujar y a leer.

A la par que ganaba reconocimiento por la calidad técnica y expresiva de sus obras, Cuevas acumuló premios en México, que lo reconoció en 1993 como miembro emérito del Sistema Nacional de Creadores.

A nivel global recibió el Primer Premio Internacional de Dibujo en la V Bienal de Sao Paulo, el primer Premio Internacional de Grabado en la I Trienal de Nueva Delhi y la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de la República Francesa.

Más allá del dibujo

El poeta y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz aseguró que Cuevas debería ser entendido como «un artista total» y no ser limitado a la definición de pintor porque su trabajo supera el área del dibujo.

«Su aporte fundamental es haber redescubierto la gráfica en un sentido tal que exploró todo, desde la serigrafía, la litografía, grabado al azúcar; todas las técnicas posibles», señaló el crítico en un artículo.

Cuevas publicó durante casi 25 años la columna Cuevario en el diario mexicano Excélsior, en la que relataba momentos de su vida personal.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, expresó su pésame a los familiares y amigos, así como a la comunidad cultural, por la muerte de Cuevas, a quien se refirió como «representante de la generación de la ruptura en la cultura de este país».

«Artista de México y el mundo, José Luis Cuevas será recordado siempre como sinónimo de libertad, creación y universalidad», manifestó el mandatario.

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