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Marianella Herrera, investigadora y madre: «Sueño con un país justo, seguro y saludable»

Es madre de cuatro hijos; lleva las riendas de un hogar, comparte con la familia; practica natación, yoga y camina. Además, se toma unas horas para su cuidado personal. Ella es Marianella Herrera Cuenca, investigadora y profesora del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela, lleva una intensa actividad, entre ellas el Observatorio Venezolano de la Salud, donde es presidenta de la Fundación de Amigos del Observatorio Venezolano de la Salud.

También, la médico cirujano de la UCV con un postgrado en Nutrición Clínica de la Universidad Simón Bolívar, es miembro de Fundación Bengoa. Actualmente acaba de ser elegida presidenta de American Overseas Dietetic Association (filial internacional de Academy of Nutrition and Dietetics) de Estados Unidos. Su amplio currículum contempla, entre otros, que fue presidenta de la Sociedad Venezolana de Obesología.

El ejemplo empieza por casa

Admite que su vida es complicada y se centra en que la clave está en la organización, «pero si en la casa no hacemos lo que predicamos puede sonar discordante», admite Herrera, hija de los respetados periodistas Gloria Cuenca y Adolfo Herrera, de quien seguramente heredó su entereza y constancia de trabajo.

Recuerda que a pesar de la carga académica nunca dejó de prestarle atención a sus hijos durante su desarrollo y crecimiento. Y como abanderada del amamantamiento exclusivo, fue la primera en dar el ejemplo: «A todos los amamanté durante seis meses, a excepción del segundo que recibió solo tres meses, porque se contagió con lechina».

Hoy por hoy, a pesar de que ya tiene un hijo periodista, de 24 años de edad, que se encuentra realizando un Master de Periodismo en Madrid en el ABC de España; un hijo de 22 años de edad que estudia Ingeniería Eléctrica en la Universidad Metropolitana y dos hijos de 17 y 15 años de edad, niña y varón respectivamente, que aún están en bachillerato, está pendiente de que lleven una vida y una alimentación saludable. «Me levanto súper temprano, antes que se despierten, para adelantarme a todo, e inclusive a prepararles el desayuno, porque no me gusta que ninguno se vaya sin comer».

El dilema entre la profesión y la casa

A pesar de que lleva una rutina complicada trata de no descuidar ni su hogar ni su profesión. Pero a veces se ha visto en aprietos. Lleva la computadora a todas partes para trabajar en cualquier momento, no importa que esté de compras familiares o en otra actividad.

«Ha habido momentos críticos. Hace varias semanas, justo antes de irnos a la playa durante toda la Semana Santa, mi esposo y los niños me pidieron que no llevara la computadora ni celular para que pudiéramos compartir y yo pudiera descansar. Pero en ese momento estábamos terminando la base de datos de un estudio latinoamericano, en el cual Venezuela participó y yo fui la investigadora principal de la Encuesta Latinoamericana de Nutrición y Salud. La entrega de los resultados cayó justo en la mitad del asueto. Además, hubo que reportar el informe sobre el déficit de la alimentación en Venezuela. Yo estaba dudosa si iba o no a la playa. Para que no se resintieran me escapaba, escribía un ratico, verificaba los datos que me iban mandando y volvía a la playa con ellos», comenta.

-¿Cómo quiere el país para sus hijos?

-Yo sueño con un país justo, seguro y saludable. Eso suena muy amplio pero cuando uno se pone a pensar, no quiere un país perfecto, porque la perfección no existe, pero sí podemos acercarnos a ella. Un país donde se tenga acceso y se aprecie lo que significa tener un alimento saludable y a la mano. Tener un servicio de salud adecuado, en el cual no vas a un hospital que parece la casa de terror; un país donde las niñas sean niñas de verdad y no se conviertan en madres o en círculos promotores de la pobreza y de la malnutrición. Son cosas básicas pero que aseguran el bienestar a largo plazo.

Esta venezolana también comparte muchas actividades con sus hijos. «Tengo dos hijos todavía en bachillerato y tenemos que tener una presencia, porque la situación de inseguridad del país no permite dejar a los muchachos solos».

Confiesa que ha estado en algunas comunidades muy desprotegidas y cuando preguntan si sus hijos hacen ejercicio, «nos dicen que no y que han tenido entre los vecinos que juntar dinero para comprar una computadora, para que los niños no salgan a la calle y les pase algo por la inseguridad».

-¿Qué hace cuando no está en actividades académicas y su rol de madre y esposa?

-Me gusta nadar dos o tres veces por semana, hago yoga yo solita con mi video en la casa y también -una o dos veces por semana- salgo a caminar con mi esposo, conversamos, nos vamos, comentamos cosas, me calma, me da paz y me gusta. Algo que no dejo de hacer es ir a la peluquería una vez por semana, es una religión y trato de no sacrificarla. Todo eso es un espacio, que me hace agarrar mínimo.

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